4.
TIPOS
DE VARIEDADES
Pueden
definirse tres tipos de variedades respecto a su ciclo:
-Variedades de otoño o de ciclo largo.
-Variedades de primavera o de ciclo corto.
-Variedades alternativas.
La
diferencia entre estos grupos se basa en sus necesidades en la duración del
período vegetativo. Para cumplir su ciclo vegetativo, cada variedad requiere
un determinado calor, que se mide por la suma de diferencias entre la
temperatura media de cada día y el 0 vegetativo, que en el caso de esta
especie es próximo a 0 ºC.
Esta
cantidad de calor se conoce como integral térmica, existiendo diferencias
entre las variedades de otoño y las de primavera. Sirvan como cifras medias
las siguientes:
-Trigos de otoño: 1.900 a 2.400 ºC.
-Trigos de primavera: 1.250 a 1.550 ºC.
5.
CRITERIOS
DE ELECCIÓN DE VARIEDADES
Las
características fundamentales que es necesario tener en cuenta a la hora de
elegir una variedad son:
a)
Productividad. Indudablemente, la
capacidad productiva es un factor fundamental que debe tenerse
en cuenta en la elección. Ahora bien, dadas las especiales características
agroclimáticas que definen España, tan importante como la capacidad
productiva es la posibilidad de obtener rendimientos regulares en condiciones
diversas.
b)
Calidad. La calidad harino-panadera
de un trigo está relacionada con su “fuerza” o “valor plástico”.
Esta
“fuerza” depende de la cantidad y calidad de las proteínas que contiene
el grano de trigo. La glialina y la glutamina componen el esqueleto de las células
del albumen y estas proteínas, al hidratarse, forman el gluten. La calidad de
este gluten es el que da la fuerza o capacidad de dar panes voluminosos y de
textura esponjosa. El gluten malo es poco elástico y da panes de mala
calidad.
c)
Precocidad. Las variedades modernas
presentan un período de floración-madurez más corto que las antiguas, con
lo que se ha conseguido un indudable avance al compaginar ambos factores,
floración tardía para evitar las heladas y maduración precoz para evitar el
asurado.
d)
Resistencia a enfermedades y accidentes.
Es fundamental que la variedad, además de lo dicho anteriormente, posea
suficiente resistencia ante las enfermedades y accidentes más frecuentes de
la zona. Entre las enfermedades cabe destacar la roya amarilla, la roya parda,
la roya negra en algunas regiones, septoria, fusarium, mal de pie, carbón,
tizón, oidio...
Entre
los accidentes presentan un especial interés el frío, el encamado, el
desgrane y el asurado.
e) Poder de ahijamiento. Aparte por consiguiente ahorro de semilla, cuestión nada desdeñable, permitirá compensar una nascencia deficiente que reduzca el número de plantas nacidas.
6.
ABONADO
a) Abonado nitrogenado: Las principales fuentes de nitrógeno para las
plantas son la materia orgánica del suelo y el nitrógeno añadido con los
abonos. Las plantas toman preferentemente el nitrógeno en forma nítrica,
pero, aunque en bastante menos proporción, pueden tomarlo en forma amoniacal.
Los abonos nitrogenados de forma nítrica se usarán cuando se encuentre
avanzado el estado de cultivo, ya que, al no ser el ión NO3 retenido
por los suelos, puede lavarse con lluvias abundantes.
Se
admite que un suelo está bien dotado de materia orgánica si contiene del 2
al 3%. Se admite también que, anualmente, del 1 al 2% de las reservas de nitrógeno
orgánico pasan al estado nítrico.
En
general en el trigo se puede decir que por cada tonelada métrica de trigo
producida, la cantidad media de nutrientes que absorben tanto las raíces como
los tallos, hojas, espigas y granos son las siguientes:
N
: 28 kg.
P2O5
: 14 kg.
K2O
: 26 kg.
Los
aportes de estiércol, independientemente de su acción beneficiosa como
enmienda orgánica, ponen a disposición del cultivo elementos fertilizantes
que se liberan lentamente y que los cultivos aprovechan en sucesivos años.
Para tener una idea del nitrógeno liberado, podemos considerar que en el
primer año se libera el 50% del nitrógeno del estiércol, que se transforma
en nitrógeno nítrico y es aprovechado por la planta; en el segundo año, el
30%, y en el tercer año, el 20%.
El
nitrógeno estimula la vegetación y el ahijamiento y enriquece los granos de
gluten, por lo que mejoran en calidad. La escasez de nitrógeno hace que las
plantas tomen un color verde pálido, que el crecimiento sea lento y que la
planta se endurezca. Un exceso de nitrógeno prolonga el ciclo vegetativo de
la planta, favorece el encamado, sobre todo si no existe la proporción debida
de fósforo y potasio, y hace a las plantas más propensas a las enfermedades
criptogámicas.
b) Abonado fosfórico: Habrá que tener en cuenta el fósforo presente
en el suelo. No se rebajará nada de la aportación del fósforo si el
contenido es muy bajo. Si el contenido, por el método de Olsen, se encuentra
entre 5 y 15, se puede rebajar de un 30 a un 40% del fósforo que se ha
indicado como necesario. Si el contenido es normal se puede eliminar todo el fósforo.
En
los suelos con idéntico contenido en fósforo, la respuesta en cosecha, a
igualdad de aportación de abono fosfatado, puede ser distinta según sea el
pH y el contenido en caliza del suelo.
El
fósforo comienza a hacerse disponible a las plantas a partir de pH 6. La máxima
disponibilidad se encuentra entre 6,5 y 7,5. A partir de un pH 8, la
disponibilidad disminuye rápidamente.
En
otro aspecto, con pH superior a 8 y contenido alto en caliza, se produce el
fenómeno de “retrogradación”, por el cual una parte del fósforo
disponible, de ser soluble al agua y a los ácidos débiles, pasa a insoluble,
y, por consiguiente, no disponible para la cosecha.
En
los suelos con pH inferior a 6 se hace necesario un encalado previo a la
realización del abonado fosfatado.
Al
principio de la vida vegetativa del trigo, el fósforo favorece mucho el
desarrollo de las hojas, que se encuentran más erguidas, y beneficia también
notablemente el desarrollo radicular.
El
fósforo es un correctivo del nitrógeno en el sentido de que da más rigidez
a la planta, por lo que un trigo que encuentra suficientes disponibilidades de
fósforo resiste mejor el encamado. También resiste las heladas y el
rasurado. Así como el nitrógeno retrasa la maduración, el fósforo la
anticipa.
c) Abonado potásico: Habrá que tener en cuenta el nivel de potasio en
el suelo que da el análisis para ver si hay que rebajar o no la aportación
de potasio en los abonos. Como en el caso del fósforo, en suelos poco
profundos, donde hay poco volumen de tierra explorado por las raíces, habrá
que hacer mayores aportaciones que en suelos profundos.
Corrientemente
se denomina “potasa” al óxido de potasio, K2O, y en potasa se
expresan las riquezas de los abonos potásicos.
La
potasa queda enterrada por los coloides del suelo, por lo que debe enterrarse
con una labor para ponerla al alcance de las raíces.
El
potasio disminuye la transpiración, por lo que la resistencia a la sequía
aumenta; también hace a la planta más resistente al frío. La necesidad máxima
de potasio para el trigo es en el encañado.