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    EL CULTIVO DE LA GERBERA

1. MORFOLOGÍA Y TAXONOMÍA

2. EXIGENCIAS EN CLIMA Y SUELO

    2.1. EXIGENCIAS EN CLIMA

    2.2. EXIGENCIAS EN SUELO

3. VARIEDADES COMERCIALES

4. PRÁCTICAS CULTURALES

    4.1. PREPARACIÓN DEL SUELO

    4.2. PROPAGACIÓN

    4.3. PLANTACIÓN

    4.4. CUIDADOS POSTERIORES A LA PLANTACIÓN

    4.5. DESHOJADO

    4.6. REPOSO VEGETATIVO

5. FERTILIZACIÓN

6. RIEGO

7. ALTERACIONES FISIOLÓGICAS

8. PLAGAS

9. ENFERMEDADES

10. RECOLECCIÓN Y COMERCIALIZACIÓN

11.BIBLIOGRAFÍA

 

   

    7. ALTERACIONES FISIOLÓGICAS.

        7.1. Caída de pétalos.

En algunas variedades de gerbera, sobre todo en las de pétalos largos, puede aparecer en ciertas épocas del año una pérdida de algunos pétalos del capítulo floral, lo que deprecia la flor. Se atribuye esto a causas genéticas o climáticas. También esta influenciado por una deficiente fertilización en potasa, por lo que se recomiendan tratamientos foliares con nitrato potásico al 1,75 %, con un mojante, para corregir esa tendencia.

        7.2. Clorosis.

Este amarilleamiento internerval de las hojas se produce cuando se riega con bajas temperaturas. El suelo frío o húmedo bloquea la asimilación del hierro por parte de la planta. Por ello se aconseja realizar aplicaciones foliares de quelato de hierro.

    8. PLAGAS

        8.1. Minador de hojas.

La larva de Liriomyza trifolíi excava galerías en el parénquima de la hoja, disminuyendo la actividad fotosintética de la misma. El adulto produce unos puntos blanquecinos sobre las hojas cuando coloca los huevos sobre las mismas.

Para el control de los adultos se recomienda tratar con metomilo, triclorfón, metamidofos, deltametrina y cipermetrina, que actúan como repelentes. En el control de las larvas se emplea fentión, triazofos, ciromazina y abamectina.

        8.2. Trips.

Los principales daños están provocados por Frankliniella occidentalis que vive sobre todo en los botones florales y en las hojas jóvenes, encontrándose más raramente sobre las zonas adultas, creando graves problemas de control al hallarse sobre las partes de la planta más inaccesibles a los insecticidas.

El tratamiento se realizará obteniendo una buena penetración del producto en las zonas donde habita el parásito, con una tamaño de gota grande y a presión baja, mediante nebulización térmica o en espolvoreo. Los productos más empleados son acefato, endosulfán, metomilo, malatión, lindano o isofenfos.

        8.3. Mosca blanca.

Las larvas y adultos de Trialeurodes vaporariorum se alimentan de las hojas y segregan una melaza sobre la que se desarrolla un moho que provoca manchas sobre éstas, disminuyendo la fotosíntesis, y afectando a los pedúnculos y a las flores, limitando su comercialización.

Se recomienda tratamientos preventivos con deltametrín, permetrín, metomilo, dimetoato, metamidofos, triclorfón, etc. para su control.

        8.4. Ácaros.

La araña roja, Tetranychus urticae, provoca manchas localizadas a lo largo de los nervios principales, que finalizan afectando a toda la superficie foliar. El control es dificultoso ya que los adultos y los estados inmaduros se desarrollan en el envés velloso de las hojas de gerbera. Se recomienda su control con abamectina.

Los ácaros blancos, Polyphagotarsonemus latus y Tarsonemus pallidus, realizan sus puestas sobre las hojas jóvenes del centro de la planta y en los botones florales. Las larvas ocasionan deformaciones de las lígulas, torsiones de la flor y reducción de su desarrollo perimetral. El grado de deformación es función de la densidad poblacional. En las hojas puede ocasionar deformaciones de los bordes del limbo, plegamiento hacia el haz o el envés de la superficie foliar y el engrosamiento del limbo y carácter quebradizo del mismo.

Para su control se recomienda un deshojado previo y tratamientos directos hacia el centro de la planta con endosulfán, dicofol, tetradifón y propargita.

        8.5. Orugas.

Las larvas de diferentes especies de lepidópteros noctuidos (Spodoptera sp.; Heliothis sp.; Antographa gamma; Chrysodeixis chalcites ...) son muy voraces, capaces de ocasionar daños importantes en la parte aérea de la planta.

Los daños se producen principalmente en las hojas al reducir su superficie foliar con sus mordeduras. En caso de fuertes infectaciones pueden provocar daños importantes en las flores al devorar las. En climas cálidos los ataques más frecuentes se producen durante los meses otoñales, coincidiendo con el aumento de las poblaciones de estos insectos.

La plaga se combate con eficacia aplicando determinados insecticidas en pulverización como metomilo, preparados de Bacillus thuringiensis, diversos piretroides, etc.

    9. ENFERMEDADES

        9.1. Verticilium dahliae.

Propia de épocas invernales, esta enfermedad vascular provoca una obstrucción de los nervios de las hojas que, al no ser alimentados, se secan. La verticiliosis se manifiesta por un marchitamiento de la planta, acompañado de un amarilleamiento progresivo de las hojas, con decoloración de nervios, que terminan secándose. Al final la planta acaba por morir. Se inicia por las hojas más exteriores de la planta. No existe tratamiento curativo pero se pueden eliminar aquellas hojas afectadas y desinfectar el terreno previamente con metam-sodio o metam-potasio.

