SISTEMAS DE CULTIVO EN SUSTRATO: A SOLUCIÓN
            PERDIDA Y CON RECIRCULACIÓN DEL LIXIVIADO 
            
            
              Autor:
              MAGÁN CAÑADAS, J.J.
              Cultivos
              sin Suelo II. Curso
              Superior de Especialización. Pág. 173 - 205.
              
              
            
              
            
            
              1.
              INTRODUCCIÓN
              2.
              COMPONENTES DE UN SISTEMA DE CULTIVO SIN SUELO
              3.
              CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS DE CULTIVO SIN SUELO
              
                3.1.
                CULTIVO EN GRAVA CON SUBIRRIGACIÓN
                3.2.
                CULTIVO EN SUSTRATOS DE BAJA CAPACIDAD DE RETENCIÓN DE AGUA CON
                APORTE EN SUPERFICIE DE LA SOLUCIÓN NUTRITIVA
                3.3.
                CULTIVO EN SISTEMAS CONVENCIONALES CON SUSTRATO
                
                  3.3.1.
                  Cultivo en bancadas de arena
                  3.3.2.
                  Cultivo en sacos rellenos de sustrato
                  3.3.3.
                  Otros sistemas de cultivo
                  3.3.4.
                  Sistemas cerrados con reutilización del lixiviado
                
              
              4.
              CONCEPTOS BÁSICOS PARA EL MANEJO DE LA FERTIRRIGACIÓN EN LOS
              SISTEMAS CONVENCIONALES CON SUSTRATO
              
                4.1.
                SISTEMAS A SOLUCIÓN PERDIDA
                4.2.
                SISTEMAS CON REUTILIZACIÓN DEL LIXIVIADO
              
              5.
              BIBLIOGRAFÍA
            
             
            
            
            En lo que se refiere a la desinfección del
            drenaje, según diversos autores holandeses, resulta necesaria para
            controlar posibles ataques al cultivo de patógenos radiculares. Sin
            embargo, en los ensayos sobre reutilización realizados en nuestra
            zona en los que no se ha desinfectado el drenaje, no ha aparecido
            ningún problema de este tipo. Evidentemente esto no constituye
            prueba alguna que rebata las ideas holandesas, puesto que los
            problemas pueden aparecer en cualquier momento y, hasta que no estén
            disponibles los resultados de ensayos más específicos al respecto,
            habrá que considerar que la desinfección es necesaria.
            Existen diferentes sistemas de desinfección que
            podemos clasificar en dos grupos en función de su espectro de acción,
            que son los de desinfección total y los de desinfección parcial. Lógicamente
            los primeros, aunque resultan más costosos, permiten eliminar de
            manera efectiva todos los patógenos existentes en la solución,
            incluidos los virus, mientras que los segundos no, de forma que sólo
            eliminan algunos microorganismos, en general los hongos. Dependiendo
            de cuáles sean los patógenos que pueden afectar al cultivo que se
            haya establecido, así habrá que instalar uno u otro tipo de
            sistema.
            Una vez desinfectado, el lixiviado es conducido
            otra vez al depósito de acumulación final, desde donde se
            aprovechará en un nuevo ciclo de riego y recogida. 
            4.
            Conceptos básicos para el manejo de la fertirrigación en los
            sistemas convencionales con sustrato
            
            
            
            
            4.1.
            Sistemas a solución perdida
            Ya se ha comentado con anterioridad que estos
            sistemas fueron desarrollados originalmente a solución perdida, por
            lo que, con el fin de evitar un derroche de agua y nutrientes, habrá
            que aportarlos de la forma más ajustada posible a los
            requerimientos del cultivo. Esto significa tener que ofrecer riegos
            puntuales en función de esta demanda, la cual resulta variable a
            largo del día, entre días y a lo largo del periodo de desarrollo
            del cultivo. Tal filosofía difiere del manejo del riego llevado a
            cabo en otros sistemas de cultivo sin suelo, como por ejemplo los
            hidropónicos, en los que el aporte de solución nutritiva ha de ser
            continuo o intermitente de alta frecuencia al no existir una reserva
            de agua a nivel de la rizosfera como ocurre en los sistemas
            convencionales con sustrato.
            No obstante, por muy bien que tratemos de manejar
            el sistema y por buenas que resulten las condiciones de cultivo
            (alta uniformidad de la instalación de riego, agua de buena
            calidad, etc), será inevitable tener que aportar un volumen de
            solución superior al absorbido por el cultivo, originándose de
            este modo un drenaje mínimo del 15-20 % que el agricultor no suele
            bajar del 20-25 % para mayor seguridad. Esto es así porque siempre
            van a aparecer ciertas diferencias en el caudal de los emisores de
            la instalación de riego y porque dentro del cultivo no todas las
            plantas van a presentar los mismos requerimientos hídricos. Además,
            resulta materialmente imposible ajustarse en cada momento a las
            necesidades de agua y nutrientes del cultivo, por lo que será
            necesario dicho drenaje para evitar desequilibrios de la solución
            existente en la rizosfera y la desecación progresiva del sustrato.
            Cuanto menos óptimas sean las condiciones de
            cultivo, mayor deberá ser el drenaje desechado. Un ejemplo típico
            lo constituye el empleo de aguas salinas de baja calidad agronómica
            que, en algunos casos, obliga a realizar descartes de más del 50 %
            del agua aportada. Este porcentaje de drenaje se puede calcular en
            función de la acumulación máxima de los iones más perjudiciales,
            generalmente cloro o sodio, que el cultivo puede soportar con una
            merma asumible de producción, mediante la siguiente expresión:
            
