Familia:
Cucurbitaceae.
Nombre
científico: Citrullus lanatus (Thunb). Sinónimos: C. Vulgaris y
Colocynthis citrullus.
Planta:
anual herbácea, de porte rastrero o trepador.
Sistema
radicular: muy ramificado. Raíz principal profunda y raíces secundarias
distribuidas superficialmente. Actualmente este órgano carece de importancia,
ya que alrededor del 95 % de la sandía se cultiva injertada sobre patrón de C.
Máxima x C. Moschata, totalmente afín con la sandía. Este híbrido
interespecífico se introdujo en la provincia de Almería a mediados de los 80
para resolver los problemas de fusariosis (agente causal Fusarium oxysporum
f. sp. niveum), tras comprobar que la introducción de genes de
resistencia a esta enfermedad en algunas variedades comerciales no aseguraba
una producción normal en suelos muy contaminados. Adicionalmente, dicho patrón
ofrece resistencia a Verticilium y tolerancia a Pythium y
Nematodos, confiriendo gran vigor a la planta y un potente sistema radicular
con raíces suberificadas de gran tamaño.
Tallos:
de desarrollo rastrero. En estado de 5-8 hojas bien desarrolladas el tallo
principal emite las brotaciones de segundo orden a partir de las axilas de las
hojas. En las brotaciones secundarias se inician las terciarias y así
sucesivamente, de forma que la planta llega a cubrir 4-5 metros cuadrados. Se
trata de tallos herbáceos de color verde, recubiertos de pilosidad que se
desarrollan de forma rastrera, pudiendo trepar debido a la presencia de
zarcillos bífidos o trífidos, y alcanzando una longitud de hasta 4-6 metros.
Hoja:
peciolada, pinnado-partida, dividida en 3-5 lóbulos que a su vez se dividen
en segmentos redondeados, presentando profundas entalladuras que no llegan al
nervio principal. El haz es suave al tacto y el envés muy áspero y con
nerviaciones muy pronunciadas. El nervio principal se ramifica en nervios
secundarios que se subdividen para dirigirse a los últimos segmentos de la
hoja, imitando la palma de la mano.
Flores:
de color amarillo, solitarias, pedunculadas y axilares, atrayendo a los
insectos por su color, aroma y néctar (flores entomógamas), de forma que la
polinización es entomófila. La corola, de simetría regular o actinomorfa,
está formada por 5 pétalos unidos en su base. El caliz está constituido por
sépalos libres (dialisépalo o corisépalo) de color verde. Existen dos tipos
de flores: masculinas o estaminadas y femeninas o pistiladas, coexistiendo los
dos sexos en una misma planta, pero en flores distintas (flores unisexuales).
Las flores masculinas disponen de 8 estambres que forman 4 grupos soldados por
sus filamentos. Las flores femeninas poseen estambres rudimentarios y un
ovario ínfero velloso y ovoide que se asemeja en su primer estadio a una sandía
del tamaño de un hueso de aceituna (fruto incipiente), por lo que resulta fácil
diferenciar entre flores masculinas y femeninas. Estas últimas aparecen tanto
en el brote principal como en los secundarios y terciarios, con la primera
flor en la axila de la séptima a la décimo primera hoja del brote principal.
Existe una correlación entre el número de tubos polínicos germinados y el
tamaño del fruto.
Fruto:
Baya globosa u oblonga en pepónide formada por 3 carpelos fusionados con
receptáculo adherido, que dan origen al pericarpo. El ovario presenta
placentación central con numerosos óvulos que darán origen a las semillas.
Su peso oscila entre los 2 y los 20 kilogramos. El color de la corteza es
variable, pudiendo aparecer uniforme (verde oscuro, verde claro o amarillo) o
a franjas de color amarillento, grisáceo o verde claro sobre fondos de
diversas tonalidades verdes. La pulpa también presenta diferentes colores
(rojo, rosado o amarillo) y las semillas pueden estar ausentes (frutos
triploides) o mostrar tamaños y colores variables (negro, marrón o blanco),
dependiendo del cultivar.
2.1.
EXIGENCIAS CLIMÁTICAS
El
manejo racional de los factores climáticos de forma conjunta es fundamental
para el funcionamiento adecuado del cultivo, ya que todos se encuentran
estrechamente relacionados y la actuación sobre uno de estos incide sobre
el resto.
2.1.1.
Temperatura
La
sandía es menos exigente en temperatura que el melón, siendo los
cultivares triploides más exigentes que los normales, presentando además
mayores problemas de germinabilidad.
Cuando las diferencias de temperatura entre el día y la noche son
de 20-30 ºC, se originan desequilibrios en las plantas: en algunos casos
se abre el cuello y los tallos y el polen producido no es viable.
Tabla
1.- Temperaturas críticas para sandía sin injertar en las distintas
fases de desarrollo.
Helada
|
0
ºC |
Detención
de la vegetación
|
11-13
ºC |
Germinación
|
Mínima
|
15
ºC |
Óptima
|
25
ºC |
Floración
|
Óptima
|
18-20
ºC |
Desarrollo
|
Óptima
|
23-28
ºC |
Maduración
del fruto
|
23-28
ºC |
Cuando se trata de sandías injertadas aumenta la resistencia tanto
al frío como al calor.
2.1.2.
Humedad
La
humedad relativa óptima para la sandía se sitúa entre 60 % y el 80 %,
siendo un factor determinante durante la floración.
2.2.
EXIGENCIAS EN SUELO
La
sandía no es muy exigente en suelos, aunque le van bien los suelos bien
drenados, ricos en materia orgánica y fertilizantes. No obstante, la
realización de la técnica del enarenado hace que el suelo nos sea un factor
limitante para el cultivo de la sandía, ya que una vez implantado se adecuará
la fertirrigación al medio.