El
periodo crítico en cuanto a necesidades de agua en el olivo se sitúa entre
la prefloración y la maduración, que coincide prácticamente con el periodo
de mayor escasez de lluvias.
Sin
embargo, se ha comprobado como la producción del olivo aumenta
considerablemente cuando recibe aportaciones de agua complementarias a la
lluvia, especialmente en zonas y años de baja pluviometría.
Este
hecho, unido a la sequía padecida en el primer quinquenio de los 90, ha
llevado a un incremento espectacular de la superficie de olivar de regadío.
Por otro lado, frente a otros cultivos alternativos, permite un máximo
beneficio marginal del agua, así como un máximo beneficio social, siendo un
cultivo que genera un gran empleo de mano de obra.
Con
la finalidad de poder hacer una primera aproximación sobre las cantidades de
agua de riego a aportar a diferentes tipos de olivar, es importante explicar
la metodología de cálculo de las necesidades, analizando los parámetros de
la plantación que pueden modificar de forma significativa las cantidades de
agua a aportar.
La
programación del riego debe hacerse empleando la metodología propuesta por
la FAO aportando mediante el riego (R) la diferencia entre la evapotranspiración
máxima del cultivo (ETc) y la lluvia efectiva (Pe). El concepto
evapotranspiración engloba las cantidades de agua que se pierden por
evaporación desde el suelo, más que la que lo hace desde las hoja de la
planta (transpiración).
La
dotación de riego (R) cuando se emplee una instalación de riego localizado
bien diseñada puede calcularse empleando la expresión, recomendándose regar
en los períodos en los que ETc sea mayor que Pe:
R
= ETc - Pe
En
los meses en que ETc - Pe < 0 el agua se acumula como reserva; en los meses
en que ETc - Pe > 0 se produce consumo que es necesario suplir bien
mediante agua del perfil o bien mediante el riego con la cantidad resultante.
La
estimación de ETc para plantaciones adultas de olivar con volumen de copa y
cobertura del suelo estable podría hacerse basándose en datos climáticos
reales (semanales o quincenales), o en datos climáticos medios de varios años,
sin que en este caso se cometa un grave error para la programación de riego
en olivar, ya que la variabilidad interanual de ETc es relativamente pequeña,
y el suelo, al tener una gran capacidad de retención, constituye un colchón
de seguridad capaz de absorber pequeñas diferencias de cálculo.
Sin
embargo, en el caso de la lluvia efectiva (Pe) no pueden emplearse cifras
medias para la programación anual del riego, ya que la variabilidad
interanual es muy grande. Para la estimación de la fracción de la
precipitación lo correcto es medir la variación del contenido de agua en el
suelo antes y después de dicha lluvia, lo que solo es posible en parcelas
experimentales.
El
método FAO propone la estimación de la evapotranspiración del cultivo (ETc)
empleando la expresión:
ETc
= Eto · kc
en
donde ETo, denominada evapotranspiración de referencia, es la
evapotranspiración de una pradera de gramíneas con una altura entre 8 y 10
cm que crece sin limitaciones de agua y fertilizantes en el suelo y sin
incidencia de plagas o enfermedades, pero que puede estimarse en base a datos
climáticos.
Con
la fórmula de Hargreaves puede estimarse ETo con bastante precisión:
ETo
= 0,0023 · Ra · (Tm + 17,8) · (Tmax - Tmin)1/2
donde
Ra es la radiación expresada en mm/día. Tmax y Tmin son respectivamente la
temperatura máxima y mínima mensual del aire, y Tm la temperatura media de
ambas.
El
coeficiente kc es el denominado coeficiente de cultivo, que debe ser
determinado experimentalmente, y que en olivo puede tomar valores comprendidos
entre 0,55 y 0,65 según los diferentes meses del año, empleándose la cifra
menor en verano siempre que se riegue por goteo y se desprecien las lluvias
producidas en esta época.
El
valor máximo de kc correspondería a los meses de primavera y otoño, en el
que la superficie del suelo suele estar húmeda una buena parte del tiempo. En
el caso del olivo, el kc no sólo depende del área foliar de la plantación,
sino que también de las condiciones climáticas, ya que el árbol cierra
estomas cuando la humedad relativa del aire es baja, independientemente, del
contenido de agua del suelo.
En
el cuadro siguiente se recogen los valores del coeficiente de cultivo kc para
el cultivo del olivo en las regiones productoras más importantes del mundo.
En el podemos observar que el valor medio de kc es de 0,6, aunque este valor
varía ligeramente en función de la época del año, como hemos comentado
anteriormente.
Tabla
2. Valores del coeficiente de cultivo kc para el olivo
(ORGAZ,
F. & FERERES, E., 1999)
|
Localidad
|
Kc
|
Córdoba
|
0,45-0,65
|
Creta
(Grecia) |
0,6-0,75 |
California |
0,55-0,65
|
California |
0,75
|
Las
estimaciones de ETc mediante la metodología descrita anteriormente, pueden
ser válidas para olivares de gran desarrollo y con cobertura del suelo por la
copa del árbol superiores al 50%, situación que no se presenta en la mayoría
de las plantaciones. Para coberturas inferiores la estimación de ETc habría
que hacerla mediante la expresión:
ETc
= ETo · kc · kr
Al
no disponerse de información para el caso del olivar, el coeficiente reductor
kr podría estimarse de forma aproximada en base al porcentaje de superficie
del suelo cubierta por la copa de los olivos (Sc):
Así
este coeficiente de sombreo kr toma valores comprendidos entre poco más de 0
para un olivar recién plantado, hasta 1 para un olivar adulto e intensivo en
condiciones de riego. Como kr no puede superar el valor de la unidad, la
expresión anterior solo es aplicable para valores de Sc inferiores al 50 %.
El
porcentaje de suelo cubierto (Sc) se calcula en función del diámetro medio
de la copa de los olivos de la plantación a regar (D en metros) y de la
densidad de plantación (N olivos/ha), aplicando la expresión: