Si el agua no es salina se utilizan disoluciones nutrientes, optimizadas para cada cultivo
mediante ensayos hidropónicos previos. Si el agua contiene salinidad, que es el caso más frecuente, debe
tenerse ésta en cuenta, no sólo por la aportación de elementos fertilizantes y las relaciones entre ellos, sino también por los elementos
tóxicos como CI, Na e incluso un exceso de Mg, con el fin de evitar los antagonismos
correspondientes. El proceso correcto debe ser la utilización de una disolución nutritiva equilibrada, para que sea la
planta la que tome los nutrientes que necesite en cada momento, según el proceso de fotosíntesis,
momento fenológico, riegos, etcétera, de cada día. Paralelamente se debe realizar un control de planta
y substrato para determinar una posible acumulación de elementos nutrientes o una deficiencia de estos y proceder, en consecuencia, a la corrección de la disolución nutriente y a verificar los
correspondientes lavados del substrato. Cuando exista en el agua de riego una salinidad alta debida a CI - , Na y Mg se necesita aplicar
niveles de NO3 - y Ca elevados desde el principio del cultivo, con el fin de paliar los antagonismos
correspondientes. Si la salinidad no es alta se debe utilizar la disolución nutriente diluida, al menos el
primer mes de cultivo. El coeficiente de dilución puede ser de 50 por 100 y después del primer
mes ir subiendo paulatinamente hasta el 100 por 100 de las concentraciones normales.
Por otra parte, las necesidades de la planta no son las mismas durante todo el ciclo de cultivo.
Sin embargo, no es fácil concretar niveles y momentos fenológicos, por lo que recomendamos
que tanto los coeficientes de dilución como las diferentes necesidades específicas del cultivo, según
el momento fenológico, se calculen en función del análisis de planta, teniendo en cuenta, que para
cultivos como el tomate se solapan ciclos en la misma planta. Por tanto, la mejor forma de establecer la
secuencia de concentraciones en la disolución nutriente es hacer un seguimiento del cultivo para ver la respuesta de éste a una disolución nutriente
optimizada, deducida por cultivo hidropónico. Los fertilizantes minerales a emplear en la fertirrigación deben ser simples y baratos y, por
tanto, con el proceso más corto posible de fabricación. En este sentido productos como H3PO4, y
HNO3 son muy interesantes si el substrato y la salinidad del agua de riego los permiten. Compuestos
como KNO3, Ca(NO3)2, Fosfato amónico, K2SO4, NH4NO3 y SO4Mg son suficientes para la mayor
parte de los casos que puedan presentarse. Pueden realizarse mezclas de ellos en las disoluciones
madres siempre que no sean incompatibles. En cuanto a los oligoelementos, deben aplicarse quelatos
de Fe, Mn y Molibdato. El Boro, si no está en cantidad suficiente en el agua de riego, puede aplicarse como ácido bórico o bórax. El Cu y Zn
a menudo van incorporados en los tratamientos fitosanitarios, pero también pueden aplicarse como
sulfatos e incluso quelatos. El pH de las disoluciones nutrientes suele oscilar entre 5,5 y 6,5. Debe controlarse también su
conductividad, y sobre todo, su interacción con el substrato.
Según hemos indicado anteriormente, una vez que se ha optimizado la disolución nutriente,
mediante cultivo hidropónico, y para una especie vegetal determinada, se considera la salinidad y se
equilibran los elementos antagónicos correspondientes dentro de las limitaciones del propio agua de
riego, conductividad, pH y niveles y relaciones óptimas. Pero la disolución así constituida
todavía es susceptible de variación al considerar el substrato sobre el que se va a aplicar.
Substratos
Enarenado
Está formado por tres horizontes: arena, horizonte orgánico y suelo. El primero corresponde a una capa de 8 a 10 cm. y se utilizan tres tipos de arena en función de
su granulometría. El segundo horizonte, el orgánico, corresponde a una mezcla del abono orgánico utilizado en el
retranqueo y el suelo. La turba se utiliza, incluso con ventaja, al estiércol en muchos casos.
El tercer horizonte del enarenado es el suelo, que corresponde, por ejemplo, en Almería a la
denominada Tierra de Cañada, con textura de tipo franco-arcilloso.
Rock wool
Es prácticamente inerte y, por tanto, la disolución nutriente debe ser muy controlada. La
disolución debe tener un pH de 5,5 a 6.
Turba
Se utilizan "pastillas" de turba de 20 x 70 y con una profundidad de 9 cm. y dos plantas por
pastilla. Suelen estar tratadas para mejorar su pH y el nivel de elementos nutrientes.
Análisis de substratos
En la tabla I, se indican los análisis de dos substratos artificiales completamente distintos. La
turba es un material tratado y enriquecido y la rockwool es prácticamente inerte. En el primer caso la
fertirrigación será netamente alterada por los contenidos de la turba y en el segundo se realizará,
aproximadamente, un cultivo hidropónico.
Disolución nutritiva real "in situ".
Interacción substrato-disolución de goteros
En la tabla II, se comparan la disolución que llega a los goteros y la que realmente está a
disposición de la planta. Pueden observarse las diferencias acusadas y, por tanto, la necesidad de
evaluar la disolución del substrato, en este caso enarenado, en el mismo campo para conocer los
elementos que realmente están a disposición de la planta. En función de la interacción substrato-disolución
de goteros deberemos corregir ésta última, considerando la respuesta del cultivo indicador correspondiente para optimizar su nutrición.