A
finales de la década de los 60 comienza a hablarse en nuestro país sobre el fenómeno de
la contaminación atmosférica, principalmente en las grandes ciudades. Sin
embargo, hasta principios de los años 80 no llegan a España noticias desde el
norte de Europa sobre las llamadas lluvias ácidas: se empieza a hablar de la
muerte de los lagos en Escandinavia, de la destrucción de la Selva Negra
alemana, la corrosión acelerada de edificaciones y monumentos históricos en
Roma, etc.
Este fenómeno no es ajeno a nuestro país ni tampoco se encuentra fuera de
amenaza ningún país de Europa del Este o del Oeste.
Así, los dos centros nacionales españoles de referencia en lo relativo a la
calidad del aire y emisiones a la atmósfera son la Subdirección General de
Calidad Ambiental de la Agencia Europea de Medio Ambiente y la Dirección
General de Calidad y Evaluación ambiental. En cuanto a la normativa establecida
al respecto, para España cabe destacar:
- El Real Decreto 1994/1995 sobre contaminación atmosférica y ozono.
- La Directiva 92/72/CEE , por la que se establecen los umbrales de
protección a la salud y a la vegetación.
- La Directiva 96/62/CE sobre evaluación y gestión de la calidad del aire
ambiente.
- La Decisión 97/101/CE del Consejo de 27 de enero de 1997, por la que se
establece un intercambio recíproco de información y datos de las redes y
estaciones aisladas de medición de la contaminación atmosférica en los
Estados miembros (DOCE, de 5 de febrero de 1997).
Los agentes causantes de la acidificación son el dióxido de azufre, los
óxidos de nitrógeno y el amoníaco, provenientes de las emisiones de las
grandes centrales térmicas que queman combustibles fósiles, los motores de los
coches, las calefacciones, las plantas industriales y y el amoníaco
aportado en grandes cantidades en el estiércol en zonas con elevado número de
explotaciones ganaderas intensivas. Los principales responsables son los dos
primeros: el dióxido de azufre (SO2) y los óxidos de nitrógeno (NOx).
Dichas sustancias pueden reaccionar con el oxígeno atmosférico y disolverse en
el agua de lluvia, produciendo al caer la llamada "lluvia ácida".
En zonas con escasez de precipitaciones, se produce la llamada "deposición
seca", que se debe a la deposición directa sobre las hojas de los
árboles o en el suelo.
También puede ocurrir que las sustancias contaminantes se mezclan con las gotas
de niebla, produciéndose la "deposición oculta", cuya acidez puede
llegar a ser 10 veces superior a la de la lluvia.
Por otro lado, y especialmente en zonas con un elevado número de horas de
insolación, los óxidos de nitrógeno pueden intervenir junto con compuestos
orgánicos volátiles (CVO) en complejas reacciones fotoquímicas, dando lugar a
la formación de ozono troposférico, que es un contaminante secundario
fuertemente oxidante.
El proceso de acidificación se ve influido por un gran número de factores, que
hacen que los efectos sean variables de unas zonas a otras; entre ellos caben
destacar: la sensibilidad de los suelos y de las aguas a la acidez, así como la
concentración de partículas contaminantes. Donde el nivel de deposición
acidificante excede la capacidad tampón del medio, los problemas de
acidificación surgen tarde o temprano. Así surge el concepto de "carga
crítica", que se define como aquella exposición por debajo de la cual
los efectos dañinos significativos sobre los elementos sensibles del ambiente
no ocurren según el conocimiento actual. En 1990 alrededor de 87 millones de
hectáreas naturales eran afectadas por niveles de deposición ácida que
excedían la habilidad de la naturaleza para compensar la llamada "carga
critica".
Además, hay que tener en cuenta que dichas partículas contaminantes pueden ser
transportadas a largas distancias, lo que supone que el problema de la
acidificación no reconoce ninguna frontera. De este modo, el Reino Unido ha
sido acusado por los países escandinavos de ser el principal causante de la
acidificación de sus lagos, debido al transporte de sus emisiones a través de
los vientos.
2.1.
Acidificación
del agua
Hacia los años 50 se descubrió que los peces estaban desapareciendo de los
lagos y canales de Escandinavia del sur, y hoy día, unos 14.000 lagos suecos se
encuentran afectados por la acidificación, con el daño que ello conlleva para
el crecimiento y vida animal. Estos daños también se ha extendido al Reino
Unido y Los Alpes.
2.2.
Agotamiento
del suelo
La sensibilidad a la acidificación es mayor en aquellas tierras donde la
degradación de los minerales se produce lentamente. Cuando el suelo se
acidifica, es esencial que sus nutrientes se lixivien, lo cual reduce la
fertilidad de la tierra. Además, el proceso de acidificación también libera
metales que pueden dañar a los microorganismos del suelo responsables de la
descomposición, así como a los pájaros y mamíferos superiores de la cadena
alimentaria, e incluso al hombre.
2.3.
Desaparición
de plantas y animales
La sensibilidad de cada especie a los contaminantes y a la acidificación es
variable, siendo los grupos más sensibles los peces, los líquenes, los musgos,
ciertos hongos, algunos de ellos esenciales para la vida de los árboles, y los
organismos acuáticos pequeños.
2.4.
Daños
en bosques y su desaparición
Del estudio europeo de 1996 se deduce que cada cuarto de árbol examinado
aparecía dañado, de forma que la pérdida de hojas o acículas excedió el 25
por ciento. Las causas de este daño son muy diversas, pero la mayoría de los
investigadores están de acuerdo en que los principales factores causantes son
la acidificación del suelo y las altas concentraciones de ozono troposférico.
En Suiza, la disminución de la superficie arbolada que retiene las avalanchas y
corrimientos de tierra, pone en peligro miles de hogares y en Alemania a finales
de los 80 más de la mitad de los bosques estaban dañados o muriendo.
En el sur de Europa aún queda mucho por estudiar sobre la contaminación
atmosférica como causa de degradación y muerte de los bosques. Los elementos
contaminantes se introducen en el vegetal, alterando en distinta medida su
metabolismo, siendo la fotosíntesis y la respiración los dos procesos
afectados. Como resultado se produce un debilitamiento gradual de la planta, que
cada vez se hace más sensible a las plagas y enfermedades, y a la deficiencia
hídrica. Esto hace que sea muy difícil demostrar que la causa real de la
muerte de los bosques es la contaminación, ya que en última instancia son
otros los agentes que acaban instalándose sobre el árbol debilitado,
provocando en muchas ocasiones su muerte. No obstante, en casos de
concentración muy alta de contaminantes sí aparecen síntomas claros de
defoliación y decoloración directamente achacables a la contaminación. La
coincidencia de zonas dañadas con las zonas de mayor concentración de azufre
en las hojas es un dato clarificador, y una evidencia del transporte de
contaminantes la tenemos por ejemplo en la concentración de azufre que se
encontró, a través de un estudio realizado por el ICONA a lo largo de 1987, en
los árboles del preparque en Doñana, probablemente procedente del foco del
polo industrial de Huelva. Las mayores conexiones entre altas concentraciones de
azufre y daños en la vegetación se encontraron en regiones como Murcia, País
Vasco, Galicia y algunas zonas de Cataluña.