En
la preparación del terreno para el cultivo, deberán tenerse en cuenta las
exigencias de la planta en cuanto a su estructura, contenido en materia
orgánica y pH.
Deberá
partirse de un desfonde profundo, al que seguirán las labores necesarias de
cultivador. A continuación se extenderán la turba rubia de Sphagnum y el
estiércol de vaca bien fermentado a las dosis de 250 m3/Ha de cada uno de
ellos, ó 500 m3/Ha de turba (pH 3,5) si no se desea aplicar estiércol.
A
continuación se procederá a la mezcla de los componentes mediante una o
varias labores de frutilladora, procurando que los 20 cm primeros de terreno
queden homogéneos, y a la realización de las mesetas de cultivo con una
embocadura. La altura y dimensiones de las mesetas se determinarán en
función de la textura del terreno y de las características constructivas del
invernadero. Las mesetas se realizarán en sentido transversal a la mayor
longitud del invernadero, y no superarán los 20 m. Los pasillos de servicio
tendrán una anchura de 0,8 a 1 m.
Las plantas de
gerbera se obtienen por semilla, por multiplicación vegetativa y por cultivo in
vitro.
4.2.1.
Propagación por semilla.
Este
método de propagación se realiza para la mejora de esta planta, pero
también se emplea para la obtención de cultivares de gerbera para maceta.
Mediante
este método se obtiene una disminución del vigor en la autofecundación de
esta especie por lo que hay que recurrir a retrocruzamientos entre individuos
bastantes alejados genotípicamente para conseguir una gran cantidad de
semilla y descendientes vigorosos. Además debido a que el pistilo madura
antes que los estambres, por lo que la emasculación se realizará antes de la
maduración de las flores femeninas. Más tarde se cubre el capítulo para
evitar fecundaciones no deseadas y cuando los estigmas estén maduros se
procederá a polinizarlos con el polen elegido.
Las condiciones
climáticas más favorables se dan con temperaturas ligeramente elevadas, de
22-24 ºC y una HR de 40-50 %. Desde la polinización hasta la maduración de
la semilla transcurren de 4 a 8 semanas, obteniéndose de 40 a 100 semillas
por capítulo. El poder germinativo se reduce al 50 % después de tres meses y
al 5 % después de seis meses.
4.2.2.
Propagación vegetativa.
Es el método
más sencillo, pero comercialmente no se emplea por su baja tasa de
propagación. Para ello se arranca la planta adulta de más de un año,
podándose las raíces a una longitud de 10-12 cm, y seleccionando varias
hojas adultas cuyos limbos se recortan dejando un tercio de ellas.
Posteriormente se divide el rizoma en pequeñas porciones que contendrán
raíces y parte aérea. Estas porciones se desinfectarán con un caldo
fungicida antes de su plantación y se colocan a continuación bajo mist-system
a 25 ºC o bajo pequeños túneles de polietileno y se toman para el esquejado
los brotes que se desarrollen cuando tienen 2 a 3 hojas, los cuales se colocan
en mesas de multiplicación a 25 ºC y HR del 80 %. Se obtienen entre 4 y 10
plantas por cada planta madre. El enraizamiento se efectúa a los 15-20 días.
4.2.3.
Multiplicación in vitro.
Con la
micropropagación se obtiene de una planta un gran número de plántulas
anualmente frente a las menos de 100 que permiten obtener los métodos
clásicos de propagación vegetativa. Se cultivan primero en tubos de ensayo y
luego en frascos o cajas de polypropyleno, fragmentos de capítulos muy
jóvenes o meristemas. Se obtienen plantas a los 3 ó 4 meses. El estado
sanitario es excelente ya que están exentas de Phytophthora.
4.3.
PLANTACIÓN.
La
fecha de plantación es muy importante ya que de ella condicionará la época
en la que la producción será máxima. Si se planta muy pronto en primavera,
la producción se iniciará en el verano, época de difícil
comercialización, con un crecimiento vegetativo de la parte aérea muy
elevado. Si se planta al final de la primavera o en el verano, el desarrollo
vegetativo y radicular será escaso a la llegada del invierno, con la
consiguiente disminución de la calidad y cantidad del producto. La fecha de
plantación que se considera conveniente es a finales de mayo, para que a los
3 meses la gerbera comience a florecer.
Una
vez recibida la planta se deberá transplantar enseguida, manteniéndola hasta
entonces en un lugar fresco y ventilado. El cuello de la planta no debe
enterrarse para evitar la incidencia de enfermedades.
4.4.
CUIDADOS POSTERIORES A LA PLANTACIÓN.
