El castaño,
especie noble por excelencia, proporciona fruto, madera, sombra y enriquece
y mejora extraordinariamente las condiciones del suelo en el que vive. Se
encuentra en el mundo representado por varias especies; las más notables
son, entre otras: Castanea dentata, C.
pumila y C. chrysophilla en
Norteamérica, C. mollissima y C.
crenata en Asia, y C. sativa en
Europa.
Nuestro
interés se centrará, en todo lo que se diga a continuación, en el castaño
europeo, Castanea sativa Mill.
Su área
natural se extiende por la parte meridional de Europa, desde el sur de
Inglaterra y la Península Ibérica hasta las proximidades del Mar Caspio,
islas atlánticas de Cánarias y Madera y norte de Marruecos y Argelia. Ha
ido introducido, artificialmente, hasta el norte de Alemania y el sur de
Suecia, aunque en esas latitudes su fructificación es escasa e incluso muy
problemática.
En España,
se encuentra desde Galicia a Navarra, con ramificaciones en el Noroeste de
León y de Zamora. En Cataluña aparece en Gerona y Barcelona. En la
cordillera Central existen buenas masas en las provincias de Salamanca, Cáceres
y Ávila. Andalucía lo tiene en Sierra Morena, provincias de Córdoba,
Sevilla y Huelva, así como en la Serranía de Ronda y Sierra Nevada.
Aunque
es muy difícil saber con exactitud la superficie que ocupa, por encontrarse
a menudo muy diseminado, se puede estimar que existen en España unas
140.000 ha., cuyo aprovechamiento corresponde en un 50 por 100,
aproximadamente, a monte bajo, un 41 por 100 a árbol frutal cultivado y un
9 por 100 a monte alto de madera.
El castaño
es un árbol de gran longevidad, porte majestuoso, fuste derecho, con copa
recogida y frondosa, cuando va encaminado a la producción de madera, y de
tronco corto y copa amplia y frondosa cuando se aprovecha como frutal. La
corteza es pardo-rojiza y lisa en los ejemplares jóvenes, volviéndose en
los viejos pardo-grisácea, gruesa y profundamente asurcada.
El
sistema radicular es medianamente profundo, pero muy extendido y robusto.
Las
hojas, alternas y caducas, aunque permanecen en el árbol un cierto tiempo
después de secas, son de forma elíptico-lanceolada y regularmente
aserradas en sus bordes. La dimensión y coloración de las mismas es
diferente según las distintas variedades, si bien es siempre muy acusado el
cambio de tonalidad entre el haz y el envés.
Las
flores masculinas se reúnen en espigas (amentos) amarillas, erectas y con
agrupación discontinua de flores. Situadas en la base de un amento
masculino aparecen las flores femeninas, agrupadas y protegidas por una
envuelta exterior que, pasado el tiempo, se transforma en una capa coriácea
cubierta exteriormente de espinas (erizos). Al abrirse los erizos dejan al
descubierto de 1 a 5 frutos plano-convexos, que son las castañas
La época
de floración es de mayo a julio, siendo característica la coloración
amarillenta que toman los árboles en esta época debido a las flores
masculinas. La fecundación es fundamentalmente anemófila, aunque es de
destacar la colaboración de los múltiples insectos que con gran frecuencia
y abundancia visitan las flores de este árbol. La madurez de los frutos,
junto con la dehiscencia de las cúpulas, ocurre entre septiembre y
noviembre.
Aunque
es un árbol que vive desde el nivel del mar hasta que entra en contacto con
las coníferas de alta montaña, su óptimo se encuentra entre los 500 y
1.200 metros de altitud.
Tiene
preferencia por las situaciones abrigadas y frescas, dentro de climas
templados y con bastante humedad. Hay que tener en cuenta que los lugares de
mucha sombra, así como los excesivamente soleados, no son beneficiosos para
las plantas jóvenes.
Requiere
precipitaciones del orden de los 1.000 mm. anuales, siendo esencial el que
no falten durante las épocas de máxima actividad vegetativa. Es exigente
en humedad, más de suelo que de ambiente, por lo que justifica su
preferencia por las situaciones abrigadas en donde es menor la evaporación
del agua que precisa. No obstante, un exceso de agua estancada determina la
muerte de la planta.
A pesar
de ser resistente al frío, le dañan las heladas tardías de principio de
primavera. Es exigente en temperaturas elevadas para el desarrollo y
maduración de los frutos.
Los
suelos graníticos o volcánicos, sueltos, profundos, bien drenados y ricos
en potasio asimilable, son los que más le convienen. Aunque admite la cal
en dosis limitadas, como lo prueba el hecho de que se encuentre en zonas de
descomposición de rocas calcáreas, sin embargo, prefiere suelos silíceos
y poco arcillosos, con pH entre 5 y 6.
Se puede
considerar como buenas características del suelo para poder asentar un
castañar orientado principalmente a fruto, las siguientes:
Es un hecho comprobado
el que la producción de castañas y el tamaño de las mismas están
correlacionados con la fertilidad del suelo.
