Planta:
Planta herbácea, vivaz, en roseta, cuyo cultivo puede durar varios años,
aunque comercialmente solo interesa cultivar durante dos o tres, según
cultivares y técnicas de cultivo empleadas.
Sistema
radicular:
Pivotante en origen, pero a medida que se desarrolla, se convierte en
fasciculada y está compuesto por gruesas raíces de las que parten numerosas
raicillas.
Hojas:
Forman en roseta, son alargadas, de unos 40 cm, y ligeramente
hendidas en los bordes; del pecíolo de algunas de ellas evolucionarán los
brotes florales, que van a desarrollar unos vástagos o pedúnculos con una
inflorescencia terminal en capítulo. El pedúnculo puede ser de distintos
grosores, y su longitud depende del cultivar y de las condiciones
medioambientales existentes.
Flores:
El capítulo está formado, desde el exterior hacia el interior, por varias
filas concéntricas de flores femeninas liguladas, normalmente una fila de
flores hermafroditas no funcionales y, colocándose en el centro, las flores
masculinas. Las flores liguladas son de forma y espesor variables y de amplia
gama de colores, según cultivares.
Fruto: Es un aquenio, acostillado, con coloración marrón claro o
marrón oscuro y presenta un vilano en el extremo posterior, lo que facilita
su diseminación. Cada fruto contiene una semilla.
La
gerbera se considera como una especie indiferente al fotoperiodismo, aunque se
la luz influye en la emisión de los brotes laterales, que darán lugar a
nuevas flores. Un mayor número de brotes laterales en el momento de la
antesis de la primera flor, incrementa la producción total de la planta, y
por otro lado, el número de brotes laterales aumenta cuando las plantas se
sitúan en condiciones de día corto.
La
luz influye en el colorido y tonalidad de las flores, que adquieren su mayor
belleza en otoño e invierno, aunque el comportamiento de los diferentes
cultivares frete a la incidencia luminosa es muy variable.
Pueden
presentarse problemas en otoño - invierno, al instalar doble malla paralela
al suelo, ya que disminuye la incidencia de radiación sobre las plantas.
Algunos cultivares pueden presentar pedúnculos excesivamente largos y poco
diámetro y las inflorescencias pueden ser de diámetro muy reducido. Durante
la primavera y el verano, la elevada intensidad luminosa, acompañada de altas
temperaturas, provoca un fuerte crecimiento vegetativo y disminuye la calidad
de la producción, por lo que es conveniente sombrear el cultivo mediante la
utilización de mallas, el encalado de los techos de los invernaderos, o
mediante la combinación de ambos sistemas.
2.1.2.
Temperatura.
La
temperatura del suelo y del ambiente influyen en la velocidad de la floración
y en la longitud del pedúnculo. Asimismo la temperatura ambiental influye en
la emisión de hojas, crecimiento de éstas y precocidad de la floración. La
temperatura del suelo ejerce un efecto positivo sobre el diámetro de la flor
y la longitud del pedúnculo, y el crecimiento de éste es mayor en periodos
oscuros, dependiendo de la relación entre la temperatura del suelo y la del
ambiente.
Las
altas temperaturas, en el momento de la plantación y en el arraigue, pueden
producir desequilibrios entre la parte aérea y las raíces de la planta,
sobre todo en los suelos pesados, en los que el desarrollo de éstas es más
lento. Puede producirse muerte de plantas por estrés hídrico en los meses de
julio y agosto, debido a que las raíces son incapaces de suministrar la savia
que necesitan las partes aéreas para su crecimiento, favorecido por las
condiciones ambientales.
Las
bajas temperaturas en invierno pueden provocar malformaciones y abortos
florales, debido a deficiencias fotosintéticas y a la baja absorción de
minerales a nivel de la raíz. Las temperaturas estivales influyen sobre la
depresión de producción que se aprecia en el segundo año de cultivo.
