3.Variedades.
Hemos dicho
que, aunque la remolacha tiene flores hermafroditas, la
planta es normalmente alógama. Al ser la mayor parte de los
casos la fecundación cruzada, no existen verdaderas
variedades, sino simples poblaciones de mayor o menor
heterogeneidad. Aún sometiendo a la remolacha a una
prolongada reproducción en consanguinidad, se queda bastante
lejos de la línea pura.
3.1.Historia
de la selección.
Las primeras
remolachas cultivadas, hace ya siglo y medio, apenas tenían
un 6% de azúcar. Para mejorar esta riqueza se comenzó a
escoger las raíces mejor provistas de azúcar, atendiendo a
su densidad, que eran las que se utilizaban para la
producción de semillas. Esta selección masal se realizó
durante un siglo.
En 1860, Luis
Vilmorin siguió la descendencia de una misma remolacha,
conservando las semillas de las remolachas mejor dotadas. A
partir de 1900 fue ya utilizado ampliamente este método por
los seleccionadores, que aislaron así familias.
Algunos
pensaron en utilizar la autofecundación, pero lo hicieron
casi sin éxito, porque la autoesterilidad, ampliamente
dominante, conducía a una producción de semillas casi nula.
Por ello se recurrió al cruzamiento entre hermanos, que
dieron familias relativamente homogéneas en sus caracteres,
pero muy poco vigorosas por la consanguinidad.
Se pensó
entonces en cruzar entre sí familias para sacar partido del
fenómeno de la heterosis, creyendo que el vigor híbrido
sería claro, como se descubrió que lo era en el maíz. Sin
embargo, no todos los cruzamientos entre familias producen
híbridos de verdadero vigor.
Las
variedades comerciales son casi siempre poblaciones por el
hecho de derivar, en la mayor parte, de una única Remolacha
Blanca de Silesia.
3.2.Tipos de
variedades.
La selección
ha conducido, prácticamente, a tres grandes tipos:
Tipo E (del
alemán Enstereich: rico en cosecha). Son plantas rústicas
que dan un rendimiento en peso elevado, pero con riqueza
media.
Tipo Z (del
alemán Zucherreich: rico en azúcar). Son plantas con menos
hojas, que dan cosechas menores en peso, pero con raíces
más ricas en azúcar. Su ciclo suele ser de menor duración.
Son propias de suelos fértiles.
Tipo N (del
alemán Normalreich: medianamente rica). Tiene aptitudes
intermedias entre los dos tipos anteriores, es decir, más
producción que las del tipo Z en peso, y más riqueza en
azúcar que las del tipo E. Su rusticidad también es
intermedia entre los tipos E y Z.
En general,
hay una relación inversa entre el rendimiento en peso y
riqueza sacárica.
4.Abonado.
En relación
a la riqueza de la raíz, los fosfatos parecen aumentar la
superficie foliar, sin disminuir la capacidad de transporte
de los azúcares, puesto que refuerzan el desarrollo de las
células de los vasos conductores. Al mismo tiempo, actúan
favorablemente en la formación de ciertos compuestos
orgánicos muy complejos, que intervienen en la síntesis de
la sacarosa.
El exceso de
N aumenta el desarrollo de la hoja, pero disminuye la
capacidad de movilización de los azúcares hacia la raíz.
La potasa
aumenta la relación de peso de la raíz al peso de la hoja;
contrarresta la acción del exceso de N y limita la
formación de compuestos nitrogenados nocivos para la
extracción del azúcar en el proceso industrial.
4.1.Abonado
nitrogenado y época de su aplicación.
Es un hecho
conocido que las aplicaciones tardías de abonos nitrogenados
retrasan la maduración y disminuyen la riqueza sacárica de
la raíz. Naturalmente, que este efecto se ve reforzado
cuando se trata de abonos amoniacales en lugar de los
nítricos, ya que aquellos son de acción más lenta.
