Es
la técnica más conocida y se basa en la construcción de un montón formado
por las diferentes materias primas, y en el que es importante:
A)
Realizar una mezcla correcta.
Los
materiales deben estar bien mezclados y homogeneizados, por lo que se
recomienda una trituración previa de los restos de cosecha leñosos, ya que
la rapidez de formación del compost es inversamente proporcional al tamaño
de los materiales. Cuando los restos son demasiado grandes se corre el peligro
de una aireación y desecación excesiva del montón lo que perjudica el
proceso de compostaje.
Es
importante que la relación C/N esté equilibrada, ya que una relación
elevada retrasa la velocidad de humificación y un exceso de N ocasiona
fermentaciones no deseables. La mezcla debe ser rica en celulosa, lignina
(restos de poda, pajas y hojas muertas) y en azúcares (hierba verde, restos
de hortalizas y orujos de frutas). El nitrógeno será aportado por el estiércol,
el purín, las leguminosas verdes y los restos de animales de mataderos.
Mezclaremos de manera tan homogénea como sea posible materiales pobres y
ricos en nitrógeno, y materiales secos y húmedos.
B)
Formar el montón con las proporciones convenientes.
El
montón debe tener el suficiente volumen para conseguir un adecuado equilibrio
entre humedad y aireación y deber estar en contacto directo con el suelo.
Para ello se intercalarán entre los materiales vegetales algunas capas de
suelo fértil.
La
ubicación del montón dependerá de las condiciones climáticas de cada lugar
y del momento del año en que se elabore. En climas fríos y húmedos conviene
situarlo al sol y al abrigo del viento, protegiéndolo de la lluvia con una lámina
de plástico o similar que permita la oxigenación. En zonas más calurosas
conviene situarlo a la sombra durante los meses de verano.
Se
recomienda la construcción de montones alargados, de sección triangular o
trapezoidal, con una altura de 1,5 metros, con una anchura de base no superior
a su altura. Es importante intercalar cada 20-30 cm de altura una fina capa de
de 2-3 cm de espesor de compost maduro o de estiércol para la facilitar la
colonización del montón por parte de los microorganismos.
C)
Manejo adecuado del montón.
Una
vez formado el montón es importante realizar un manejo adecuado del mismo, ya
que de él dependerá la calidad final del compost. El montón debe airearse
frecuentemente para favorecer la actividad de la oxidasa por parte de los
microorganismos descomponedores. El
volteo de la pila es la forma más rápida y económica de garantizar la
presencia de oxígeno en el proceso de compostaje, además de homogeneizar la
mezcla e intentar que todas las zonas de la pila tengan una temperatura
uniforme. La humedad debe mantenerse entre el 40 y 60%.
Si
el montón está muy apelmazado, tiene demasiada agua o la mezcla no es la
adecuada se pueden producir fermentaciones indeseables que dan lugar a
sustancias tóxicas para las plantas. En general, un mantillo bien elaborado
tiene un olor característico.
El
manejo del montón dependerá de la estación del año, del clima y de las
condiciones del lugar. Normalmente se voltea cuando han transcurrido entre 4 y
8 semanas, repitiendo la operación dos o tres veces cada 15 días. Así,
transcurridos unos 2-3 meses obtendremos un compost joven pero que puede
emplearse semienterrado.
Se
emplea en la fabricación de compost poco voluminosos. Los materiales se
introducen en un silo vertical de unos 2 o 3 metros de altura, redondo o
cuadrado, cuyos lados están calados para permitir la aireación. El silo se
carga por la parte superior y el compost ya elaborado de descarga por una
abertura que existe debajo del silo. Si la cantidad de material es pequeña,
el silo puede funcionar de forma continua: se retira el compost maduro a la
vez que se recarga el silo por la parte superior.
Consiste
en esparcir sobre el terreno una delgada capa de material orgánico finamente
dividido, dejándolo descomponerse y penetrar poco a poco en el suelo. Este
material sufre una descomposición aerobia y asegura la cobertura y protección
del suelo, sin embargo las pérdidas de N son mayores, pero son compensadas
por la fijación de nitrógeno atmosférico.
El
compost se clasifica atendiendo al origen de sus materias primas, así se
distinguen los siguientes tipos:
De
maleza. El material empleado es vegetación de sotobosque, arbustos,
etc., excepto coníferas, zarzas, cardos y ortigas. El material obtenido
se utiliza generalmente como cobertura sobre la superficie del suelo
(acolchado o "mulching").
De
maleza y broza. Similar al anterior, pero al que se le añade broza
(restos de vegetación muertos, evitando restos de especies resinosas). Es
un compost de cobertura.
De
material vegetal con estiércol. Procede de restos de vegetales,
malezas, plantas aromáticas y estiércol de équidos o de pequeños
rumiantes. Este tipo de compost se incorpora al suelo en barbecho, dejándolo
madurar sobre el suelo durante varios días antes de incorporarlo mediante
una labor.
Compost
tipo Quick-Return. Está compuesto por restos vegetales, a los
que se les ha añadido rocas en polvo, cuernos en polvo, algas calcáreas,
activador Quick Return, paja y tierra.
Compost
activado con levadura de cerveza. Es una mezcla de restos vegetales,
levadura fresca de cerveza, tierra, agua tibia y azúcar.
Según
la época en la que se aporta a la tierra y el cultivo, pueden encontrase dos
tipos de compost:
Compost
maduro. Es aquel que está muy descompuesto y puede utilizarse para
cualquier tipo de cultivo pero para cantidades iguales tiene un valor
fertilizante menos elevado que el compost joven. Se emplea en aquellos
cultivos que no soportan materia orgánica fresca o poco descompuesta y
como cobertura en los semilleros.
Compost
joven. Está poco descompuesto y se emplea en el abonado de plantas
que soportan bien este tipo de compost (papa, maíz, tomate, pepino o
calabaza).
La
elaboración de mantillo o compost está indicada en los casos en que la
transformación de restos de cosechas en el mismo lugar es complicada, debido
a que:
Existe
una cantidad muy elevada de restos de la cosecha anterior, que dificultan
la implantación del cultivo siguiente.
Se
trata muchas veces de residuos muy celulósicos, con una relación C/N
alta, lo que se traduce en un bloqueo provisional del nitrógeno del
suelo.
Se
trata de suelos con escasa actividad biológica y en los que el proceso de
humificación va a resultar lento.
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