1.Taxonomía y
morfología.
El tabaco
(Nicotiana tabacum) pertenece a la familia de las
solanáceas. Es planta dicotiledónea. Las hojas son
lanceoladas, alternas, sentadas o pecioladas. Corola rojiza,
gamopétala, en forma de tubo largo. Las flores se agrupan en
panojas o racimos terminales.
Fruto en
cápsula, con semillas de color blanco de pequeñísimo
volumen. Es planta vivaz, que rebrota al cortarse. Se cultiva
como anual, aunque en los climas de origen puede durar varios
años. El tallo puede alcanzar los 2 metros de altura.
El sistema
radicular es penetrante, aunque la mayoría de las raíces
finas se encuentran en el horizonte más fértil. Casi todas
las variedades son autógamas (las flores se abren después
de la fecundación).
La hoja es
rica en potasio y también pero menos en sales minerales.
2.Exigencias del
cultivo.
En las
regiones tropicales, con climas cálidos y húmedos, es donde
mejor se cultiva. Le va bien la temperatura uniforme. En
estos climas, las hojas transpiran poco, y el grosor de la
hoja disminuye dando mayor finura a la misma.
No debe haber
grandes oscilaciones ni en temperatura ni en luminosidad. Las
interrupciones vegetativas por sequía, exceso de humedad,
descensos nocturnos de temperatura, etc, aumentan la
absorción del cloro lo que provoca una disminución en la
combustibilidad de la hoja.
La
temperatura óptima para el cultivo del tabaco varía entre
los 18 y 28 ºC. Durante su fase de crecimiento en semillero,
requieren temperaturas superiores a los 16 ºC, y desde el
trasplante hasta la recolección se precisa un período libre
de helada de 90-100 días.
Los climas
secos y cálidos producen una hoja más corta y con mayor
contenido en nicotina. Un aporte de agua suficiente y una
humedad ambiente elevada producen hojas más grandes y con
menor proporción de nicotina (que es la tendencia actual del
mercado).
Esta planta
prefiere un poco de sequía a un exceso de agua que sería
perniciosa.
También se
ha observado que una humedad alta, al coincidir con períodos
de luz, produce un aumento en el contenido en almidón y
nicotina de las hojas.
En general se
puede decir que el tabaco prefiere tierras francas, tirando a
sueltas, profundas, que no se encharquen y que sean
fértiles.
En los suelos
arenosos se obtienen tabacos finos y de color claro, y los
arcillosos dan productos más bastos. No debe sembrarse el
tabaco en suelos donde haya cloruros, por lo que se debe huir
de las tierras salitrosas.
3.Abonado.
Para obtener
una abundante cosecha, la base fundamental es una buena
aportación de nitrógeno.
El exceso de
nitrógeno embastece la hoja y le da un color verde sucio no
deseable. Por otra parte, un déficit de N ocasiona un
rendimiento bajo, con hojas pequeñas y tallos delgados.
Un exceso de
nitrógeno también produce un aumento de la nicotina,
nitratos y amoniaco, disminuyendo la asimilación del
fósforo y potasio.
El fósforo
es el encargado de acelerar el proceso de maduración de las
hojas. Su exceso produce hojas quebradizas y acartonadas (que
arden mal y dan una ceniza negruzca). La deficiencia de
fósforo hace que las hojas se vuelvan verde azuladas, pues
aumenta la proporción de clorofila. Cuando la deficiencia es
muy grande se produce un atraso en la aparición de las
flores y en la madurez de las hojas.
El potasio es
un elemento muy importante para la calidad de los tabacos.
Las sales potásicas que se encuentran en las hojas confieren
al producto industrial una magnífica capacidad de
combustión.
Se considera
que existe una deficiencia de potasio cuando en la materia
seca de la hoja el porcentaje de K2O se encuentra
por debajo de dos. Las hojas presentan clorosis con los
bordes encorvados hacia adentro, tienen menos consistencia,
son más cortas y menos elásticas.
El calcio,
cuando se encuentra en exceso, da lugar a una ceniza compacta
que dificulta el paso del aire al interior de los cigarros,
produciéndose una combustión incompleta. Por el contrario,
el magnesio da una ceniza porosa, suelta y de color claro que
mejora la combustión. Es muy importante que la relación
calcio/magnesio en las hojas sea la adecuada.
4.Plagas y enfermedades.
Plagas en
los semilleros:
Caracoles:
los Gasterópodos mas importantes son las babosas
(Agriolimax agrestis) y el caracol de los
jardines (Helix hortensis). Se recomienda tratar con
metaldehido.
Alacrán
cebollero (Gryllotalpa gryllotalpa): es un ortóptero
que provoca bastantes daños en los semilleros de tabaco.
Tratar con fosfuro de magnesio o fluosilicato de bario.
Hormigas: es
frecuente su presencia en semilleros; tratar con Lindano.
Enfermedades
en los semilleros:
Mildiu de los
semilleros (Pythium debaryanum): se ennegrece el
cuello del tallo y después toda la planta quedando
recubierta de una pelusilla blanca.
Podredumbre
de la raíz (Thielavia basicola): las plantas toman un
color amarillento. La raíz y el cuello del tallo se
ennegrecen.
Fusariosis:
en la parte alta de la raíz se ven manchas grisáceas
rodeadas de otras amarillas.
Moho azul (Peronospora
tabacina): hay una presencia de manchas amarillas en el
haz de las hojas que se corresponden con otras de color gris
azulado en el envés, aparentando una especie de pelusa.
Plagas del
tabaco en el campo:
Gusanos del
suelo: al tabaco le ataca la rosquilla o gusano gris (Agrotis
segetum) en su estado de larva, royendo el cuello de la
planta recién trasplantada. Los gusanos de alambre (Agriotes
lineatus), también perjudican al tabaco.
Trips o
piojillos: viven en el envés de las hojas chupando la savia;
además actúan como vectores de virus.
Nematodos: Meloidogyne
incognita, las raíces presentan tuberosidades y
deformaciones.
Enfermedades
en el campo:
Moho azul:
también ataca en el campo, siendo hoy en día la enfermedad
de mayor importancia.
Otras enfermedades: menos importantes que el moho azul
como el Oidium o cenizo, la podredumbre de raíz (Thielavia
basicola) y la fusariosis.