1.1.- Laboreo y mecanización
En
principio podríamos establecer una serie de diferencias entre los fines que
persigue el laboreo en uno y otro tipo de agricultura: la convencional y la
ecológica (Cánovas Fernández, 1993). Así, mientras la primera lo entiende
como un conjunto de operaciones realizadas con equipos mecánicos, encaminadas
a conseguir un mejor desarrollo de los cultivos, en la agricultura ecológica
las operaciones serán manuales y mecánicas, de apoyo a la labor de raíces,
lombrices y microorganismos para mejorar la estructura, aireación y retención
de agua del suelo.
Si
nos centramos en las herramientas a utilizar en la agricultura que nos ocupa,
las clasificaremos en herramientas de uso manual y en las convencionales.
Dentro del primer tipo nos encontramos con un gran número de ejemplares
adaptados a cada una de las labores realizadas, como pueden ser
fundamentalmente, según Aubert (1987), la laya de dientes, la laya de doble
mango, el garfio, el rastrillo, el cordel surcador, el plantador, el
almocafre, el escarificador, el legón, el escardador, el aporcador,la azada,
la azada de rueda, la regadora, la horquilla, la gubia para espárragos, la
horca de estiércol,la pala, la guadaña, la carretilla, etc.
El
segundo grupo es más restringido, aunque no menos importante, y esto se debe
a la posibilidad de que estos instrumentos realicen volteo de la tierra,
enterrando en profundidad la capa superficial, rica en humus (Faulkner, 1981).
Este es el caso del arado, que sólo se utilizará en el periodo de reconversión
de la finca, y más en concreto el arado de vertedera. Lo mismo ocurre con las
frutilladoras, las cuales deben emplearse a bajas velocidades, eligiendo las
cuchillas más apropiadas para evitar, entre otros fenómenos, el de la
formación de la suela de labor (Ortiz Cañavate, 1984).
Cultivadores,
gradas, sembradoras, cosechadoras y picadoras de maleza son herramientas de
uso extendido que, acopladas generalmente a un motocultor, suelen realizar de
forma correcta sus correspondientes funciones sin producir daños, mejorando
la estructura del suelo (Fournier, 1975; Araujo, 1990).
Otros
autores (Michel, 1982) contradicen el principio de las labores en el cultivo
biológico y tan sólo recomiendan el uso de algunas herramientas como la
"grelinette" (que equivaldría a una laya de doble mango, aunque más
ancha), la "acti-bêche" (Acti-laya), con propiedades similares a la
anterior, el binador, el escardillo, el escarificador y el cultivador.
Cabría
destacar la importante labor que realizan en el suelo gran número de seres
vivos que en él habitan, como las lombrices de tierra, que excavan galerías
y enriquecen el suelo una vez digerido éste, los filamentos microscópicos de
los hongos, que proporcionan una mayor cohesión entre las partículas de
tierra, o las mismas raíces de las plantas (Parisi, 1979; Brill, 1981).
1.2.-
Asociación y rotación de cultivos
Las
asociaciones de cultivos, cultivo múltiple o sistemas de policultivo (M.A.
Altieri, 1983) son sistemas en los cuales dos o más especies de vegetales se
plantan con suficiente proximidad espacial para dar como resultado una
competencia interespecífica o complementación (Cánovas Fernández, 1993).
Por
tanto presentan multiples ventajas frente al monocultivo, entre las que se
pueden enumerar (Labrador y Guiberteau, 1991):
-
Mejor aprovechamiento de la tierra, el espacio y el agua.
-
Disminución de los problemas fitosanitarios.
-
Menor afluencia de malas hierbas debido a que el terreno queda rapidamente
cubierto.
-
En ciertas asociaciones las plantas ejercen una acción de mutuo beneficio,
aunque también suelen existir policultivos comensalísticos, amensalísticos,
monopolísticos e inhibitorios.
-
Las producciones son siempre mayores.
Existen
numerosos ejemplos de asociaciones y para una mayor información pueden consultarse autores como Gerve (1981), Guardia Esteve (1982),
Aubert (1987), Urbano Terrón (1988), Araujo (1990), Cánovas fernández
(1993) y García e Ingelmo (1994).
La
rotación es la asociación de cultivos en una misma parcela. La alternancia
es la división de la tierra cultivada en parcelas consagradas cada a un
cultivo diferente de la rotación. Así, alternaremos cultivos que tengan
tipos de vegetación, sistemas radiculares y necesidades nutritivas diferentas
y de este modo se podrán explorar todas las capas de tierra y utilizar en
proporciones equilibradas todos los elementos que ésta contiene (Aubert,
1987).
Aparte
de los aspectos considerados a la hora de llevar a cabo la rotación, también
es importante considerar la clasificación botánica; se sucederán cultivos
pertenecientes a distintas familias, y lo que es más importante, debemos
cultivar al menos cada dos años una planta leguminosa, por razones evidentes
(Cánovas Fernández, 1993).
1.3.- Fertilización
en agricultura ecológica
Ya
expresé páginas atrás, cuando razonaba sobre las consecuencias que impone
la agricultura convencional, cuáles son los problemas resultantes del uso del
abonado químico, entre los que destacan la pérdida de nutrientes por
lixiviación, contaminación de las aguas en general, reducción de la
actividad biológica del suelo, etc. Este último punto es fundamental si lo
que pretendemos es conservar y producir el suelo, o lo que es lo mismo: el
suelo vivo (tal y como diría Roger, 1985), en unas condiciones físicas y químicas
adecuadas.
La
agricultura ofrece una solución lógica y con fundamento científico que
radica en la alimentación activa del suelo a través del suministro de
materia orgánica en sus distintas configuraciones, sin olvidar los aportes
minerales en forma de rocas minerales pulverizadas (Shundt et al.,
1987).
Así,
las principales fuentes de humus que aparecen en el Consejo Regulador de la
Agricultura Ecológica son:
A)
Abonos orgánicos producidos en la finca o comprados a otras fincas
inscritas en los Registros:
- Estiércol, descompuesto por fermentación en montón, en hoyo o en
la superficie.
- Residuos de cosechas.
- Abonos verdes.
- Paja y otros acolchados.
- Estiércol líquido (lisier) y orines (purines) fermentados
aerobiamente.
- Purín de ortigas.
- Compost hecho a partir de residuos orgánicos.
- Humus de lombriz.
B)
Abonos orgánicos que no provienen de fincas inscritas en los registros:
-
Compost hecho a partir de residuos orgánicos no contaminados.
-
Estiércoles no contaminados y previamente descompuestos por fermentación
en montón o en hoyo.
-
Paja no contaminada.
-
Algas marinas y derivados.
-
Pescado y derivados.
-
Guano de aves.
-
Humus de lombriz hecho a partir de estiércoles no contaminados.
-
Subproductos orgánicos de la industria alimentaria y textil, siempre que no
estèn contaminados ni tengan aditivos químicos.
-
Serrín, virutas y cortezas, si proceden de madera no tratada.
Las
cantidades en que se aplican y otros datos de interés reflejados en cuadros
se dan a conocer en numerosos manuales (Gross, 1981; Domínguez Vivancos,
1984; Bertolini, 1989; Fink, 1988).
Por
otro lado, los abonos minerales que autoriza el Consejo Regulador de la
Agricultura Ecológica son los que se enumeran a continuación:
- Rocas en polvo.
- Enmiendas calcáreas, magnésicas y de azufre o yeso.
- Algas calcáreas.
- Fosfatos naturales.
- Cenizas de madera.
- Escorias Thomas.
- Mineral magnésico.
- Mineral potásico con bajo contenido en cloro.
- Oligoelementos.