2.2.
ABONOS COMPUESTOS
a) Solución de abono NPK. Producto
obtenido químicamente y por disolución en el agua, en forma estable a la
presión atmosférica, sin incorporación de materia orgánica fertilizante
de origen animal o vegetal.
b) Suspensión de abono NPK. Producto
en forma líquida cuyos elementos fertilizantes proceden de sustancias tanto
en suspensión como disueltas en el agua, sin incorporación de materia orgánica
fertilizante de origen animal o vegetal.
c) Solución de abono NP. Producto
obtenido químicamente y por disolución en el agua, en forma estable a la
presión atmosférica, sin incorporación de materia orgánica fertilizante
de origen animal o vegetal.
d) Suspensión de abono NP. Producto
en forma líquida cuyos elementos fertilizantes proceden de sustancias tanto
en suspensión como disueltas en el agua, sin incorporación de materia orgánica
fertilizante de origen animal o vegetal.
e) Solución de abono NK. Producto
obtenido químicamente y por disolución en el agua, en forma estable a la
presión atmosférica, sin incorporación de materia orgánica fertilizante
de origen animal o vegetal.
f) Suspensión de abono NK. Producto
en forma líquida cuyos elementos fertilizantes proceden de sustancias tanto
en suspensión como disueltas en el agua, sin incorporación de materia orgánica
fertilizante de origen animal o vegetal.
g) Solución de abono PK. Producto
obtenido químicamente y disuelto en el agua, sin incorporación de materia
orgánica fertilizante de origen animal o vegetal.
h) Suspensión de abono PK. Producto
en forma líquida cuyos elementos fertilizantes proceden de sustancias tanto
en suspensión como disueltas en el agua, sin incorporación de materia orgánica
fertilizante de origen animal o vegetal
Se denominan micronutrientes
u oligoelementos a aquellos elementos nutritivos que, siendo
esenciales, son utilizados por las plantas en cantidades relativamente bajas.
Los de naturaleza metálica (Fe, Mn, Cu y Zn) están presentes en suelos y
sustratos principalmente como óxidos o hidróxidos u otras sales bastantes
insolubles a pH básicos o alcalinos. El boro (B) y el molibdeno (Mo) son
necesarios en cantidades aún menores, son más solubles y su presencia
depende del contenido en el agua de riego u otros materiales aportados (ej:
materia orgánica). Su rango de normalidad es muy estrecho, por lo que hay que
vigilar su aporte, tanto por defecto como por exceso.
El cloro es requerido en bajas
concentraciones por la planta, aunque generalmente se halla en cantidad más
que suficiente en el agua de riego y en los fertilizantes utilizados
habitualmente.
En riego localizado por goteo se hace
imprescindible la aplicación de micronutrientes, debido a que las raíces de
las plantas exploran un volumen de suelo limitado por el bulbo del gotero,
cuyo contenido en oligoelementos puede ser insuficiente.
Tradicionalmente se empleaban al final de
riegos puntuales durante períodos de elevados requerimientos, pero
actualmente, conocida su importancia, se tiende a aportarlos como un
fertilizante más e incluso buscando un equilibrio nutritivo de forma similar
a como se realiza en hidroponía. No obstante, cualquiera que sea la forma de
aplicación, conviene aportarlos en pequeñas dosis y con frecuencia.
Por otro lado, es frecuente que se produzcan
interacciones entre los micronutrientes, por lo que resulta aconsejable
fertirrigar con todos ellos a la vez, para evitar posibles desequilibrios.
Puede prepararse la solución madre de
oligoelementos de forma independiente al resto de fertilizantes o bien
mezclarse con abonos que incorporen nitratos, siempre que se añadan antes que
estos, excepto con el ácido nítrico, ya que por su bajo pH puede provocar su
destrucción. En caso de aguas con pH elevado, conviene acidificar.
