Polan Lacki Casilla 10095 Santiago
Chile
OFICINA REGIONAL DE LA FAO PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (Santiago, Chile)
En la economía las soluciones rinden más que los problemas; en la
política, los problemas valen mucho más que las soluciones-Nikolai Bukharin (1888-1938)-economista y político soviético.
En base a esta reflexión de Bukharin, pareciera que en la agricultura latinoamericana deberíamos dedicarnos mucho más a la
economía que a la política. Deberíamos descartar de plano aquellas pseudo-soluciones utópicas que apenas contribuyen a confundir a los agricultores y a perpetuar los problemas del agro. Porque el agobiado sector rural está exigiendo soluciones de verdad y que sean más perdurables en el tiempo; es decir aquellas que, gracias a su factibilidad y realismo, puedan efectivamente ser llevadas a la práctica, por más adversas que sean las actuales condiciones de los productores rurales y de sus respectivos gobiernos. De poco sirve seguir afirmando a los agricultores que sus dificultades deberán ser resueltas por el estado a través de créditos abundantes y baratos, de la adquisición, refinanciación o condonación de sus deudas, de la concesión de subsidios internos, del aumento del valor del dólar, de la reducción de los impuestos y de los peajes, de la protección contra la importación de alimentos,etc; y que además nuestros gobiernos deberán exigir la eliminación de las barreras externas y de los subsidios con los cuales los países ricos protegen a sus agricultores.
Por más deseadas y atractivas que sean, en el corto y mediano plazo estas propuestas no serán llevadas a la práctica; entre otras razones porque los endeudados y debilitados gobiernos de los países latinoamericanos, aunque quisiesen no reunirían las condiciones económicas ni políticas para adoptarlas. En el plano interno, por insuficiencia de recursos para mantener en el tiempo estos mecanismos perpetuadores de dependencias; y en plano externo por no tener la fortaleza política para impedir que los países desarrollados continúen subsidiando y protegiendo a sus agricultores. La adopción de estas medidas es tan improbable que no vale la pena perder tiempo con utopías que suelen ser inspiradas en la ingenuidad o, peor aún, en repudiables propósitos demagógico-electorales. Además de lo anterior, no es esta la principal causa de la crisis del sector agropecuario, sino que las distorsiones descritas a continuación, las que con humildad deberemos reconocer y con competencia deberemos eliminar.
Las ineficiencias del negocio agrícola: ¿contrarrestar sus consecuencias o eliminar sus causas?
En América Latina, el camino cómodo y simplista de querer contrarrestar las consecuencias de una agricultura ineficiente, a través de artificialismos compensatorios está agotado. Ante esta situación sólo nos queda la alternativa realista de eliminar las causas más profundas de la falta de rentabilidad y de competitividad; y a través de esta medida prescindir de los subsidios que, de antemano sabemos, no serán otorgados por nuestros gobiernos. Entre estas causas, eliminables por los propios agricultores, con la única condición de que estén capacitados y organizados, están las siguientes distorsiones e ineficiencias que ocurren en las fincas y comunidades rurales:
1a ineficiencia --Bajísimos rendimientos por unidad de tierra y de animal, causados muchísimo más por la falta de conocimientos adecuados que de políticas agrícolas generosas. En América Latina los rendimientos promedio en kilogramos por hectárea son los
siguientes: arroz: 3189; frejol: 712; maíz: 3288; papas:13561; soya: 2472; trigo: 2090. En la ganadería vacuna: 4 litros de leche/vaca/día; primer parto a los 42 meses pudiendo ocurrir antes de los 28 meses; intervalo entre pariciones de 22 meses pudiendo ser de 13 meses; tasa de extracción o saca en la bovinocultura de 19%; edad de faena de los novillos superior a los 4 años; producción de 60 kilogramos de carne vacuna por
hectárea y por año.
Estos bajísimos rendimientos son el claro reflejo de la ocurrencia de errores, a veces primarios, que ocurren en el proceso productivo. Para corregir muchos de ellos se requiere apenas adoptar, en forma correcta y gradualizada, tecnologías sencillas que requieren mucho más de conocimientos adecuados que de créditos abundantes, porque dependen mucho más del "cómo hacer" que de "con qué hacer". En el caso del frejol, al dividir los 712.000 gramos por las 225.000 matas que debería tener una hectárea, se concluye que cada mata de frejol produce aproximadamente 3 gramos lo que corresponde a una vaina con 8 o 12 granitos. Lo anterior suele ser consecuencia de que la mayoría de los plantadores de porotos utilizan semillas genéticamente erosionadas y contaminadas con patógenos, no hacen test de germinación ni regulan la sembradora, no siembran en la época adecuada y con densidad y profundidad correctas, no eliminan las malezas en el momento oportuno, no hacen rotación de cultivos y tienen importantes pérdidas antes y durante la cosecha. En este caso, a excepción de las semillas, todas las demás correcciones dependen apenas de que los productores sean
concienciados y capacitados; es decir las correcciones dependen mucho más de insumos intelectuales que de insumos materiales. En este rubro no se puede atribuir la culpa a los subsidios otorgados por los países ricos porque ellos no exportan frejoles subsidiados; tampoco en el caso del café, del cacao, de la yuca y de otros
productos que no sufren la competencia de las tesorerías de los países ricos, y sin embargo, en ellos también tenemos problemas de falta de rentabilidad.
Si no podemos aumentar los precios de venta tendremos que disminuir los costos de producción y transacción
No estamos desconociendo que varios países desarrollados con los cuales tenemos que competir subsidian a sus productores, pero tampoco podemos ignorar que otra causa importantísima de nuestra falta de competitividad es que las vacas de ellos, producen en promedio nacional, más de 20 litros de leche al día, que cada hectárea de sus tierras rinde casi 8.000 kilos de trigo, 10.000 kg de maíz y hasta 49.000 kg de papas. Mientras nuestros gobiernos no puedan otorgar subsidios ni impedir que los países ricos sigan haciéndolo, sólo nos queda el camino realista de corregir nuestras propias ineficiencias; si lo hacemos, nos volveremos menos dependientes de los inexistentes subsidios internos y menos vulnerables a los excesivos subsidios externos. Es con este espíritu de objetividad y de pragmatismo que los agricultores eficientes y exitosos están sobreviviendo en el marco de la globalización y hasta sacando ventajas de las oportunidades que ella ofrece. Ellos "están prendiendo la lamparita en vez de seguir maldiciendo la oscuridad".
2a ineficiencia --Las formas distorsionadas cómo los agricultores adquieren los insumos y cómo venden sus excedentes. En ambas etapas los productores hacen exactamente lo contrario de lo que les convendría hacer; porque compran los insumos al por menor , con alto valor agregado y del último eslabón de intermediación; pero cuando venden sus cosechas ocurre un giro de 180 grados y lo hacen al por mayor, sin valor agregado y al primer eslabón de la cadena. Ambas distorsiones son eliminables mediante la capacitación y organización de los productores con propósitos empresariales; y no necesariamente a través de nostálgicos e ineficientes intervencionismos estatales en la comercialización.