SISTEMAS DE CULTIVO EN SUSTRATO: A SOLUCIÓN
PERDIDA Y CON RECIRCULACIÓN DEL LIXIVIADO
Autor:
MAGÁN CAÑADAS, J.J.
Cultivos
sin Suelo II. Curso
Superior de Especialización. Pág. 173 - 205.
1.
INTRODUCCIÓN
2.
COMPONENTES DE UN SISTEMA DE CULTIVO SIN SUELO
3.
CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS DE CULTIVO SIN SUELO
3.1.
CULTIVO EN GRAVA CON SUBIRRIGACIÓN
3.2.
CULTIVO EN SUSTRATOS DE BAJA CAPACIDAD DE RETENCIÓN DE AGUA CON
APORTE EN SUPERFICIE DE LA SOLUCIÓN NUTRITIVA
3.3.
CULTIVO EN SISTEMAS CONVENCIONALES CON SUSTRATO
3.3.1.
Cultivo en bancadas de arena
3.3.2.
Cultivo en sacos rellenos de sustrato
3.3.3.
Otros sistemas de cultivo
3.3.4.
Sistemas cerrados con reutilización del lixiviado
4.
CONCEPTOS BÁSICOS PARA EL MANEJO DE LA FERTIRRIGACIÓN EN LOS
SISTEMAS CONVENCIONALES CON SUSTRATO
4.1.
SISTEMAS A SOLUCIÓN PERDIDA
4.2.
SISTEMAS CON REUTILIZACIÓN DEL LIXIVIADO
5.
BIBLIOGRAFÍA
4.2.
Sistemas con reutilización del lixiviado
Ya se vio previamente que estos sistemas, a pesar
de ser cerrados, derivan de los sistemas convencionales abiertos con
sustrato, por lo que en su manejo habrá que tener en cuenta muchas
de las consideraciones apuntadas con anterioridad. No obstante es
necesario realizar una serie de anotaciones adicionales.
El volumen de riego se fija del mismo modo que en
un sistema abierto pero, dado que el drenaje es recogido y
reutilizado, se pueden establecer porcentajes de lixiviación más
elevados sin que ello suponga un despilfarro de agua y nutrientes.
Esto permite evitar en momentos puntuales posibles déficits hídricos
que pueden llegar a producirse si se realiza un aporte muy ajustado
de solución nutritiva. Además, al regarse con mayor frecuencia, el
contenido mínimo de agua en el sustrato será mayor y la solución
estará sometida a una menor presión matricial, con lo que el gasto
energético llevado a cabo por parte de la planta en el proceso de
absorción disminuirá. Finalmente, si se trabaja a un porcentaje de
lixiviación muy elevado, resultará factible mantener
concentraciones de nutrientes en la rizosfera más bajas de las
habituales sin que el cultivo se resienta ya que la reposición
frecuente de la solución a nivel radicular impedirá un déficit
local de nutrientes. No obstante, esto tiene un límite ya que,
debido a la necesidad de desinfectar la solución nutritiva para
evitar la propagación de patógenos radiculares a través de ella,
no es posible mantener porcentajes de drenaje muy altos. Éstos
repercutirían en unos elevados costes de desinfección que harían
inviable la técnica desde un punto de vista económico. Por ello
dicho porcentaje se suele mantener en un nivel de un 30-40 % para
agua de buena calidad, compatible con un cierto grado de seguridad y
un coste moderado en desinfección.
Por otro lado, debido a las razones antes
apuntadas, un alto porcentaje de lixiviación va a estimular la
absorción de agua por parte del cultivo, de manera que en algunos
ensayos experimentales que comparan sistemas de reúso con otros a
solución perdida (1, 6, 18), se ha llegado a obtener una mayor
absorción en el primer sistema que en el segundo, a pesar de la
acumulación en el sistema cerrado de las sales aportadas en exceso
a través del agua de riego o los fertilizantes. Esto puede
contrarrestar en parte el efecto negativo de dicha acumulación (6)
y puede ser una buena táctica de manejo en sistemas de reúso,
especialmente en primavera, cuando las necesidades de agua del
cultivo se disparan.
Ya vimos al hablar de las instalaciones
suplementarias que se requieren para reutilizar el lixiviado, que la
preparación de la solución nutritiva puede llevarse a cabo bien
mezclando en primer lugar el drenaje con agua exterior y completando
a continuación dicha solución mediante la adición de los
fertilizantes, o bien obteniendo una solución previa a base del
agua exterior y los fertilizantes ajustada a las necesidades de
absorción del cultivo (solución de entrada), a la que se añade el
drenaje. De la primera forma nos aseguramos una determinada
conductividad eléctrica y podemos conseguir la solución nutritiva
final óptima deseada conociendo la composición del drenaje
mediante análisis. Sin embargo tiene el problema de que, si se
produce la acumulación de algún nutriente por aporte excesivo del
mismo y teniendo en cuenta que se ha fijado el límite de salinidad
de la solución, se reducirá el aporte mediante fertilizantes del
resto de nutrientes, disminuyendo la concentración de los mismos
progresivamente y pudiéndose alcanzar límites críticos para el
desarrollo normal del cultivo. Esto se solventa de la segunda forma
ya que con ella mantenemos constante un aporte definido de cada
nutriente. Por supuesto presenta el inconveniente de que no nos
permite asegurar una determinada conductividad, ya que ésta
aumentará o disminuirá en el caso de que los nutrientes se aporten
en mayor o menor cantidad respectivamente que las necesidades del
cultivo.