Los fertilizantes que incorporan
micronutrientes no sólo deben ser solubles, al igual que en el caso de los
macronutrientes, sino que además deben ser estables a los valores de pH del
medio de cultivo. Así, en suelos de carácter básico los microelementos metálicos
precipitan rápidamente hacia formas insolubles no asimilables por la planta,
si se aportan en forma mineral, por lo que habría que recurrir al empleo de
quelatos. Un quelato es un compuesto químico constituido por una molécula de
naturaleza orgánica, que rodea y se enlaza por varios puntos a un ión metálico,
protegiéndolo de cualquier acción exterior, de forma que evita su hidrólisis
y precipitación. Existen numerosos tipos de quelatos autorizados:
-EDTA: Ácido Etilén-Diamino-Tetraacético.
-DTPA: Ácido Dietilén-Triamino-Pentaacético.
-HEDTA ó HEEDTA: Ácido Hidroxi-Etilén-Diamino-Triacético.
-EDDHA: Ácido Etilén-Diamino Di-orto-Hidroxi-fenil-acético.
-EDDHMA: Ácido Etilén-Diamino Di-orto-Hidroxi-para-Metil-fenil-acético.
-EDDCHA: Ácido Etilén-Diamino Di-orto-Hidroxi-para-Carboxi-fenil-acético.
La eficacia de dichos quelatos es función
de su capacidad para mantener el ión en disolución, disponible para la
planta. Su estabilidad en el medio depende tanto de las concentraciones de
calcio y CO2 en éste, como de su pH. Esto se justifica por el
papel competidor que ejerce el ión calcio con respecto al ión quelatado, que
puede desplazar dicho quelato. Sin embargo, el CO2 al disolverse,
da lugar a la formación del ión bicarbonato, que posteriormente puede
precipitar calcio en forma de carbonato cálcico, disminuyendo la competencia
de este último, así como el pH. Dicha reducción del pH aumenta la
estabilidad de los quelatos, mientras que valores elevados provocan su
descomposición y, por tanto, disminuyen su eficacia.
Bajo condiciones de pH elevado el hierro
suele aplicarse quelatado con EDDHA, debido a su mayor estabilidad ante estas
condiciones. No obstante, existen distintos isómeros posicionales, para-para,
para-orto u orto-orto, siendo este último el único reconocido por la
normativa comunitaria y española.
Otro aspecto a tener en cuenta para el uso
de quelatos es su reactividad frente a los sustratos. La reactividad de los
quelatos con grupos fenólicos, como orto Fe-EDDHA, no viene motivada tanto
por la competencia de iones sino por la posibilidad de ser retenidos en el
suelo por óxidos amorfos o materia orgánica, lo cual dificulta el transporte
de hierro hacia la superficie radicular, disminuyendo su eficacia. Dicha
retención depende del pH, siendo superior a bajos valores de pH, por lo que
se recomienda su uso para sustratos a pH superiores a 6 ó 6,5.
En el caso de los sustratos mixtos como el
"enarenado", el quelato interacciona con todos los materiales con los que
entra en contacto, debiendo tener presente la reactividad de cada uno de
ellos. No obstante, son la capa orgánica y el suelo arcillosos los que más
influyen en la reactividad del sustrato. Cuando la capa orgánica está
neutralizada, el Fe-EDDHA o quelatos similares, son los que podrán aportar más
hierro a las plantas, pero si el pH es ácido habrá que aportar Fe-DPTA o Fe-EDTA,
aunque pueden precipitar en la línea de goteo o cuando entran en contacto con
un suelo calizo de la capa inferior. Sin embargo, aunque la arena de la capa
superior sea caliza, suele ser poco reactiva, por lo que su influencia será
escasa.
Con respecto al boro y al molibdeno, no se
dispone de quelatos, ya que su estructura química impide su formación, por
lo que en caso de no estar presente en cantidades suficientes en el agua de
riego, se aplicarán en forma de compuestos inorgánicos (ácido bórico y
borax, para el boro y molibdatos amónico y sódico, para el molibdeno) o
enlazados a moléculas orgánicas tipo etanolamina o trietanolamina.