En
experiencias realizadas por el doctor ingeniero agrónomo
Manuel de León, del Instituto Nacional de Investigación
Agronómicas de Córdoba, utilizando en regadío de 90 a 200
unidades de N por ha llegó a las siguientes conclusiones:
La
producción de raíz por ha fue prácticamente proporcional a
la cantidad de N añadido.
Empleando 90
unidades de fondo obtuvo más riqueza polarimétrica y más
kg totales de azúcar, empleando 40 unidades en el aclare y
20 unidades un mes después, que haciéndolo con 20 unidades
en el aclare y 40 unidades un mes después.
También con
90 unidades de fondo obtuvo más riqueza polarimétrica y
más producción de azúcar abonando con 60 unidades en el
aclare y 40 unidades un mes después, que haciéndolo al
revés, es decir, empleando 40 unidades en el aclare y 60 un
mes después.
Por
consiguiente, si se emplea abono de cobertera y se aplica en
dos veces, hay que cuidar que la segunda aplicación sea la
de menor cantidad.
Por cada 10
tm de remolacha, la extracción media de elementos
fertilizántes es de 42 kg de N, 15 kg de P2O5
y 58 kg de K2O.
Si tenemos en
cuenta la pérdida de N por lavado y también, en otro
sentido, los inconvenientes que puede tener un exceso de N de
posible disminución de riqueza de la raíz y de pureza de
los jugos, podemos llegar a la conclusión de que para una
producción de 40 tm de raíz por ha se deben aplicar de 150
a 200 Ud de N.
4.2.Abonados
fosfórico y potásico.
En cuanto al
abonado fosfórico, parece que hay una amplia
experimentación en Italia y otros países europeos, que han
permitido afirmar que el fósforo es el elemento que más
influye en la producción de remolacha. Como, además, la
mayor parte de los terrenos tienen escasas proporciones de
este elemento, especialmente en estado soluble, hemos de
cuidar que las aplicaciones de fósforo no sean escasas. Lo
expuesto y la alta retrogradación del fósforo nos inclinan
a pensar que el abonado de este elemento no debe ser inferior
a 150 ó 200 Ud de P2O5 por ha.
Durante la
campaña 1975-76 hemos ensayado distintas dosis de abonado
potásico en Córdoba en una remolacha de secano y en otra de
regadío, habiendo obtenido la mayor producción en regadío
precisamente en los tratamientos carentes de potasio. En
secano, la mayor producción se ha obtenido con 150 Ud de K2O,
aunque aplicando el cálculo estadístico estos resultados
tampoco han sido significativos.
No se puede
olvidar que el fósforo y el potasio deben ponerse al alcance
de la raíz, ya que prácticamente no se mueven en el
terreno, pues quedan fijados por las arcillas y coloides
húmicos. Por ello, el fósforo y el potasio deben añadirse
en el terreno antes de las labores profundas y no antes de
las últimas labores superficiales.
También es
importante añadir fósforo y potasio con las máquinas
sembradoras que llevan abonadoras adicionales, ya que, sobre
todo en los terrenos accidentados, las plantas que se
cultivan en líneas distanciadas se aprovechan mal del
fósforo y el potasio.
4.3.Oligoelementos.
Entre los
oligoelementos hemos de prestar atención especial al boro.
De todos es conocido que el mal del corazón de la remolacha
es originado por una insuficiencia de boro.
Hoy se
emplean abonos compuestos, preparados para la remolacha con
boro. Uno de estos compuestos es el 0-20-30-2B. También se
emplea superfosfato de cal con boro.
Algunas veces
se han observado insuficiencias de magnesio en el cultivo
remolachero.
Normalmente
estas insuficiencias se observan en terrenos arenosos sujetos
a fuertes arrastres de sales en profundidad, lo que ocurre
cuando se emplean grandes cantidades de agua en el riego de
pie. En estos casos aparecen síntomas parecidos a los de la
amarillez.
Si la
carencia de algún oligoelemento aparece durante el cultivo,
se deben pulverizar las hojas con un quelato de dicho
oligoelemento.
En la llanura
del Po, en Italia, se ha comprobado aumento de riqueza y
producción de sacarosa por ha con el empleo de azufre o de
yeso.
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