La primera técnica de preparación de la solución
nutritiva se utiliza ampliamente en Holanda, ya que los agricultores
de allí cuentan con aguas de muy buena calidad agronómica (incluso
algunos riegan con agua de lluvia), lo que permite que apenas se
acumulen las sales nocivas. Sin embargo en la costa mediterránea la
situación resulta bastante diferente ya que se dispone de aguas con
una calidad notablemente peor, por lo que, al reutilizarlas, se
suele producir la acumulación de iones como el sodio, los cloruros,
los sulfatos, etc, los cuales suelen aparecer en cantidades
superiores a las necesidades del cultivo. En este caso puede
resultar más conveniente la segunda técnica ya que el aumento de
la salinidad puede controlarse fácilmente mediante medidas de
conductividad y se pueden fijar criterios prácticos en base a ésta
que nos indiquen cuándo resulta necesario descartar la solución
nutritiva. Esto resultará menos costoso que la realización de análisis
frecuentes para evitar desequilibrios nutricionales.
En los sistemas con reúso el objetivo es conseguir
una solución a nivel radicular óptima para el desarrollo del
cultivo y, por tanto, semejante a la mantenida en un sistema a
solución perdida. Tan sólo en el caso hipotético de mantener un
porcentaje de lixiviación muy elevado podría pensarse en reducir
la concentración de los iones fácilmente asimilables por el
cultivo, como los fosfatos, el potasio, etc, tal y como se comentó
con anterioridad. De este modo, si tratamos de conseguir una situación
estacionaria en la que no se produzca la acumulación o disminución
excesiva de ningún ion con el fin de poder reutilizar el drenaje el
mayor tiempo posible sin tener que tirarlo, será necesario que la
concentración de cada nutriente en el agua exterior incorporada al
sistema, obtenida como suma de la concentración del mismo ya
existente en el agua de riego y de la cantidad aportada mediante
fertilizantes, sea igual a su coeficiente de absorción; en el caso
de que resulte mayor que éste, tal nutriente irá acumulándose
progresivamente en el drenaje conforme sea reutilizado, y al
contrario si es menor. De esto se deduce que resulta fundamental
conocer los coeficientes de absorción del cultivo para poder
manejar los sistemas cerrados, cosa que no es estrictamente
necesaria en los sistemas abiertos. El problema es que, como ya se
comentó, dichos coeficientes son bastante variables y dependen de
muchos factores. Con el ánimo de que puedan servir como referencia,
en el cuadro 2 se han incluido los rangos en los que han oscilado
los coeficientes de absorción calculados en la Estación
Experimental Las Palmerillas de Caja Rural de Almería para un
cultivo de tomate tipo larga vida, cv. Daniela, con un ciclo
comprendido entre septiembre y mayo.
Cuadro 2. Rangos de
oscilación en mmol·L-1 de los coeficientes de
absorción obtenidos para un cultivo de tomate tipo larga
vida cv. Daniela de ciclo largo.
|
N
|
H2PO4-
|
SO4=
|
K+
|
Ca++
|
Mg++
|
8-14
|
1,25-1,5
|
0,5-1,5
|
4-8
|
1,75-3
|
0,75-1,2
|
Los valores más altos en la absorción de nitrógeno
se registran al inicio del cultivo, cuando el crecimiento vegetativo
es más acelerado, y se mantienen hasta que la planta empieza a
cargarse de fruto. Un momento crítico en la absorción de este
elemento tiene lugar poco antes del inicio de la recolección ya que
su coeficiente cae a unos 10 mmol·L-1. Posteriormente se
recupera el ritmo de crecimiento, aunque no hasta los niveles
previos, y con ello ligeramente la absorción de nitrógeno, la cual
vuelve a descender en primavera al aumentar la tasa de transpiración
del cultivo.
En lo que se refiere a los fosfatos, su absorción
tiende a mantenerse mucho más estable. En general se ha calculado
un coeficiente entorno a 1,5 mmol·L-1, que descendió a
1,25 en el periodo invernal debido a las dificultades que tiene la
planta para absorber este ión con bajas temperaturas. En primavera
volvió a aumentar debido a la mayor actividad de la planta y las
mayores necesidades energéticas que se presentan con altas
temperaturas. No obstante los valores calculados resultan algo
mayores que los obtenidos por otros investigadores, quizás debido a
que en todo momento el pH existente en el drenaje ha sido superior a
7 y a veces próximo a 8, lo que ha podido provocar ciertas
precipitaciones de este ión.