 
            ; 
 [1]
            donde:
            D es el drenaje mínimo
            necesario que pretendemos calcular en tanto por uno.
            Cg es la
            concentración existente en el agua de riego del ión perjudicial
            considerado en el cálculo.
            Cm es la
            concentración máxima que se permite de ese ión en el sustrato.
            Ca es el
            coeficiente de absorción de ese ión (cantidad consumida del mismo
            por unidad de volumen de agua a su vez absorbida por la planta).
            Lógicamente, si pretendemos que todas las plantas
            del cultivo estén sometidas como mucho a la concentración máxima
            Cm, será necesario incrementar este porcentaje calculado
            debido a la incidencia de otros factores como la uniformidad de la
            instalación de riego. En este caso habrá que dividir D por el
            coeficiente de uniformidad (CU) de dicha instalación para obtener
            el porcentaje de drenaje final. En lo que se refiere a la incidencia
            de otro factor de de uniformidad como es la aparición de
            diferencias en las necesidades hídricas de distintas plantas dentro
            del cultivo, esto se solventa en cierta forma a nivel práctico
            colocando un emisor más en aquellas unidades de cultivo que están
            en los bordes de la parcela ya que reciben más radiación.
            El control del drenaje se realiza mediante unas
            bandejas que se colocan a tal fin en un lugar representativo de la
            explotación. Sobre cada una de ellas se suelen disponer dos
            unidades de sustrato con sus correspondientes plantas, y se
            establece una ligera pendiente hacia uno de los extremos para
            recoger el lixiviado y contabilizarlo, bien manualmente o bien de
            forma automática por pulsos.
            No sólo hay que intentar que el drenaje medio al
            final del día se ajuste al previamente calculado, sino que además
            en cada uno de los riegos efectuados el drenaje obtenido se debe
            aproximar lo máximo posible al deseado, objetivo que no es nada fácil
            de conseguir.
            Por otro lado hay que tener en cuenta que la medida
            diaria del porcentaje de lixiviado no es más que una forma mecánica
            y sencilla de controlar la acumulación de sales en la rizosfera, de
            manera que conviene acompañarla de medidas más directas de las
            condiciones de desarrollo del cultivo, como la conductividad eléctrica
            y el pH tanto del drenaje como de la solución de aporte, con el fin
            de detectar posibles alteraciones importantes que se puedan
            producir. Asimismo conviene realizar análisis periódicos de ambas
            soluciones e incluso del agua de riego, si se sospecha que puede
            haber variado su composición, con el fin de corregir a tiempo
            ciertas alteraciones no detectadas. Actualmente en los cultivos a
            solución perdida de Almería se vienen realizando una media de unos
            tres controles analíticos por campaña, dado el alto grado de
            experiencia que se ha alcanzado con este tipo de sistemas en la
            zona.
            Un aspecto muy importante a tener en cuenta en el
            manejo del riego es la decisión del momento óptimo para llevarlo a
            cabo. Lógicamente, con el fin de facilitar dicho manejo, nos
            interesa dar riegos lo más largos posibles para establecer así una
            baja frecuencia. Sin embargo esto tiene un límite, y el momento más
            adecuado será aquél en que necesitamos reponer en el sustrato el
            agua consumida por la planta desde el riego anterior cuando las
            condiciones empiezan a no ser favorables para la raíz. Ahora bien,
            ¿cuándo aparecen esas condiciones?. En un principio podría
            pensarse que sería en el momento en el que se agotase el agua fácilmente
            disponible existente en el sustrato con el fin de evitar que la
            planta tenga que hacer uso del agua de reserva, la cual está
            retenida a una mayor presión matricial. Sin embargo esto no es así,
            pues además de las fuerzas de retención mátricas, la planta debe
            vencer la presión osmótica de la solución y ésta irá aumentando
            conforme el consumo del agua existente en el sustrato incremente la
            concentración salina, por lo que el riego deberá darse antes que
            la conductividad eléctrica de la solución llegue a ser excesiva.
            Pero a niveles prácticos existe otro factor más sensible para
            definir el momento del riego que es la composición de la solución
            nutritiva, ya que en el entorno de la raíz existe una solución con
            un equilibrio diferente a la que presenta la solución de aporte y,
            al regar, los equilibrios resultantes serán la media ponderada
            entre ambos. Dado que lo que se pretende es alterar lo menos posible
            el status establecido, nos interesa que el porcentaje de solución
            entrante sea pequeño. De este modo se acepta que la reposición se
            lleve a cabo cuando se haya consumido el 5 % o como mucho el 10 %
            del agua retenida por el sustrato (4).