El
frambueso se multiplica por renuevos aparecidos en el mismo año, y por acodo
en aporcado. La reproducción por semilla, aunque sea posible, no se practica
por su dificultad, por ser antieconómica y por no presentar fielmente los
caracteres de sus progenitores. También puede multiplicarse por división de
mata en su caducidad, aprovechando los vástagos del año, aunque éste no sea
el procedimiento más recomendable.
Los
mejores planteles para la multiplicación se obtienen de los vástagos del
año emitidos por las plantas más vigorosas y remontantes, de las cuales
puede obtenerse una primera fructificación en otoño y otras en los veranos
siguientes hasta su total extinción. Para ello se descalza la planta, se
escoge el vástago mejor arraigado y se desgaja en su misma base, que es la
forma más correcta de obtener el plantel. Las plantitas se dejan un año en
el vivero y en la primavera siguiente se trasplantan de asiento en líneas
distantes entre sí unos 50 cm en todos los sentidos. La fructificación no
empieza hasta el cuarto año.
El
suelo debe mantenerse bajo cultivo limpio desde el año anterior a fin de
reducir el problema de malezas anuales y para tenerlo en buenas condiciones de
soltura. Un alto contenido en materia orgánica es importante para que el
cultivo tenga éxito, por lo que es conveniente enterrar un abono verde en el
año previo a la plantación o la adición de estiércol y paja (cama de
ganado). No se puede precisar con exactitud la cantidad de estiércol a
suministrar, ya que varía según la naturaleza del terreno y su grado de
fertilidad. Como media se pueden enterrar de 50 a 70 Tm de estiércol maduro
por hectárea, a una profundidad de unos 50 cm, mediante una labor profunda.
Deberá
de hacerse con anterioridad a la plantación un análisis de suelo y aplicar,
si es necesario, cal o abonos minerales, además de empleo de herbicidas para
obtener un suelo apto para el cultivo. La vida media de una plantación de
frambueso puede variar de 10 a 20 años, por lo que es importante comenzar el
cultivo con un buen abonado de fondo.
La
época más adecuada de plantación es durante todo el otoño ya que el
sistema radicular comienza a fijarse en el suelo antes del despertar
primaveral, pero se puede retrasar si riesgo alguno hasta que las yemas
permanezcan en estado quiescente hasta el mes de marzo, dada la rusticidad y
rapidez de crecimiento del frambueso.
Las
plantas procedentes de vivero deben plantarse inmediatamente tras su
recepción, en caso contrario se conservarán en ambiente resguardado y
protegidas del sol y del viento, para evitar la deshidratación de las
raíces.
Para
la plantación del frambueso basta con hacer un hoyo con una azada en el
terreno preparado anteriormente. La distancia entre plantas en las
plantaciones comerciales debe ser la suficiente para permitir el paso de las
máquinas. La producción media más elevada se ha conseguido con marcos de
165 x 60 cm, por lo que se aconseja para el frambueso rojo una distancia
mínima entre filas de 2 m y una máxima de 3 m en función de la fertilidad
del terreno y del vigor del propio cultivar, con distancia entre plantas de
una misma fila de 60-70 cm. Para el frambueso negro se adoptan distancias
medias de 3 m x 1 m, indicadas para la recolección mecanizada.
El
frambueso rojo necesita generalmente el empleo de soportes, ya que sus tallos
se curvan con facilidad bajo el peso de la vegetación y de los frutos
dificultando la recolección y a veces se pueden quebrar. Los sistemas de
conducción son múltiples, destacando la espaldera, utilizando postes y
alambres. Otras veces se emplea un simple poste de madera para cada planta, o
bien sin utilizar ningún soporte se atan grupos de 5-6 tallos en haces,
curvándolos después en arco de forma que se unan unas con otras.
De cualquier forma es preferible utilizar el sistema de conducción por filas que
el de cepas aisladas, ya que facilitan mucho las operaciones de cultivo tales
como el laboreo periódico del terreno, el tratamiento con herbicidas, la
recolección, la poda, etc. Los sistemas en fila o contraespaldera pueden ser
planos o formar un seto bastante ancho; en el primer caso los tallos se
mantienen en un plano vertical mediante alambres superpuestos a diferentes
alturas; en el caso segundo se colocan parejas de alambres, más o menos
separados entre sí sobre un plano horizontal hasta un máximo de 70-80 cm (40
cm a cada lado de la línea media de la hilera).