Como norma general, y
teniendo en cuenta la fertilidad del suelo, se puede recomendar la
incorporación al mismo, por planta y año, de las cantidades siguientes:
100
a 300 gramos de superfosfato de cal.
40
a 60 gramos de sulfato potásico.
75
a 150 gramos de sulfato amónico.
Los dos primeros se
aplicarán durante el otoño. El sulfato amónico distribuido en dos veces,
la mitad en septiembre y la otra mitad a finales de abril.
Se procurará hacer la
adición en la zona que ocupa la copa, procurando el no dañar las raíces.
Es muy recomendable,
siempre que sea posible, el dejar sobre el terreno las hojas caídas del árbol.
4.2.Formación del árbol.
Cuando
los castaños tienen en su base un diámetro de unos 7 centímetros, se
procederá a su formación como árbol frutal. Para ello, se desmochan a una
altura de 2,20 a 2,50 m. del suelo, con el fin de provocar la formación de
las ramas secundarias. Pasado un año, se eligen, entre éstas, las cinco o
seis más vigorosas, procediéndose a situar en ellas los injertos
correspondientes. Una vez realizada esta operación, se suprimen los brotes
no injertados y se limpia el tallo de todos los demás brotes adventicios.
Al año siguiente, de las cinco a seis ramas injertadas se eligen las tres o
cuatro en las cuales haya prendido mejor el injerto, procurando que tenga
una distribución simétrica respecto al tronco. El resto se elimina.
En los años
posteriores, los cuidados consistirán en la poda anual de las ramas
chuponas y de los vástagos o ramones, dando a la copa una forma esférica.
Cuando
la planta es adulta, basta hacer una limpia cada tres años, cortando las
ramas chuponas secas, deformes y las demasiado próximas entre sí. Esta
operación deberá hacerse entre los meses de junio y agosto.
A las
ramas de fruto no es preciso darles ninguna poda. Solamente, cuando ya están
agotadas, se les dará una poda de rejuvenecimiento durante el reposo
vegetativo. Esta operación sólo será necesaria, normalmente, dos o tres
veces durante la vida de la planta.
Como el
árbol ha sido desmochado a una altura de 2,20 a 2,50 metros, tenemos esa
altura de madera que, en su día, podrá ser aprovechada como troza.
Los
más convenientes son el de corona y el de canutillo, pudiendo adoptarse
aquel cuya ejecución domine mejor el encargado de hacerlo. La época
adecuada es el comienzo de la primavera, cuando la savia empieza a moverse.
Las púas se obtendrán de ramas de un año de plantas madres, seleccionadas
éstas por la calidad de su fruto, crecimiento, etc.
Phytophthora cinnamomi Rands
y P. cambivora (Petri) Buis
Estos
hongos ocasionan la conocida enfermedad denominada «tinta del castaño». A
pesar de este nombre, hay otras especies susceptibles de ser atacadas como el
nogal, roble y abedul, si bien con mucha menor intensidad.
Son
hongos semiparásitos cuyo micelio vive, en forma Saprofita, sobre las partículas
de materia orgánica del suelo, siendo transportado con la tierra a grandes
distancias por el hombre y los animales.
Se ha
podido comprobar que ni la composición mineralógica del suelo, ni su acidez
(pH), tienen influencia sobre esta enfermedad.
En
cuanto a la temperatura, parece ser que las frías del invierno inhiben
temporalmente su desarrollo.
Las
primeras señales que nos pueden indicar la aparición de la enfermedad,
consisten en el amarillamiento de las hojas, principalmente las de los
extremos de las ramas. Las ramillas y brotes terminales van muriendo
paulatinamente. El tamaño de los frutos disminuye, abriéndose los erizos
prematuramente, antes de madurar las castañas. Es notable la gran cantidad de
pequeños frutos sin valor que produce el año anterior a su muerte. Cuando el
micelio llega a rodear a todo el árbol, la sequía, que al principio sólo se
manifiesta en la zona atacada, se hace general, terminando el castaño por
morir.
Si se
descorteza la parte baja del tronco de los árboles afectados, se observa, en
la madera puesta al descubierto, una mancha de color oscuro, con bordes
dentados hacia arriba y de altura variable, debido a la cual toma el nombre de
«tinta» la enfermedad.
La
intensidad de los daños varia de unos años a otros. La velocidad de
desarrollo es máxima durante los años húmedos aunque, la mortalidad es
mucho mayor en los secos, sobre todo en los meses de más calor. De todas
formas, es obvio que la propagación del hongo es mayor en terrenos
encharcados, siendo probablemente ésta la causa de que los castaños situados
en valles y vaguadas sean los más rápidamente atacados.
Aunque
existen algunos tratamientos profilácticos consistentes en descalzar las
plantas atacadas y aplicar ciertos productos a base de sales de cobre, sin
embargo, lo único que se consigue con ellos es retardar la difusión de la
enfermedad, por lo que, dado el enorme trabajo que representan y lo elevado de
su costo, están prácticamente en desuso.
