Familia:
Solanaceae.
Nombre
científico: Lycopersicon
sculentum Mill.
Planta:
perenne de porte arbustivo que se cultiva como anual. Puede desarrollarse de
forma rastrera, semierecta o erecta. Existen variedades de crecimiento limitado
(determinadas) y otras de crecimiento ilimitado (indeterminadas).
Sistema
radicular: raíz principal (corta y débil),
raíces secundarias (numerosas y potentes) y raíces adventicias. Seccionando
transversalmente la raíz principal y de fuera a dentro encontramos: epidermis,
donde se ubican los pelos absorbentes especializados en tomar agua y
nutrientes), cortex y cilincro central, donde se situa el xilema (conjunto de
vasos especializados en el transporte de los nutrientes).
Tallo
principal: eje con un grosor que
oscila entre 2-4 cm en su base, sobre el que se van desarrollando hojas, tallos
secundarios (ramificación simpoidal) e inflorescencias. Su estructura, de fuera
a dentro, consta de: epidermis, de la que parten hacia el exterior los pelos
glandulares, corteza o cortex, cuyas células más externas son fotosintéticas
y las más internas son colenquimáticas, cilindro vascular y tejido medular. En
la parte distal se encuentra el meristemo apical, donde se inician los nuevos
primordios foliares y florales.
Hoja:
compuesta e imparipinnada, con foliolos peciolados, lobulados y con borde
dentado, en número de 7 a 9 y recubiertos de pelos glandulares. Las hojas se
disponen de forma alternativa sobre el tallo El mesófilo o tejido parenquimático
está recubierto por una epidermis superior e inferior, ambas sin cloroplastos.
La epidermis inferior presenta un alto número de estomas. Dentro del parénquima,
la zona superior o zona en empalizada, es rica en cloroplastos. Los haces
vasculares son prominentes, sobre todo en el envés, y constan de un nervio
principal.
Flor:
es perfecta, regular e hipogina y consta de 5 o más sépalos, de igual número
de pétalos de color amarillo y dispuestos de forma helicoidal a intervalos de
135º, de igual número de estambres soldados que se alternan con los pétalos y
forman un cono estaminal que envuelve al gineceo, y de un ovario bi o
plurilocular. Las flores se agrupan en inflorescencias de tipo racemoso
(dicasio), generalmente en número de 3 a 10 en variedades comerciales de tomate
calibre M y G; es frecuente que el eje principal de la inflorescencia se
ramifique por debajo de la primera flor formada dando lugar a una inflorescencia
compuesta, de forma que se han descrito algunas con más de 300 flores. La
primera flor se forma en la yema apical y las demás se disponen lateralmente
por debajo de la primera, alrededor del eje principal. La flor se une al eje
floral por medio de un pedicelo articulado que contiene la zona de abscisión,
que se distingue por un engrosamiento con un pequeño surco originado por una
reducción del espesor del cortex. Las inflorescencias se desarrollan cada 2-3
hojas en las axilas.
Fruto:
baya bi o plurilocular que puede alcanzar un peso que oscila entre unos pocos
miligramos y 600 gramos. Está constituido por el pericarpo, el tejido
placentario y las semillas. El fruto puede recolectarse separándolo por la zona
de abscisión del pedicelo, como ocurre en las variedades industriales, en las
que es indeseable la presencia de parte del peciolo, o bien puede separase por
la zona peduncular de unión al fruto.
2.1. EXIGENCIAS CLIMÁTICAS
El manejo racional de los factores climáticos de forma conjunta es
fundamental para el funcionamiento adecuado del cultivo, ya que todos se
encuentran estrechamente relacionados y la actuación sobre uno de estos incide
sobre el resto.
2.1.1.
Temperatura
Es menos exigente en temperatura que la berenjena y el pimiento.
La temperatura óptima de desarrollo oscila entre 20 y 30 º C durante el
día y entre 1 y 17 ºC durante la noche; temperaturas superiores a los 30-35 ºC
afectan a la fructificación, por mal desarrollo de óvulos y al desarrollo de
la planta en general y del sistema radicular en particular. Temperaturas
inferiores a 12-15 ºC también originan problemas en el desarrollo de la
planta.
A temperaturas superiores a 25 ºC e inferiores a 12 ºC la fecundación
es defectuosa o nula.
La maduración del fruto está muy influida por la temperatura en lo
referente tanto a la precocidad como a la coloración, de forma que valores
cercanos a los 10 ºC así como superiores a los 30 ºC
originan tonalidades amarillentas.
No obstante, los valores de temperatura descritos son meramente
indicativos, debiendo tener en cuenta las interacciones de la temperatura con el
resto de los parámetros climáticos.
2.1.2.
Humedad
La humedad relativa óptima oscila entre un 60 % y un 80 %. Humedades
relativas muy elevadas favorecen el desarrollo de enfermedades aéreas y el
agrietamiento del fruto y dificultan la fecundación, debido a que el polen se
compacta, abortando parte de las flores. El rajado del fruto igualmente puede
tener su origen en un exceso de humedad edáfica o riego abundante tras un período
de estrés hídrico. También una humedad relativa baja dificulta la fijación
del polen al estigma de la flor.
2.1.3.
Luminosidad
Valores reducidos de luminosidad pueden incidir de forma negativa sobre
los procesos de la floración, fecundación así como el desarrollo vegetativo
de la planta.
En los momentos críticos durante el período vegetativo resulta crucial
la interrelación existente entre la temperatura diurna y nocturna y la
luminosidad.
2.2. EXIGENCIAS EN SUELO
La planta de tomate no es muy exigente en cuanto a suelos, excepto en lo
que se refiere al drenaje, aunque prefiere suelos sueltos de textura silíceo-arcillosa
y ricos en materia orgánica. No obstante se desarrolla perfectamente en suelos
arcillosos enarenados.
En cuanto al pH, los suelos pueden ser desde ligeramente ácidos hasta
ligeramente alcalinos cuando están enarenados.
Es la especie cultivada en invernadero que mejor tolera las condiciones
de salinidad tanto del suelo como del agua de riego.