Salvo
para las especies de tallo múltiple, que se pueden multiplicar mediante
separación de uno o varios tallos con sus correspondientes raíces, para el
resto de las palmeras se emplea la reproducción sexual por semilla.
Tras
recoger los frutos del árbol, se comprueba la madurez fisiológica de la
semilla cortándola y observando la dureza y el color del endosperma, que
suele ser blanco o crema. La viabilidad de la mayor parte de las semillas de
palmeras una vez recolectadas dura poco tiempo, por lo que deben sembrarse
inmediatamente después de cosechadas. Normalmente las semillas permanecen
viables entre 2-6 semanas, según la especie, y más si se tratan recién
recolectadas con algún fungicida protector, introduciéndolas posteriormente
en una bolsa de polietileno con aire húmedo y almacenándolas a temperaturas
de 20-25º C.
Existen
varios factores que pueden afectar a la germinación: temperatura, sustrato,
humedad y el que la semilla sea más o menos fresca. Es conveniente el empleo
de técnicas que aseguren una germinación satisfactoria, tales como la
escarificación, estratificación, tratamiento con ácido giberélico a
concentraciones de 5, 10, 25 o 50 ppm. o con una solución de Cloruro de
trifenil tetrazolino o simplemente por inmersión en agua.
La
cubierta de las semillas de algunas especies contienen sustancias inhibidoras
de la germinación, por lo que a veces es conveniente eliminar esta cubierta.
Para ello podemos colocar los frutos en un saco y golpear éste con un palo a
fin de quebrar la corteza y así proceder a su posterior eliminación
lavándolas bajo un chorro de agua. También se pueden poner los frutos en
remojo a 60-70º C durante varios días.
Las
semillas se introducen en macetas o bandejas con sustrato humedecido compuesto
generalmente por mezclas que proporcionan un buen poder retentivo de la
humedad y fácil aireación, tales como turba, mantillo, perlita, vermiculita,
arena, picón, etc. El uso de calefacción con temperaturas comprendidas entre
los 24-30º C facilita la germinación. Conforme vayan germinando las
semillas, las plantitas se transplantarán a macetas de diámetro acorde con
la especie, en cuanto tengan la primera hoja y antes de que la raíz haya
profundizado demasiado.
Se
realizará cuando el sistema radicular de la palmera haya invadido toda la
maceta y no tenga posibilidad de seguir desarrollándose ni de tomar el suelo,
agotado y escaso, el agua y los elementos nutritivos necesarios. La mejor
época para realizar el transplante a otras macetas de mayor diámetro son los
meses de abril y mayo, cuando se reinicia el desarrollo y las raíces entran
en actividad.El
transplante se realiza a otro recipiente 2 o 3 cm mayor, colocando en primer
lugar el drenaje y sobre el la tierra necesaria para que la parte superior del
cepellón quede a la altura conveniente rellenando a continuación el espacio
existente entre cepellón y pared de la maceta.
Se
realiza durante la primavera y el verano. Aquellas palmeras de gran tamaño
destinadas a la decoración en jardines precisan de hoyos lo suficientemente
grandes y profundos para que el cepellón de las raíces pueda desarrollarse
correctamente. En la plantación es importante aportar una capa de estiércol o
mantillo y dar un riego abundante.
Tras
la plantación es importante asentar bien el terreno e incluso realizar
aporcados de tierra alrededor del tronco, provistos de pequeñas pozas para el
riego. Esta capa de tierra también ayudará a mantener la humedad, regular la
temperatura del suelo y evitar el desarrollo de malas hierbas.
La
poda de las palmeras consiste en la eliminación de hijuelos para impedir su desarrollo y también la
de los racimos de frutos y de hojas muertas o enfermas. Es importante quitar
solo aquellas hojas secas o semisecas, respetando al máximo la forma esférica
natural de la copa. Las podas se suelen realizar en verano, pero las hojas secas
se pueden quitar en cualquier época del año, y cuanto antes, pues las vainas
se van endureciendo, lo que dificulta posteriormente su eliminación.
Pero
la época de poda y la intensidad de la misma dependerá de la especie y de sus
beneficios. Así en palmeras destinadas a la producción de frutos, como la
palmera datilera, las podas son algo más intensas para que el sol y el aire
lleguen bien a los racimos; pero en jardinería sólo se limita a la
eliminación de hojas secas, viejas o enfermas.La
eliminación de las hojas enfermas puede evitar que se propague una enfermedad.
Durante la poda y limpieza los cortes han de ser siempre limpios, sin provocar desgarros.
No deberán emplearse espuelas ni producir heridas en el tronco
para acceder a la copa, ya que no cicatrizan y constituyen un medio ideal para
la entrada de patógenos.
En prevención de posibles heladas se hará una aportación al suelo de sulfato
potásico en otoño para lograr un endurecimiento de las plantas y/o sulfato de
manganeso, para evitar en lo posible una carencia en este elemento, inducida por
la baja actividad que tendrán las raíces durante el invierno.
El suelo se puede cubrir con una capa gruesa de mulch para proteger las raíces.
También, se pueden construir pequeños "invernaderos" alrededor de
las plantas más jóvenes, para protegerlas de los vientos e incrementar la
temperatura durante el día, e incluso se pueden atar y cubrir las hojas con
arpillera o plástico transparente, cuidando que esta protección no retenga una
humedad excesiva en su interior y retirándola cuando suban las temperaturas.
Tras las heladas y durante las semanas posteriores se recomiendan tratamientos
fungicidas con productos tales como Hidróxido de cobre y Maneb o Benomilo y
Captan, mezclados al 50% y repitiendo el tratamiento a los 7-10 dias. Los
compuestos cúpricos pueden emplearse incluso antes de darse las heladas, con
objeto de reducir la población bacteriana, pero hay que cuidar de no repetir el
tratamiento más de un par de veces ya que podrían causar problemas de
fitotoxicidad. Igualmente, se recomienda la pulverización de las hojas en primavera y verano
con manganeso y microelementos.
Las
palmeras de interior crecen lentamente y sus necesidades en nutrientes son
poco importantes por lo que sólo hay que aportarles pequeñas cantidades de
abono. La fertilización será mayor durante los meses de verano, cuando su
actividad de crecimiento es mayor. Durante el invierno es común la
aplicación de abonos foliares para prevenir posibles carencias. El
crecimiento puede forzarse mediante la aportación de abonos minerales cuando
los factores ambientales son satisfactorios. El abonado excesivo de las
palmeras de interior puede perjudicar seriamente el desarrollo del
vegetal.
Es
difícil determinar la cantidad de agua necesaria en cada riego y la
frecuencia de los mismos ya que depende de la especie cultivada y de los
factores ambientales propios de cada lugar. En ambientes calurosos se
recomiendan riegos frecuentes e incrementar la humedad ambiental mediante
pulverizaciones de agua. Con temperaturas bajas el crecimiento es lento, la
transpiración escasa, al igual que las necesidades de agua.
Las
necesidades de agua también dependen del sustrato empleado. Los sustratos
ligeros, al secarse más rápidamente, precisas de riegos más frecuentes. En
un sustrato de tipo medio un riego por semana es aconsejable, pero cuidando
que no existan encharcamientos.Hay
que comprobar la humedad del sustrato cada 3 o 4 días. Muchas
palmeras son extremadamente tolerantes a la sequía si ya están establecidas
pero, en general, tendrán una mejor apariencia si disponen de suficiente agua
durante los meses de crecimiento activo.