Las
virosis más comunes que afectan a la acelga son el Mosaico de la
remolacha, el Amarilleo de la remolacha y el Virus I del Pepino. Todos ellos
provocan un amarilleo y rizado de las hojas, junto a manchas de color verde
pálido u oscuro. Para evitar su aparición es conveniente emplear semilla
sana certificada y libre de virus y controlar los insectos transmisores de la
virosis.
La
recolección de la acelga puede hacerse de dos formas, bien recolectando la
planta entera cuando tenga un tamaño comercial de entre 0,75 y 1 Kg de peso, o
bien recolectando manualmente las hojas a medida que estas van teniendo un
tamaño óptimo.
La longitud de las hojas es un indicador visual del momento de la cosecha
(25 cm), siendo el tiempo otro parámetro, 60-70 días el primer corte y después
cada 12 a 15 días. Es recomendable cortar las hojas con cuchillos o navajas
bien afilados, evitando dañar el cogollo o punto de crecimiento, ya que podría
provocarse la muerte de la planta. De esta forma se puede obtener una
producción media de 15 kilos por metro cuadrado.
Una
vez recolectadas las hojas, se colocan en manojos de un kilo que a su vez se
empaquetan en conjuntos de 10 kilos. En cada manojo se alterna la mitad del fajo
de hojas y otra mitad del pecíolo.
La
acelga goza de numerosas aplicaciones medicinales y alimenticias, por ser
emoliente, refrescante, digestiva, diurética, diaforética y nutritiva. Se
emplea con éxito la decocción de las hojas en las inflamaciones de la vejiga
y contra el estreñimiento. Igualmente presta valiosos servicios en las
hemorroides y en las enfermedades de la piel. La acelga en ensalada con zumo
de limón, sirve para fortalecer el estómago y vigoriza el cerebro, así como
para desinflamar los nervios. Contra los cálculos biliares se tomará en
ayunas un vaso de zumo de acelga con zumo de berro en partes iguales. Como
laxante en casos de estreñimiento pertinaz, se tomará el zumo de acelga, la
cantidad de medio vaso, más una cucharada de aceite de olivas. Además la
acelga es benéfica en las siguientes enfermedades ; inflamaciones de los riñones,
uretra y pelvis renal, trastornos del hígado e inflamaciones de la vesícula
biliar, cólicos hepáticos y nefríticos, gota, reumatismo, diabetes,
enfermedades de piel como eczemas, úlceras, llagas, etc., hemorragias de los
intestinos, inflamaciones del duodeno, enterocolitis, asma, supresión de la
orina, emisión difícil o dolorosa de la orina, vómitos de sangre, etc. Para
todos estos casos, se usará la acelga en forma de ensalada o cocida a vapor,
o mejor aún, se tomará el zumo crudo. El cocimiento de las raíces es
magnifico para las enfermedades del hígado, para esto se tomará por tacitas.
Los frutos tostados a manera de café y reducidos a polvo, se tomará la
cantidad de una cucharada en una taza de infusión de llantén o en una copa
de vino áspero, contra la disentería, hemorragias uterinas y emisiones
abundantes de orina.
La
acelga se emplea en las escoriaciones y en general en las inflamaciones de la
piel. En cataplasma se utiliza la acelga contra el zaratá (endurecimiento o cáncer
del pecho), hemorroides, úlceras, heridas, llagas. Contra el reumatismo se
usará cataplasma de las hojas frescas de acelga y apio, aplicadas varias
veces al día. En enemas se utiliza la acelga en cocimiento, especialmente las
hojas para combatir los catarros del colon y aliviar los pujos en las diarreas
anguinolientas. Asimismo es magnifico este enema en los estados febriles,
particularmente en la tifoidea, pero si se desea obtener una acción más enérgica
se hará hervir la raíz bien triturada con un poco de manzanilla y corteza de
malva.
ALSINA, L. 1980.
Horticultura especial. Ed. Sintes, S.A. Barcelona.
APARICIO, V et al. 1998. Plagas y enfermedades en cultivos hortícolas de la
provincia de Almería: control racional. Informaciones Técnicas 80/98.
Consejería de Agricultura y Pesca. Junta de Andalucía. Sevilla. 356 pp.