-Características de la variedad comercial: vigor de la planta, características
del fruto, resistencias a enfermedades.
-
Mercado de destino
-
Estructura de invernadero.
-
Suelo.
-Clima.
-Calidad del agua de riego.
Pueden considerarse
tres grupos varietales en pimiento:
-Variedades dulces: son las que se cultivan en los invernaderos.
Presentan frutos de gran tamaño para consumo en fresco e industria
conservera.
-Variedades de sabor picante: muy cultivadas en Sudamérica, suelen ser
variedades de fruto largo y delgado.
-Variedades para la obtención de pimentón: son un subgrupo de las
variedades dulces.
Dentro de las
variedades de fruto dulce se pueden diferenciar tres tipos de pimiento:
-Tipo california: frutos cortos (7-10 cm), anchos (6-9 cm), con tres o
cuatro cascos bien marcados, con el cáliz y la base del pedúnculo por debajo
o a nivel de los hombros y de carne más o menos gruesa (3-7mm). Son los
cultivares más exigentes en temperatura, por lo que la plantación se realiza
temprano (desde mediados de mayo a comienzos de agosto, dependiendo de la
climatología de la zona), para alargar el ciclo productivo y evitar problemas
de cuajado con el descenso excesivo de las temperaturas nocturnas.
-Tipo Lamuyo: denominados así en honor a la variedad obtenida por el
INRA francés, con frutos largos y cuadrados de carne gruesa. Los cultivares
pertenecientes a este tipo suelen ser más vigorosos (de mayor porte y
entrenudos más largos) y menos sensibles al frío que los de tipo california,
por lo que es frecuente cultivarlos en ciclos más tardíos.
-Tipo dulce italiano: frutos alargados, estrechos, acabados en punta, de
carne fina, más tolerantes al frío, que se cultivan normalmente en ciclo único,
con plantación tardía en septiembre u octubre y recolección entre diciembre
y mayo, dando producciones de 6-7 kg.m-2.
Se lleva a cabo para
delimitar el número de tallos con los que se desarrollará la planta
(normalmente 2 ó 3). En los casos necesarios se realizará una limpieza de
las hojas y brotes que se desarrollen bajo la “cruz”.
Práctica que
consiste en cubrir con tierra o arena parte del tronco de la planta para
reforzar su base y favorecer el desarrollo radicular. En terrenos enarenados
debe retrasarse el mayor tiempo posible para evitar el riesgo de quemaduras
por sobrecalentamiento de la arena.
Es una práctica
imprescindible para mantener la planta erguida.
Pueden considerarse
dos modalidades:
-Tutorado tradicional: consiste en colocar hilos de polipropileno
(rafia) o palos en los extremos de las líneas de cultivo de forma vertical,
que se unen entre si mediante hilos horizontales pareados dispuestos a
distintas alturas, que sujetan a las plantas entre ellos. Estos hilos se
apoyan en otros verticales que a su vez están atados al emparrillado a una
distancia de 1,5 a 2 m, y que son los que realmente mantienen la planta en
posición vertical.
-Tutorado holandés: cada uno de los tallos dejados a partir de la poda
de formación se sujeta al emparrillado con un hilo vertical que se va liando
a la planta conforme va creciendo. Esta variante requiere una mayor inversión
en mano de obra con respecto al tutorado tradicional, pero supone una mejora
de la aireación general de la planta y favorece el aprovechamiento de la
radiación y la realización de las labores culturales (destallados ,recolección,
etc.), lo que repercutirá en la producción final, calidad del fruto y
control de las enfermedades.
A lo largo del ciclo
de cultivo se irán eliminando los tallos interiores para favorecer el
desarrollo de los tallos seleccionados en la poda de formación, así como el
paso de la luz y la ventilación de la planta. Esta poda no debe ser demasiado
severa para evitar en lo posible paradas vegetativas y quemaduras en los
frutos que quedan expuestos directamente a la luz solar, sobre todo en épocas
de fuerte insolación.
Es recomendable
tanto en las hojas senescentes, con objeto de facilitar la aireación y
mejorar el color de los frutos, como en hojas enfermas, que deben sacarse
inmediatamente del invernadero, eliminando así la fuente de inóculo.
Normalmente es
recomendable eliminar el fruto que se forma en la primera “cruz” con el
fin de obtener frutos de mayor calibre, uniformidad y precocidad, así como
mayores rendimientos.
En plantas con
escaso vigor o endurecidas por el frío, una elevada salinidad o condiciones
ambientales desfavorables en general, se producen frutos muy pequeños y de
mala calidad que deben ser eliminados mediante aclareo.
Los precios y la
demanda por un lado y las temperaturas por otro, son los factores que van a
determinar el momento y la periodicidad de esta operación, recolectando antes
de su madurez fisiológica en verde o en rojo según interese.
El marco de plantación
se establece en función del porte de la planta, que a su vez dependerá de la
variedad comercial cultivada. El más frecuentemente empleado en los
invernaderos es de 1 metro entre líneas y 0,5 metros entre plantas, aunque
cuando se trata de plantas de porte medio y según el tipo de poda de formación,
es posible aumentar la densidad de plantación a 2,5-3 plantas por metro
cuadrado. También es frecuente disponer líneas de cultivo pareadas,
distantes entre si 0,80 metros y dejar pasillos de 1,2 metros entre cada para
de líneas con objeto de favorecer la realización de las labores culturales,
evitando daños indeseables al cultivo.