El
suelo se debe mantener libre de malas hierbas para eliminar la fuerte
competencia hídrica que éstas establecen con el frambueso y por tanto evitar
la consiguiente reducción de la productividad. Junto con las labores
superficiales al terreno también se interrumpe la evaporación del suelo a
través de los vasos capilares. Es importante que la labor no sea demasiado
profunda ya que las raíces del frambueso son muy superficiales ya que se
desarrollan en los primeros 25 cm del suelo. Una profundidad de 10 cm por el
centro de las calles y de 5 cm en las proximidades de las plantas es
suficiente.Si
la labor se realiza durante el invierno se pueden incorporar al terreno los
abonos orgánicos y minerales.
A
parte del laboreo del terreno como método físico de eliminación de malas
hierbas, es posible realizar un desyerbado químico mediante la aplicación de
herbicidas de larga persistencia como simazina, atrazina o diuron,
distribuidos en superficie o el casoron en forma granulada. En los suelos
sueltos o en las calles donde se realizan periódicamente cavas mecánicas, es
conveniente no utilizar herbicidas de larga persistencia, ya que se corre el
riesgo de ponerlo en contacto con las raíces de los frambuesos. Por ello se
recomienda emplear herbicidas de contacto como paraquat o diquat.
Para
conservar la humedad del suelo y reducir la actividad de las malas hierbas se
puede recurrir a extender superficialmente materiales inertes de distinta
naturaleza sobre el suelo, es el llamado mulching. Normalmente se emplea paja,
virutas o serrín de madera o residuos de industrias alimentarias. Estos
productos también ayudan a enriquecer el terreno en materia orgánica. El
espesor del mulching ha de ser al menos de 15 cm y cada año es preciso
añadir material nuevo sobre el viejo, para sustituir la parte que se ha
degradado por la acción de las bacterias del suelo. El empajado también
ayuda a evitar la erosión y lavado del terreno en las plantaciones en
pendiente. Normalmente con la aplicación de esta técnica se favorece el
grosor y sabor de los frutos.
La
poda del frambueso es muy sencilla y se puede resumir en tres simples
operaciones:
1)
Eliminación de los ramos que han fructificado.
2)
Aclareo de la vegetación nueva, con la eliminación de los rebrotes
demasiado débiles o los excesivos en número.
3)
Rebaje de los rebrotes destinado a producir la nueva cosecha.
Desarrollada
la planta en forma de matorral, después de suprimir desde la misma base los
vástagos que ya han dado fruto, se escogen 6-8 de los más vigorosos,
eliminando el resto y despuntando la mitad muy largo y la otra mitad muy
corto, para dar lugar a una fructificación escalonada, tratándose de las
variedades no remontantes, por medio de la cual podrá equilibrase la
vegetación con la producción de fruto, lográndose una cosecha desde junio
hasta finales de agosto.
Respecto
a las variedades bíferas o de dos estaciones se podará corto entre los 60-70
cm, por medio de la cual se obtendrá una fructificación en otoño en los
ramos del mismo año y otra en verano del año siguiente. La poda debe
realizarse en variedades no remontantes a partir de noviembre y en las
remontantes a mitad del invierno, y a una altura de un metro.
Una
plantación de frambuesa agota mucho el terreno y por esto, pasados ocho o
diez años conviene a veces arrancar las plantas. Se necesita siempre un
fuerte abonado de plantación y otro de conservación cada dos años, con
abonos artificiales. Los experimentos hechos respecto de los abonos en una
plantación de frambueso se pueden resumir en:
Son
indispensables abonos frecuentes y abundantes para frambuesa.
Abonado
abundante para que la plantación de frambuesa dure hasta los veinte
años.
Si
falta alguno de los tres elementos fundamentales (N, P, K), la producción
disminuye rápidamente.
El
nitrógeno influye en el desarrollo de los vástagos; si falta fósforo o
potasio, las ramas crecen cortas, las yemas se desarrollan poco, el leño
madura mal y la planta es más sensible a heladas.
El
nitrógeno y el potasio influyen en el desarrollo y producción de los
frutos.
Para
mantener un buen nivel de materia orgánica en el suelo se recomienda realizar
aportes anuales de 15-20 Tm/ha de estiércol bovino o de 10 Tm/ha de
gallinaza. También se puede emplear 10 Tm/ha de paja troceada. La
fertilización mineral puede realizarse aplicando sulfato amónico o nitrato
de calcio (400 Kg/ha) o urea (150-200 Kg/ha). Una aportación anual en
primavera de un abono del tipo 10-10-10 a una dosis de 500 kg/ha puede ser
suficiente para asegurar una buena disponibilidad de elementos fertilizantes a
la plantas en cultivo.