Dada
la importancia de la mosca blanca Bemisia tabaci, así como los
cultivos por ella afectados a nivel mundial, son muy variados los métodos de
lucha ensayados y puestos a punto contra la misma. A continuación se hace una
revisión, incluyendo aspectos de umbrales económicos y técnicas de
muestreo, necesarios para un control efectivo racional de dicha plaga.
Las
técnicas de muestreo para esta especie de mosca blanca se pueden dividir en
dos grupos: aquellas destinadas al seguimiento de estados inmaduros, y las que
tienen como objetivo los adultos.
Para
el caso de los adultos, las técnicas de muestreo mediante trampas cromáticas
adhesivas han sido ampliamente utilizadas, con buenos resultados. Para el
muestreo directo en planta, de estados inmaduros han sido desarrollados métodos
tanto en cultivos en invernadero como al aire libre, con estima de la población
relativa o para ausencia/presencia (muestreo binomial). En cultivos en
invernaderos del sur de España dicha técnica está totalmente desarrollada
mediante muestreo binomial.
En
los invernaderos, una serie de prácticas culturales pueden contribuir a
paliar la incidencia de B. tabaci:
Antes
de plantar se deben eliminar las malas hierbas portadoras y los restos de
cosechas anteriores en el interior y alrededores del invernadero.
Se
debe procurar el empleo de plantas sanas que no vengan contaminadas del
semillero.
Colocación
de doble malla en las bandas y cumbreras de los invernaderos y colocación
de doble puerta o malla en la entrada de los mismos. Esto permite paliar
de forma eficaz los efectos de la plaga y sobre todo del virus que
transmite (TYLCV). Mallas de 20 x 10 hilos/cm impiden el paso de los
individuos más pequeños de B. tabaci, siendo muy restrictivas las mallas
de 15 x 15 hilos/cm y 12 x 12 hilos/cm., con resultados satisfactorios en
condiciones de campo.
En
el caso de tener que prevenir la virosis, es preciso aplicar otros medios
de control complementarios (químicos o biológicos), pues, las
condiciones que crean las mallas en los invernaderos, hacen que las
poblaciones penetradas se multipliquen mejor y puedan extender la
enfermedad en el interior del invernadero. Esta medida tiene mayor interés
aún en las instalaciones destinadas a la producción de plantas, para
evitar la infección precoz y la dispersión de la enfermedad en el
material vegetal de plantación. Se aconseja arrancar y eliminar
inmediatamente las plantas afectadas por virus durante el cultivo y la
eliminación de malas hierbas, posibles reservorios del vector y/o virus.
El
empleo de trampas cromáticas amarillas (placas pegajosas) está indicado
para la detección de las primeras infestaciones por la plaga, el
seguimiento de las evoluciones de las poblaciones y par facilitar la toma
de decisiones a la hora de realizar las intervenciones.
La
utilización de variedades comerciales resistentes a la plaga o al TYLCV, no
es posible todavía en la mayor parte de los casos. Sin embargo el
descubrimiento de variedades tolerantes o resistentes para el vector y el
TYLCV añade una nueva dimensión en el control de esta plaga y probablemente
sea el camino más eficaz. Las variedades actuales de tomate no son
suficientemente resistentes a TYLCV, pero existen especies silvestres con
diferentes niveles de resistencia.
En
los cultivos al aire libre el control se realiza, básicamente, por métodos
químicos. Una amplia gama de piretroides (cipermetrín, deltametrín,
fenpropatrín, fluvalinato, bifentrín, permetrín, alfacipermetrín, cihelatrínlambda,
ciflutrín, etc.) presentan aceptables niveles de eficacia, siendo
recomendados con cierta asiduidad. Los productos reguladores del crecimiento
como el buprofecín o el teflubenzurón capitalizan el control químico, pues
además de presentar aceptables niveles de eficacia, respetan los enemigos
naturales, que en determinadas zonas y épocas del año resultan bastante
frecuentes. Estos productos son alternados con el empleo de endosulfán para
controlar los adultos inmigrantes.
La
aplicación de estos productos debe ser la adecuada ya que de ello depende la
eficacia del tratamiento. El hecho de que las poblaciones se sitúen en el envés
de las hojas condiciona la eficacia de los productos que actúan por contacto,
siendo aconsejable la adición de mojantes. Las aplicaciones se llevarán a
cabo cuando se inicie la instalación de la plaga en los cultivos jóvenes y
en épocas propicias para su desarrollo. Cuando el cultivo esté avanzado y la
época no sea la propicia se podrán dilatar las intervenciones. El tiempo
entre tratamientos se verá reducido si las poblaciones de la mosca pueden ser
portadoras de virosis. En este caso, habrá que seleccionar productos que
resulten eficaces en el control de los adultos, como el endosulfán, citado
anteriormente.
