TENDENCIAS EN LA MEJORA GENÉTICA DE SEMILLAS.
La
historia de la humanidad está marcada por la gran dependencia del hombre
para su subsistencia en relación con
la producción vegetal, ya sea de forma directa, con fines alimentarios o
indirectamente, para la obtención de todo tipo de productos derivados,
combustibles o para la alimentación del ganado.
La
creciente demanda de alimentos, como consecuencia del constante crecimiento
de la población dentro de una superficie limitada ha dirigido los esfuerzos
en el campo de la agricultura hacia el aumento de la productividad, mediante
la selección del material vegetal, que constituye el principio de la mejora
genética.
La
obtención de variedades de mayor rendimiento, hacia la que durante largo
tiempo ha estado encaminada la mejora fitogenética, a través del
incremento de la eficacia fisiológica, no asegura por si sola el aumento de
la productividad, si no se busca de forma simultánea la estabilización de
dicha producción. Para ello se requiere la adaptación de dichas variedades
a las condiciones particulares de cultivo de una zona en concreto en lo
referente a climatología, prácticas culturales y sanidad vegetal. De este
modo, el ajuste del ciclo de la variedad a las variaciones climáticas, en
numerosas especies, como por ejemplo el sorgo, ha resultado de gran éxito,
al igual que la mejora de ciertos caracteres agronómicos que facilitan las
labores culturales de poda, recolección, etc. Pero sin duda
una de las contribuciones más importantes de los programas de mejora
ha sido la introducción de variedades resistentes a determinadas plagas y
enfermedades, de forma que en algunos cultivos ha supuesto la diferencia
entre una buena cosecha y un fracaso total, como ocurre para variedades de
trigo resistentes a la roya del tallo; y lo que es más importante, estas
variedades permiten la estabilización de las producciones en numerosas
ocasiones, al menos durante el tiempo y las condiciones en que las
resistencias sean efectivas.
Sin
embargo, a pesar de la trascendencia del aumento de las producciones, las líneas
actuales de la mejora genética también observan la calidad de los
productos agrícolas debido a la creciente demanda social en lo referente a
la salud (obtención de productos con más proteínas, vitaminas,
mejores cualidades organolépticas, etc.), productos para la industria
textil (fibras naturales más resistentes, etc.) o la industria alimentaria
(industria conservera, etc) y, en general cualquier avance tecnológico
relacionado. A todo esto hay que añadir que el aprovechamiento de la
variabilidad genética aún presenta numerosas posibilidades y que la
obtención de variedades superiores es un método efectivo para aumentar la
producción, ya que éstas no suponen un aumento del costo de producción,
aparte del necesario para sostener el incremento adicional del rendimiento.