Las
temperaturas más adecuadas para el cultivo de la gerbera son:
25
ºC durante el día y 20 ºC por la noche, durante el periodo posterior al
transplante y hasta que se inicia el periodo vegetativo.
28
ºC día y 20 ºC noche, como temperaturas más adecuadas en épocas de
elevada luminosidad.
18
ºC día y 12 ºC noche, en periodos de baja luminosidad.
14
ºC día y 12 ºC noche, como temperaturas mínimas que no producen
alteraciones en el comportamiento del cultivo.
16
ºC a 18 ºC en el suelo durante el invierno.
14
ºC en el suelo, como mínimo, que no produce alteraciones en el
comportamiento del cultivo.
2.1.3.
Humedad relativa.
Humedades
comprendidas entre el 75 y 90 % no presentan problemas, pero a valores mayores
pueden favorecer el desarrollo de enfermedades como Botrytis. Por ello se
recomienda un control exhaustivo de la ventilación durante los meses de
invierno. Las oscilaciones elevadas entre el día y la noche y entre
diferentes periodos, pueden afectar a la calidad de la flor, disminuyendo su
conservación en vaso. Humedades relativas superiores al 90 %, pueden provocar
manchas y deformaciones en las flores durante el invierno.
En
los meses de temperaturas elevadas y fuerte ventilación crea condiciones de
H.R. reducida que pueden afectar a la implantación del cultivo, por lo que se
aconseja sombrear y aplicar riego por aspersión o nebulización.
2.1.4.
Concentración de CO2.
El
aporte de CO2 favorece el desarrollo y la producción en gerbera.
El umbral mínimo de contenido en CO2 de la atmósfera del
invernadero, debe ser superior a 300 ppm y no rebasar las 600 ppm.
Para
el aporte de CO2 se pueden emplear humos de caldera, previamente
refrigerados por dilución, o generadores específicos para la producción de
CO2.
Entre
las condiciones edáficas más indicadas para el cultivo de la gerbera
destacan:
Suelos
ligeros, profundos y aireados que posibiliten un desarrollo sin
limitaciones del sistema radicular de la planta.
Ausencia
de capas compactas en el terreno. Hay que dotar al suelo de un buen
drenaje para evitar, tanto la asfixia radicular a la que es tan sensible
la planta, como la infectación de determinados hongos que afectan al
cuello y sistema radicular de la gerbera.
Terrenos
poco calcáreos, con valores de pH medianamente ácidos. En el caso de no
presentarse estas condiciones, la planta evoluciona con la presencia de
numerosas clorosis al no poder asimilar ciertos microelementos.
Suelos
provistos de materia orgánica, que deberá estar bien fermentada para
evitar favorecer la presencia de determinadas enfermedades y quemaduras en
el sistema radicular.
En
la clasificación varietal de la gerbera se tienen en cuenta una serie de
factores como son el color de la inflorescencia, si son simples, semidobles y
dobles, según el número, disposición y tamaño de las coronas de flores
liguladas. También se emplea el térmico corazón negro o verde, según sea
el color de la parte central de la inflorescencia, además del diámetro del
capítulo.
A
nivel mundial, los colores de las flores de gerbera más demandados son: rosa
(incluye tonos fucsia, 40 %), rojo (20 %), amarillo (10 %), blanco (10 %),
naranja (10 %) y otros. En función del tipo de inflorescencia, el consumidor
prefiere el 20-40 % para las flores dobles, 20-40 % para las semidobles y del
30-60 % para las sencillas. Respecto al color de la parte central de la
inflorescencia, la demanda es del 20-30 % para las flores de corazón negro y
del 70-80 % para las de corazón verde.
Por
todo lo comentado, se deduce que el número de variedades cultivadas es muy
amplio y continuamente aparecen en el mercado nuevos cultivares. En el cuadro
siguiente se recogen los cultivares de mayor importancia económica y sus
características principales.
Características de los principales cultivares de
gerbera