El único medio eficaz de lucha
contra esta enfermedad consiste en realizar las nuevas plantaciones con castaños
resistentes a la tinta. Estos son híbridos procedentes del cruzamiento de
castaños de distintos orígenes que una vez obtenidos y comprobadas sus
características de inmunidad, se reproducen asexualmente, mediante acodo y
enraizamiento a base de hormonas, obteniendo así los barbados a utilizar en
las plantaciones.
Endothia
parasitica (Murr.)
Este
hongo, que produce una enfermedad conocida con el nombre de «chancro», ha
sido recientemente observado en las provincias vascongadas, Navarra, León y
Oviedo. Es un hongo semiparásito que penetra en los castaños a través de
las heridas o picaduras de insectos.
Los
primeros síntomas suelen aparecer un mes después de comenzar la infección.
En un punto del tronco o de una rama aparecen unas zonas pardo amarillentas de
contorno irregular. Posteriormente, se resquebraja la corteza, irrumpiendo a
través de la misma unas pequeñas pústulas de color amarillo-anaranjado.
Como consecuencia del ataque se taponan los vasos conductores de savia. Cuando
el tronco o la rama afectada es circundada por este proceso, acaba por morir
toda la parte del árbol que crece por encima del chancro.
Es una
enfermedad que se propaga rápidamente debido a que el hongo produce, durante
todo el año, grandes cantidades de conidios, los cuales son transportados por
la lluvia, pájaros e insectos. A pesar de todo, los mayores daños se
observan durante el verano, ya que durante éste, el crecimiento del micelio
del hongo se ve favorecido por la temperatura.
El
tratamiento curativo puede ser mecánico o químico. El primero consiste en
cortar todas las ramas o pies por encima del chancro y aprovechar los nuevos
brotes. Si vuelve a aparecer, se repetirá la operación, pues se ha
comprobado que las cortas repetidas en breves períodos de tiempo hacen más
activa la reacción definitiva.
El
tratamiento químico consiste en raspar con un cuchillo la zona enferma y
cauterizar la zona puesta al descubierto con una solución acuosa de sulfato
de hierro al 50 por 100 a la que se añade un 10 por 100 de ácido sulfúrico.
Mycosphaerella
maculiforinis
(Fr.) Schroet
Aunque
este hongo ataca también a las hojas de los robles, haya, fresno y carpe, sin
embargo, los mayores daños los produce en las hojas del castaño.
En éstas
aparecen unas puntuaciones o pequeñas manchas pardo-rojizas, hacia el mes de
agosto, que van desecando parcialmente la hoja de arriba a abajo, hasta que
acaba por caer en septiembre. Cuando la defoliación es intensa, disminuye el
crecimiento del árbol y la producción de fruto.
Se
combate con productos a base de cobre, tratando a principios de verano. Es
recomendable, en caso de ataque, la recogida y quema de las hojas caídas al
suelo, al final del periodo vegetativo.
Caries.
Es una
descomposición de los tejidos que es producida por una serie de causas
conjuntas como envejecimiento, escasez de elementos nutritivos del terreno,
exceso de humedad, desmochamiento de las ramas gruesas, podas demasiado enérgicas,
frío, sequía excesiva, etc., y que va seguida del ataque inmediato de varias
especies de hongos.
A medida
que la enfermedad progresa, la planta disminuye de vigor, tomando los tejidos
un color oscuro debido a la descomposición de los mismos.
Los
medios generales de defensa son:
-Evitar las plantaciones en lugares húmedos.
-Hacer los cortes de poda y limpieza sin desgarros y curar las
secciones con algún cicatrizante.
-Determinada la enfermedad, sanear la planta suprimiendo toda la parte
enferma.
-Si el mal está en el tronco, limpiar interiormente el leño enfermo
y llenar la cavidad con asfalto o cemento.
Gusano de las
castañas
Con
este nombre se conocen, entre otros, a los insectos de las especies Balaninuselephas Gyll y Cydia splendana Hb. (Laspeyresia splendana),
que producen daño en el fruto.
Los
primeros ponen sus huevos sobre las castañas en formación, mientras que los
segundos lo hacen sobre las hojas del árbol. Las larvas de unos y otros
penetran en el fruto, desarrollándose en su interior. Los adultos emergen
cuando las castañas caen al suelo ya maduras.
Las
castañas atacadas presentan un aspecto característico. Tienen su base como
si hubiese sido roída. En la superficie aparecen surcos longitudinales
abultados. Al apretarlas entre los dedos, se notan más blandas que las sanas.
Los orificios de salida que hace la Cydia son más finos que los
realizados por el Balaninus.
El
combate de estas plagas es muy difícil. Parece dar resultado la pulverización
en plena floración con Triclorfón, pero dada la talla de los árboles y la
dificultad de acceso de los medios mecánicos de aplicación a las
plantaciones (suelos en pendiente), no suelen ser frecuentes ni
suficientemente eficaces los tratamientos.
Solamente
queda, pues, la selección de las castañas en el momento de la recolección
y destruir las atacadas antes de que la oruga emigre del fruto. El sistema
de flotación en agua permite separar parte del fruto dañado, pero no la totalidad.