Posiblemente
la fase más difícil del cultivo del maní es determinar cuando dicha
planta está lista para cosecharse. Si el productor se espera demasiado para que
todos los frutos llenen completamente, aquellos que se desarrollaron primero
pueden extralimitar su madurez e iniciar su germinación. Por otra parte, una
cosecha prematura resulta en una gran proporción de frutos que llenaron
parcialmente y que no tienen valor.
La
práctica general es la de sacar varias plantas a intervalos a lo largo del
surco, hasta observar que la mayor parte de las vainas están maduras. Las
semillas maduras deben ser de color rosa o rojo. Para entonces se habrán
despegado internamente de la vaina y su testa puede desprenderse fácilmente.
Las
vainas se cosechan extrayendo la planta completa del suelo, mediante una pala,
un bieldo fuerte o con una excavadora mecánica. Se puede dejar que las plantas
maduren tal como se extraen aun cuando la mejor práctica es permitir que se
curen en montones. Tres o cuatro estacas de 2 a 2,5 m de largo, se colocan en la
forma de una letra "A" con tablas atravesadas y colocadas a unos 50 cm de la
base, para retirar las plantas del suelo y permitir la circulación del aire en
el interior del montón. Las plantas se colocan sobre las tablas atravesadas,
con sus extremos superiores hacia fuera, y se amontonan hasta la altura que las
estacas permitan.
Una
vez que las vainas están completamente secas se trillan a mano o con máquinas,
por medio de cilindros. Estos últimos permiten obtener también los granos,
pero se pueden dejar las vainas si se les va a conservar por un tiempo largo.
Los granos se obtienen en muchas zonas tropicales, llenando parcialmente de
vainas una arpillera, y golpeándola con una estaca.
En
los trópicos se obtiene un rendimiento promedio de manís aproximado a los
600 kg por hectárea, aun cuando los mejores campos pueden producir hasta 3
veces dicha cantidad. En general, el porcentaje de granos es de 60 a 70.
Los
manís se utilizan tostados o cocidos, con todo y vaina, para luego ser
consumidos por las gentes; también sin cáscara y tostados y salados; los
granos enteros o fraccionados se utilizan en dulces, pasteles, galletas y otras
confecciones; en mantequilla de maní; aceite de maní, panes de
maní, etc.
Los
granos frescos contienen de 35 a 32% de proteínas y de 40-50% de grasa y además
cistina, tiamina, riboflavina y niacina. Son altamente nutritivos y en
consecuencia tienen una parte de importancia en la dieta de millones de gentes
que no pueden adquirir proteínas y grasas animales.
El
aceite de maní se hace cociendo los manís fraccionados en recipientes
especiales o mediante su extracción e a una presión hidráulica de 3 ó 3
toneladas. Se pueden utilizar para la cocina en su estado natural o se puede
procesar en una gran variedad de productos.
Recientes
estudios han tratado de encontrar la relación entre una elevada producción de
aceite, en las diferentes variedades ensayadas, y su base molecular. Algunas
variedades de maní mutantes contienen hasta un 80% de grasas,
principalmente monoinsaturadas. Los niveles normales alcanzan entre un 36-67%.
Los objetivos de estos trabajos fue investigar mutaciones que fueran la causa de
esos altos niveles de grasas en los manís. Todas estas investigaciones se
encaminan ha encontrar marcadores moleculares para dichas variedades así como
mejorar genéticamente las variedades existentes. Los datos obtenidos sugieren
que los fenotipos ricos en aceites están correlacionados con la expresión o no
de determinados genes.
La
pasta de maní es un excelente alimento suplementario para el ganado que
contiene de 40 a 50% de proteínas, de 6 a 20% de grasa, cistina y vitaminas del
complejo B. Esta pasta también se utiliza para el consumo humano en algunos países
tropicales, después de que las proteínas hayan sido parcialmente descompuestas
mediante la acción de hongos. La pasta en la forma que se obtiene de la fábrica
de aceite se pulveriza, se humedece por un día en agua, se elimina el aceite de
la superficie, se lava varias veces, se somete a vapor, y se le comprime en
moldes cuadrados o rectangulares. Las aplicaciones de micelio de Rhizopus
(Rhizopus oryzae Went) en mezcla con la harina de arroz, dan a la pasta
de los moldes una apariencia blanco grisácea, o blanca, en tanto que las
aplicaciones de Monilia (Monilia sitophila Sacc) en mezcla con
harina de maíz, les dan una color naranja. Se deja que los hongos se incuben
durante varios días en la pasta en un lugar bien sombreado. Cuando la pasta está
lista par usarse en la alimentación se obtienen trozos que luego se fríen o se
utilizan en sopas. Es una alimento de muy fácil digestión y altamente
nutritivo, así como de buen sabor.