La gerbera es
una planta muy sensible a cualquier manipulación mecánica ya que puede
provocar la rotura del sistema radicular. Por ello hasta que la planta no
está completamente arraigada no se aconseja su manipulación, ni el aclareo
de las primeras hojas y de botones florales no comerciales. El desbotonado
tendrá lugar cuando los pedúnculos tengan unos 15 cm de largo. Los
tratamientos fitosanitarios posplantación serán a baja presión y no
dirigidos a la planta. La escarda de las malas hierbas será manual.
A los 80-100
días ya se pueden realizar las labores culturales más usuales pero
intentando no mover la planta e intentando no arrancar aquellas partes que
afecten a la producción. Se procurará no dejar restos de poda sobre las
plantas, ya que pueden ser foco de plagas y enfermedades.
4.5.
DESHOJADO.
Esta
operación influye en el comportamiento del cultivo y junto a las labores de
recolección y preparación de la flor, constituye hasta el 80 % de gasto del
cultivo. El objetivo del deshojado es eliminar todas aquellas hojas
envejecidas o partes de la planta que impiden una correcta iluminación y
ventilación y que son foco de parásitos y enfermedades. Se realiza a la
primavera siguiente de la plantación, evitando que las hojas rocen con los
botones florales y puedan provocar deformaciones en las flores y torceduras en
los pedúnculos.
Si
la plantación continúa en producción durante el verano, cada dos o tres
meses, se aconseja realizar un repaso de deshojado que permita mejorar la
lucha contra las plagas estivales. El último deshojado severo se realiza a
finales de verano (Septiembre) y en otoño e invierno se retirarán los restos
de hojas envejecidas y rotas, para evitar la proliferación de enfermedades.
4.6.
REPOSO VEGETATIVO.
El clima, la fecha
de plantación, el deshojado y la intensidad de la producción, pueden modificar
el comportamiento fisiológico de las plantas.
La gerbera tiene
una fase en que experimenta un reposo vegetativo y que coincide con la estación
invernal. Debido a que en invierno es cuando se consiguen los mejores precios en
la venta de flor, se trata de desplazar este reposo a épocas en que los precios
y calidades de la flor resultan menos interesantes, como es el verano.
El reposo estival
en gerbera se induce a partir del segundo año, suprimiendo las prácticas
culturales de fertirrigación, recolección y deshojado desde finales de mayo a
mediados de agosto, periodo productivo menos importante en condiciones
climáticas mediterráneas. Dependiendo del sustrato será o no necesario
suministrar los aportes hídricos mínimos que garanticen la supervivencia de la
planta. La supresión de la recolección procura una disminución en la
formación de nuevos brotes y por tanto una reducción en la movilización de
reservas de la planta.
Operando de esta
forma se consigue recuperar la producción de hojas y flores, posibilitando una
abundante cosecha de flores de calidad a partir de finales de septiembre.
El abonado
nitrogenado bien equilibrado es fundamental para el buen desarrollo de la
gerbera. Sobre todo en la fase de crecimiento tiene un efecto favorable en el
desarrollo del sistema radicular de la planta. Más adelante la nutrición
nitrogenada influye en la duración de las flores. Un exceso o defecto de
nitrógeno influye en el marchitamiento de las platas. Se han conseguido
buenos resultados aplicando en tierras francoarenosas abonos complejos tipo
20-10-10 a plantas jóvenes y a razón de 2 kg/ha.
El suelo debe
tener altos niveles de fósforo, por lo que se emplearán abonos fosfatados
biamónicos y super-triple, para salinizar lo menos posible el suelo.
El potasio juega
un papel muy importante en el equilibrio con el nitrógeno para una buena
producción floral.
La frecuencia
del abonado de cobertera puede variar con la época del año, pues, se hará
semanalmente en las épocas de más calor, aplicándolo conjuntamente con el
agua de riego. En cuanto a la cantidad, dado que la gerbera es muy sensible a
los excesos de sales, no debe sobrepasarse la concentración de 1 gramo de
abono por litro de agua.
En
el cultivo de gerbera realizado directamente sobre el suelo, el manejo del
riego constituye una operación cultural muy importante. El agua
aportada debe ser de buena calidad y con reducidos contenidos en calcio y
otras sales solubles.
Después
de la plantación se puede producir un estrés hídrico que provoque un
retraso en el crecimiento de las plantas, debido a que las raíces no son
capaces de extenderse y de explorar el suelo. Para evitarlo es conveniente
combinar con el riego las operaciones de sombreo y de ventilación para que el
suelo no se caliente y la planta pueda vegetar. Se aportarán de 15 a 20 l/m2
de agua después de la plantación y de dos a tres riegos diarios hasta que la
planta se asiente, manteniendo el terreno húmedo, aireado y sin
encharcamientos, para evitar la pudrición del cuello de las plantas. El riego
será aéreo o localizado. Una vez que las plantas hayan enraizado, los riegos
serán menos intensos y más distanciados en el tiempo.