Un
invernadero es toda aquella estructura cerrada cubierta por materiales
transparentes, dentro de la cual es posible obtener unas condiciones
artificiales de microclima, y con ello cultivar plantas fuera de estación en
condiciones óptimas.
Las
ventajas del empleo de invernaderos son:
·
Precocidad en los frutos.
·
Aumento de la calidad y
del rendimiento.
·
Producción fuera de época.
·
Ahorro de agua y
fertilizantes.
·
Mejora del control de
insectos y enfermedades.
· Posibilidad de obtener más
de un ciclo de cultivo al año.
Inconvenientes:
· Alta inversión inicial.
· Alto costo de operación.
· Requiere personal
especializado, de experiencia práctica y conocimientos teóricos.
Los
invernaderos se pueden clasificar de distintas formas, según se atienda a
determinadas características de sus elementos constructivos (por su perfil
externo, según su fijación o movilidad, por el material de cubierta, según el
material de la estructura, etc.).
La
elección de un tipo de invernadero está en función de una serie de factores o
aspectos técnicos:
· Tipo de suelo. Se deben
elegir suelos con buen drenaje y de alta calidad aunque con los sistemas
modernos de fertirriego es posible utilizar suelos pobres con buen drenaje o
sustratos artificiales.
· Topografía. Son
preferibles lugares con pequeña pendiente orientados de norte a sur.
· Vientos. Se tomarán en
cuenta la dirección, intensidad y velocidad de los vientos dominantes.
· Exigencias bioclimáticas
de la especie en cultivo
· Características climáticas
de la zona o del área geográfica donde vaya a construirse el invernadero
· Disponibilidad de mano de
obra (factor humano)
· Imperativos económicos
locales (mercado y comercialización).
Según
la conformación estructural, los invernaderos se pueden clasificar en:
· Planos o tipo parral.
· Tipo raspa y amagado.
· Asimétricos.
· Capilla (a dos aguas, a un
agua)
· Doble capilla
· Tipo túnel o semicilíndrico.
· De
cristal o tipo Venlo.