Las higueras no suelen abonarse directamente.
Se benefician enormemente de los elementos nutritivos que se incorporan para
fertilizar los cultivos asociados. El árbol agradece mucho el abonado
nitrogenado en cuanto a su desarrollo vegetativo pero los frutos, aunque
aumentan de tamaño, pierden calidad en lo referente a su sabor y conservación.
Como ha quedado ya indicado, la higuera tolera
bien la sequía, antes bien le perjudican los excesos de humedad. Sin
embargo es conveniente darle un riego en invierno en climas de inviernos
secos y sólo si el año es muy seco volveremos a regar a primeros de marzo
para favorecer el engorde de las brevas y en julio para mejorar el tamaño
de los higos, de interesar esta cosecha. No debe olvidarse que los riegos
aumentan el calibre de la fruta pero perjudican su calidad. Cuanto más sequía
padezca la higuera, dentro siempre de ciertos limites, más dulces serán
los frutos.
La asociación granado-higuera no es
aconsejable, precisamente porque los granados requieren riegos frecuentes
en épocas que no conviene dárselos a la higuera. De asociar papas a
las higueras, es preferible emplear variedades tempranas para que el último
riego se dé como máximo en abril-mayo. Es conveniente dejar un margen de
tierra a cada lado de las higueras para evitar las humedades excesivas al
regar las papas.
La higuera tolera bastante bien la salinidad
de las aguas, más que los cítricos y el almendro, pero algo menos que el
granado. Se pueden emplear perfectamente aguas con 2 gramos de cloruro sódico
por litro.
La higuera tiene una gran facilidad de
enraizamiento como hemos dicho. Sus raíces se extienden por la capa arable
del suelo, sin profundizar mucho. Por este motivo le perjudican las labores
profundas, especialmente si no se le han dado con anterioridad, hasta el
extremo que un pase de tractor con «topos» puede, incluso, poner en
peligro la vida de los árboles. Sin embargo, una labor de vertedera o
cultivadores sin profundizar mucho, al cortar algunas raíces, regenera a la
higuera y la vigoriza.
Cuando se
cultiva asociada a otras plantas, le son suficientes las labores propias que
se dan a las mismas; si la higuera se cultiva sola daremos dos o tres
labores superficiales al año: una a finales de invierno y una o dos en
primavera. No labraremos a partir de mayo, porque retrasaríamos la
recolección.
Son pocas las plagas y
enfermedades que afectan a este cultivo y ninguna de ellas reviste
importancia económica grande, por el momento, principalmente en cuanto a la
producción de brevas.
«Caparreta» o «Cochinilla». -La «Caparreta» (Ceroplastes rusci L.)
es la plaga más frecuente, aunque está contrarrestada por parásitos que
efectúan lucha biológica contra la misma. Son afectados los brotes, las
hojas e, incluso los frutos, que se recubren de los caparazones de las
hembras de esta cochinilla. Su presencia favorece el desarrollo de hongos
causantes de «negrilla» sobre la melaza que segrega la cochinilla. Entre
ambos debilitan a la higuera y la hacen propensa a ser invadida por «barrenillos».
La eficacia de los
tratamientos depende mucho de su oportunidad. Hay que efectuarlos cuando
la plaga se encuentra en estado de larva joven. Es difícil luchar contra
ella cuando las hembras o los huevos están recubiertos con el caparazón
propio de esta especie.
Los
productos a emplear son Malatión y el carbaril y las fechas apropiadas son
las de mayo para controlar la primera generación y julio, después de la
recolección de las brevas y antes de madurar los higos, contra la segunda
generación.
Mosca del higo.
-Las larvas del díptero (Lonchaea aristella Beck) se desarrollan
exclusivamente sobre los frutos de las higueras silvestres o cultivadas,
depreciándolos para el consumo humano. Las brevas no son afectadas por esta
plaga porque se recolectan antes de su aparición. Se combate utilizando
mosqueros con cebo o tratando con proteínas hidrolizables y Malatión o
Fentión, para controlar su aparición.
Barrenillo.-Existe
un tipo de barrenillo, el Hypoborus ficus, especifico de la higuera.
Su ataque sólo reviste importancia cuando las higueras no están bien
cuidadas, encontrándose debilitadas y con falta de vigor o por tener
ramas quebradas que no han sido eliminadas. En condiciones normales de
cultivo, con árboles fuertes y vigorosos, la plaga no suele presentarse.
Podredumbres
radiculares. -La higuera es sensible a los ataques de hongos de raíz Rosellinia
y Armillaria, pero su aparición no es frecuente cuando se cultiva en
suelos apropiados poco húmedos.
Virosis.
-La higuera es afectada por el virus del mosaico; sólo es posible
controlarlo seleccionando las estacas de multiplicación, sacándolas
exclusivamente de árboles sanos.
Finalmente queremos recomendar ciertas
precauciones en los tratamientos. La higuera es sensible a numerosos
pesticidas tolerados por otros frutales y que para este cultivo resultan
fitotóxicos, ocasionando quemaduras a las hojas. Se recomienda probar los
productos antes de utilizarlos de una manera general en el cultivo.