        9.2. Rhizoctonia solani.

Esta enfermedad causa daños a plantas jóvenes, pero también a plantas adultas en situaciones de estrés. Su óptimo de desarrollo se encuentra entre los 15-25 ºC. Los síntomas de esta enfermedad son clorosis en las hojas y posterior envejecimiento y desecación de las mismas, para finalizar con la muerte de la planta. Como tratamientos preventivos se aconseja una limpieza de restos de hojas envejecidas en plantas, buena ventilación del invernadero, regulación de la humedad del suelo, etc. y pulverizaciones a base de benodanilo.

        9.3. Oidio.

Propio de condiciones de clima seco, el oidio Erysiphae rolyphaga ataca sobre todo en el segundo año de cultivo. El micelio blanco vive sobre la superficie de la hoja, se alimenta del interior de ésta y, al extenderse, puede llegar a secarla completamente y atacar al pedúnculo y al capítulo floral. Entre los productos más empleados para su control destacan dinocap, dodemorf, fenarimol, triadimefón y pirazofos. 

        9.4. Podredumbre gris.

Provocada por el hongo Botrytis cinerea, su desarrollo se inicia sobre material viejo y en descomposición; de éste se traslada a las hojas y flores en donde produce los daños más importantes. La enfermedad se manifiesta por la presencia de un micelio gris característico acompañado de pudriciones blandas. Cuando el ataque afecta a las lígulas, se denota la formación de pequeñas manchas grisáceas sobre su superficie afectando a la posterior comercialización de estas flores ya que el hongo continúa su evolución.

Los métodos culturales para prevenir su presencia son similares a los empleados en el control de Rhizoctonia solani. Los productos químicos más empleados son vinclozolina, iprodiones, procimidona, etc.

        9.5. Sclerotinia sclerotiorum.

Este hongo produce podredumbre blanda en la base de las hojas y en el cuello de las plantas. Se distingue por un abundante micelio algodonoso, sobre el que aparece posteriormente nódulos negros que corresponden a los esclerocios. Se controla con los mismos productos que la podredumbre gris, aplicándolos a la base de la planta, y, de forma preventiva, evitando los excesos de humedad en el cuello de ésta.

        9.6. Nematodos.

Los nematodos del género Meloidogyne provocan nudosidades en las raíces, disminuyendo el aporte nutricional a la planta y provocando la muerte de las mismas. Son un gran problema si se repite el cultivo sobre suelos no desinfectados. Su control debe realizarse preventivamente mediante la desinfección del suelo y la aplicación de aldicarb antes de la plantación y la adición al agua de riego de oxamilo o fenamifos.

    10. RECOLECCIÓN Y COMERCIALIZACIÓN.

La flor de gerbera es muy delicada en la manipulación, por lo que se deben adoptar una serie de precauciones en su manejo desde el instante de su recolección.

El capítulo de la inflorescencia debe presentar dos filas de flores masculinas abiertas, lo que se pone de manifiesto por la presencia de las anteras, aunque existen variedades e n las que esta observación es difícil, y en las que se recolecta observando el cierre del corazón y la forma en que están desplegadas las lígulas.

El realizar el arranque de la flor indicado, incrementará la vida de ésta y su aptitud para el transporte, momento en el que ha alcanzado su desarrollo máximo, tanto de diámetro de la inflorescencia como de longitud y rigidez del pedúnculo.

La recolección debe realizarse en las primeras horas de la mañana, antes de que las temperaturas del ambiente del invernadero sean elevadas, sujetando la base del pedúnculo y arrancándolo mediante un movimiento de torsión, de tal forma que se desprenda el callo de inserción del pedúnculo y sin que se produzca su rotura, no debiendo quedar ningún resto sobre la planta.

Los rendimientos obtenidos a lo largo del cultivo varían según cultivares, pero se pueden obtener como media unas 18 flores por planta durante el primer año, 25 fl/pl en el segundo y 24 fl/pl en el tercero.

Para comercializar las flores se emplean paneles especiales de cartón o cálices de material plástico que impiden el roce de las lígulas entre ellas y con las cajas que los contienen. El empaquetado de la flor es delicado y se recomienda que se realice en la misma explotación para aquellas variedades sensibles al roce. Cada una de las cajas puede almacenar de 20 a 30 unidades dispuestas en dos paneles.

En cuanto a los parámetros de calidad que sirven para la clasificación de la flor, existen diversos criterios, aunque los más empleados son:

  • Longitud de la vara. Expresa un número en centímetros, medidos desde la base del pedúnculo hasta la parte superior del capítulo.

  • Diámetro del capítulo. Se refiere al número de centímetros correspondientes al diámetro de la circunferencia que forman los extremos exteriores de las lígulas de la inflorescencia.

  • Rigidez. Indica la rectitud y fortaleza del capítulo.

  • Especificaciones. Referidas a las flores y a los tallos que deben estar exentos de daños producidos por plagas, enfermedades, alteren su aspecto y color, manchas o quemaduras producidas por productos fitosanitarios, residuos visibles de tratamientos y magulladuras, defectos de vegetación (lígulas torcidas), etc.

  • Tolerancia de calidad. Expresa el porcentaje de varas que pueden presentar ligeros defectos, a condición de que la homogeneidad de la presentación no se vea afectada.

  • Presentación de las flores en los envases descritos anteriormente, define las categorías extra, primera y segunda en función de la conservación de los capítulos.

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