La labor de la Comisión del Codex Alimentarius se ha inspirado en el
principio, actualmente aceptado de manera universal, de que las personas
tienen derecho a esperar que los alimentos que comen sean inocuos, de buena
calidad y aptos para el consumo. Las enfermedades de origen alimentario son,
en el mejor de los casos, desagradables, y en el peor de ellos pueden resultar
fatales. Pero tienen también otras consecuencias. Los brotes de enfermedades
transmitidas por los alimentos pueden perjudicar al comercio y el turismo y
ocasionar pérdidas de ingresos, desempleo y litigios.
Los alimentos de mala calidad pueden destruir la credibilidad comercial de los
proveedores, tanto a nivel nacional como internacional, mientras que el
deterioro de los alimentos es antieconómico y costoso y puede tener efectos
adversos sobre el comercio y la confianza de los consumidores.
Las declaraciones de conferencias y reuniones internacionales, en las que han
influido, a su vez, las actividades de la Comisión, han acrecentado el efecto
positivo de la labor de ésta. En los últimos años, representantes
nacionales ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Conferencia
FAO/OMS sobre Normas Alimentarias, Sustancias Químicas en los Alimentos y
Comercio Alimentario (en cooperación con el Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio), la Conferencia Internacional FAO/OMS sobre Nutrición y
la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, organizada por la FAO, han alentado
a sus países a que adopten medidas que aseguren la inocuidad y calidad de los
alimentos, o se han comprometido a hacerlo.
AMPLIAR
PARTICIPACIÓN DE LA COMUNIDAD
La función
de la Comisión del Codex Alimentarius ha evolucionado en consonancia con el
desarrollo del propio Codex. La tarea de crear un código alimentario es
inmensa y, debido a la labor constante de investigación y desarrollo de
productos, prácticamente inacabable. La finalización de las normas
ali-mentarias y su compilación en un código creíble y autorizado exigen
amplias consultas, así como la recogida y evaluación de información,
seguidas de una confirmación de los resultados finales y en ocasiones de una
fórmula de compromiso objetiva que satisfaga diferentes opiniones racionales
y basadas en principios científicos. Crear normas que, a la vez, protejan a
los consumidores, aseguren prácticas equitativas en la venta de alimentos y
faciliten el comercio es un proceso en el que intervienen especialistas en
numerosas disciplinas científicas relacionadas con los alimentos, junto con
organizaciones de consumidores, industrias de la producción y la elaboración,
responsables del control de los alimentos y comerciantes. A medida que aumenta
el número de personas que intervienen en la formulación de las normas y que
el Codex Alimentarius -incluidos los códigos y recomendaciones afines- abarca
más terreno, se conocen mejor las actividades de la Comisión y se
intensifica y amplía su influencia.
EL CODEX ALIMENTARIUS COMPRENDE:
- Normas
alimentarias para productos (237)
- Códigos de prácticas de higiene o tecnológicas (41)
- Plaguicidas evaluados (185)
- Límites para residuos de plaguicidas (3 274)
- Directrices para contaminantes (25)
- Aditivos alimentarios evaluados (1 005)
- Medicamentos veterinarios evaluados (54)
UN CÓDIGO DE NORMAS CIENTÍFICAMENTE RACIONALES
El Codex
Alimentarius, tal como se presenta actualmente, es un logro notable, pero sería
erróneo considerarlo como el único producto de la Comisión del Codex
Alimentarius, si bien es el más importante. Otra consecución notable, como
resultado de la creación del Codex, ha sido la sensibilización de la
comunidad mundial acerca del peligro que representan los riesgos para la
salud, así como de la importancia de la calidad de los alimentos y por
consiguiente de la necesidad de las normas alimentarias. Al constituir un
centro de coordinación y un foro de carácter internacional para mantener un
diálogo documentado sobre cuestiones relacionadas con los alimentos, la
Comisión del Codex Alimentarius desempeña un papel fundamental. Para apoyar
su labor sobre normas alimentarias y códigos de prácticas, prepara textos
científicos acreditados y convoca numerosos comités y consultas de expertos,
así como reuniones internacionales, a los que asisten las personas mejor
informadas y las organizaciones que se ocupan de la alimentación y esferas
afines. Los países han respondido introduciendo una legislación alimentaria
que era necesaria desde hacía tiempo y normas basadas en el Codex y
estableciendo o reforzando los organismos de control de los alimentos para
vigilar el cumplimiento de tales reglamentaciones.
El Codex Alimentarius goza actualmente de una reputación tan sólida como
punto de referencia internacional que es habitual que autoridades sanitarias,
responsables gubernamentales del control de los alimentos, fabricantes, científicos
y defensores de los consumidores se pregunten en primer lugar: ¿Qué tiene
que decir el Codex Alimentarius? Es ciertamente un logro notable.