Con
frecuencia los manís se cultivan para utilizarse como forraje, heno,
pastura o ensilado, en cuyo caso las plantas deben cosecharse antes de su
floración. Los pequeños brotes también pueden utilizarse en la alimentación
como legumbres. Son ricos en proteínas y calcio, pero si se consumen en grandes
cantidades, pueden causar desarreglos en la digestión.
La
enfermedad más seria que afecta al maní en los países tropicales,
principalmente en las zonas húmedas, es la marchitez bacteriana (Pseudomonas
solanacearum). Los síntomas son un marchitamiento rápido de las hojas y
una muerte repentina de la planta.
Es
absolutamente aconsejable no sembrar otras leguminosas y en particular la soya
en campos infectados. También el tabaco y la berenjena (Solanum melongena
L.) son muy susceptibles. La mejor medida de prevención es utilizar variedades
resistentes tales como Schwarz No. 21 que se desarrolló en Java precisamente
antes de la Segunda Guerra Mundial, o seguir una rotación de cultivos de ciclo
largo con plantas que no sean hospedantes. Si el terreno es infectado con
marchitez, las rotaciones normales de 4 años deben alargarse a 6 ó más, antes
de utilizar un cultivo susceptible.
La
mancha de la hoja (Cercospora personata (Berk. y Curt) Ell. y Ev.; C.
arachidicola Hori) es otra enfermedad común que también es activa durante
el tiempo húmedo. Su control se lleva a cabo mediante aplicaciones de polvo de
azufre en la cantidad de 25 kilogramos por hectárea. Actualmente se están
estudiando los mecanismos genéticos de resistencia a la enfermedad causada por
C. arachidicola sobre maní. Según parece podría tratarse de factores
presentes en el citoplasma celular los que conferirían o no dicha resistencia (Chiteka
et al, 1997).
Otros
autores recomiendan contra cercospora un simple spray a base de una
mezcla de carbendacina 0,05% + mancozeb 0,2%, dando muy buenos resultados (Chandra
et al, 1998).
En
el norte de Carolina (EEUU), se han descrito ataques o incidencia de hongos de
suelo como Rhizoctonia spp actuando en una complejo patogénico junto con
Pythium spp y Cylindrocarpum parasiticum, Sclerotium rolfsii y Sclerotinia
minor. Los daños causados por esto complejo fúngico alcanzaron en 1996 a
casi el 6% de la producción (Hollowell et al, 1998).
La
interacción de Meloidogyne javanica y Rhizoctonia solani se ha
estudiado en el maní en experimentos en cultivos en macetas.Al parecer existe una relación de sinergismo entre ambos patógenos en
el suelo. De esta manera los efectos destructivos o infecciosos sobre el cultivo
se presentaron mucho más importantes sobre las raíces del cultivo y por
consiguiente sobre los rendimientos finales (Abdel-Momen et al, 1998).
Meloidogyne
arenaria (Neal)
es otro patógeno que causa pérdidas económicas significativas en las
plantaciones de manís en extensas áreas del sureste de Estados Unidos. Los
experimentos actuales tratan de encontrar líneas de manís capaces de
presentar ciertos niveles de resistencia a la enfermedad (tolerancia) (Holbrook et
al, 1998).
Se
han documentado ataques severos del trips del tabaco (Frankliniella fusca
(Hinds)) sobre plantas juveniles de maní. Estos ataques se presentaron
mucho más severos cuando las plantitas se desarrollaban después de
tratamientos herbicidas de post emergencia. Bajo estas condiciones de estrés la
plaga es capaz de afectar a la calidad y rendimientos del cultivo (Funderburk et
al, 1998).
Puccinia
arachidis es
una roya que afecta a las plantaciones de manís. Para su control se ha
descrito unos efectos muy beneficiosos la utilización de Chitosan (1000 ppm),
el cual reduce la germinación de las uredosporas de la roya, con lo que el número
de lesiones foliares se reduce al mínimo (Sathiyabama et al, 1998).
Sobre
plantaciones de manís se han descrito la presencia de algunas virosis.
Entre ellas algunas causadas por furovirus, transmitidos por Polymyxa
graminis, y también por cucumovirus como el PSV (Agrios, 1996).
Otras
virosis se han descrito en explotaciones de Sudáfrica, virosis transmitidas mecánicamente
a partir de hojas infectadas de plantas hospedadoras. Las plantas de maní
mostraron los síntomas característicos y se identificó por la técnica ELISA
la virosis como la provocada por un nuevo potyvirus en maní (Cook et al,
1998).