La
estrategia en la elección de las materias activas habrá de tener en cuenta
la facilidad de la especie para desarrollar resistencia. En cuanto a B. tabaci,
la gama de materias activas utilizables es bastante reducida, dado que el
biotipo B se caracteriza por su alto nivel de resistencia a muchos derivados
organofosforados y carbamatos. Se obtienen controles satisfactorios con
productos como fepropatrín, metomilo, buprofecín, imidacloprid y endosulfán.
En
los últimos 20 años han sido abundantes los trabajos encaminados a buscar
enemigos naturales y métodos alternativos para el control químico de B.
tabaci, sobre todo para su aplicación en cultivos protegidos. Esto ha
cobrado mayor importancia con la aparición y expansión de esta plaga. Sin
embargo dentro de los autóctonos almerienses, existen hasta la fecha pocos
enemigos naturales identificados y pocas especies que hayan sido probadas para
el control biológico de esta plaga.
De
entre los depredadores, cabe destacar la actividad de algunas especies de
chinches de la familia Miridae que con cierta frecuencia se asocian al
cultivo, tanto al aire libre como en invernadero. Macrolophus caliginosus,
Dicyphus tamaninii, D. errans, Cyrtopeltis tenuis son consumidores activos
de larvas de mosca blanca. De ellas M. caliginosus ofrece las mejores
condiciones para su empleo en el control de la plaga en cultivos protegidos.
Las sueltas en el cultivo deben realizarse al principio de la infestación
cuando las poblaciones de mosca son bajas. Estas especies, junto a Macrolophus
nubilus pueden ocasionar daños a la planta, cuando las poblaciones son
elevadas y los niveles de presa bajos, sin que tengan repercusiones de
consideración.
Distintas
especies de Anthocoridae (Orius laevigatus, O. majusculus, O. niger, O.
sauteri, etc.) se nutren, ocasionalmente, de larvas de mosca blanca,
aunque su incidencia en la regulación de las poblaciones parece escasa.
En
las plantas que actúan como reservorios naturales, el coleóptero Delphastus
pusillus (catalinae), el díptero Achetoxenus formosus y el
neuróptero Chrysoperla carnea pueden aparecer, en determinadas épocas
del año, en cantidades importantes y limitar el crecimiento de la plaga.
Cuando
la humedad relativa es elevada, algunas larvas son afectadas por hongos
entomopatógenos. Verticillium lecanii, Paecilomyces farinosus, P.
fumosorosus o Aschersonia aleyridis han sido aislados de momias de larvas
de mosca blanca. Del primero se comercializa un preparado, indicado para usar
en cultivos protegidos, al requerir de un grado higrométrico elevado para
infectar las larvas.
Varias
especies de Himenópteros Aphelinidae parasitan a B. tabaci.
Quizás Eretmocerus mundus es el parasitoide más ampliamente extendido
en las áreas mediterráneas, siendo muy abundante en el otoño. Las
temperaturas y las condiciones ecológicas pueden condicionar la actuación de
estos auxiliares, que ejercen buen control en algunos hospedantes
alternativos. También destacan varias especies de Encarsia (E. formosa, E.
lutea, E. cibcensis, E. deserti, E. reticulata, E. nigricephala, E. transvena,
E. tabacifora, etc.) que parasitan a esta mosca blanca, aunque su eficacia
es menor.
La
Lucha Integrada es el método de control de plagas y enfermedades en el que se
emplean conjuntamente productos químicos, insectos útiles y prácticas
culturales. El objetivo fundamental de este tipo de agricultura, es el control
racional y eficaz de las plagas y enfermedades, reduciendo la cantidad de
residuos de los productos que se van a recolectar.
Varios
programas de lucha integrada, fundamentalmente en tomate y en pepino, se han
puesto a punto y se emplea, a nivel comercial, en varias partes del mundo en
invernadero. Hasta la fecha el control de B. tabaci en Almería se ha basado
casi exclusivamente en la Lucha Química, pero actualmente se han
desarrollado, y aplican a nivel comercial, programas de lucha integrada en los
principales cultivos hortícolas de invernadero para su control.