La mosca de la fruta
(Ceratitis Capitata)
1. INTRODUCCIÓN
2. BIOLOGÍA
3. DAÑOS
4. CONTROL
1.
Introducción
Este díptero de amplia distribución geográfica procede del África
sudsahariana, de donde se ha extendido a otras zonas templadas, subtropicales y
tropicales de los dos hemisferios. A pesar de su rigen se le llama, también
mosca mediterránea de la fruta, por ser en los países mediterráneos donde su
incidencia económica se ha hecho más patente, afectando a numerosos cultivos
entre los que destacan los cítricos y los frutales de hueso y de pepita.
2.
Biología
El adulto es una mosca de tamaño algo menor que la doméstica y
vivamente coloreada. Las alas son irisadas, con varias manchas grisáceas,
amarillas y negras. La cabeza es oscura y el tórax negro y amarillo, mientras
que el abdomen es amarillo anaranjado
Los machos se distinguen fácilmente de las hembras por presentar en la
frente una larga seta que termina en una paleta romboide de color negro, carácter
que no se encuentra en el resto de las especies de tefrítidos de importancia
agrícola.
Los huevos son blancos, alargados y ligeramente curvados. Las larvas
son pequeñas, blanquecinas y con la parte anterior situada en el extremo agudo
del cuerpo, mientras que la parte posterior es más ancha y más truncada. La
pupa es de color marrón y tiene forma de barrilete con la superficie lisa.
Observaciones realizadas hace bastantes años en el sudeste de la península
indican que este insecto puede completar hasta 7 u 8 generaciones al año,
dependiendo de las condiciones climáticas. En función, también, de la
climatología puede pasar los meses de invierno en estado de pupa en el suelo o
de larva. Este es un período que se caracteriza por una elevada mortalidad de
estos inmaduros que a finales del invierno o principios de la primavera darán
lugar a los adultos de la primera generación, los cuales se concentran sobre
los frutales más tempranos como albaricoques, ciruelos o nísperos
Lo normal es que la influencia de la temperatura y de la humedad
relativa sobre la biología del insecto se presenten combinadamente, esta acción
combinada se ha representado para algunos insectos, entre ellos Ceratitis
Capitata, por medio de los llamados ecoclimatogramas.
Bodenheimer ha propuesto el siguiente, en el que se distingue cuatro
zonas; óptima (O), muy favorable (MF), favorable (F), y el resto imposible.
Las hembras adultas se dirigen a los frutos para realizar la puesta
atraídas por el olor y el color (prefieren el amarillo y el naranja). Por ello
los frutos verdes no son atacados, pero su sensibilidad va incrementándose
desde el inicio del cambio de color hasta la plena maduración, que es cuando
son más susceptibles. El espesor y la textura de la piel, así como la densidad
de las glándulas de aceites esenciales, juegan un papel importante en la
inmunidad de los frutos ante esta plaga.
Las hembras clavan el ovipositor hasta una profundidad de unos 2 mm. Y
depositan entre 5 y 10 huevos. Después van a otros frutos, pudiendo realizar
varias puestas hasta un número total de 300-400 huevos. Estos son blanquecinos,
con un tamaño de 1*0.2 mm.
Cuando las temperaturas
son favorables los huevos eclosionan en 2 días aproximadamente, penetrando las
pequeñas larvas hacia el interior del fruto para alimentarse de la pulpa. Las
larvas son de un color blanco-amarillento, no tienen patas, son alargadas; miden
aproximadamente 9 mm de longitud y 2 mm de diámetro. La vida de la larva es de
6 a 11 días. Posteriormente cuando los frutos atacados caen al suelo la larva
sale del fruto para pupar bajo tierra a una profundidad de 2 cm aproximadamente.
La pupa tiene forma de tonelillo, de color marrón, la emergencia del
adulto se produce entre 6 y 15 días si las circunstancias son favorables.
3.
Daños
La picadura efectuada por la hembra (unos 10 huevos aproximadamente) en
los frutos que inician su madurez, cuando se produce el cambio de color. La
herida es una vía de entrada de microorganismos que inician la pudrición del
fruto. Además las larvas excavan
galerías en el interior del fruto, aumentando la descomposición y provocando
la caída al suelo del fruto.
Cuando los frutos caen al suelo constituyen un gran inconveniente
porque la mosca reinicia el ciclo de nuevo en este fruto, multiplicándose
la población de la plaga muy rápidamente.
Otro de los reservorios más importantes del mosca de la fruta son la
fruta dulce y madura que queda en los árboles sin recoger tras las campañas
por motivos económicos o comerciales.
La mosca de la fruta ataca a muchos cultivos. Dependiendo de la época
del año podemos encontrar mosca en unos o en otros. En invierno aparecen
hembras adultas que atacan a naranjas y clementinas. En primavera se produce una
segunda generación que pasa a los albaricoques. Al principio del verano hay una
tercera generación sobre duraznoes. En agosto y septiembre una cuarta y
quinta sobre duraznoes, peras, higos, caquis,
uvas.
En cuanto a los cítricos en la zona mediterránea los principales daños
se producen en las variedades más
precoces de mandarinas y naranjas, durante los meses de septiembre, octubre y
noviembre.
4.
Control
Una práctica muy recomendada para disminuir los efectos de la plaga es
recoger toda la fruta que queda en el árbol o en el suelo y la posterior
destrucción de estos frutos para evitar la supervivencia de la mosca en su
interior.
El uso de trampas para el control de la mosca de la fruta se ha
utilizado durante muchos años tanto para captura masiva, como para utilizar
estos mosqueros para el seguimiento de las poblaciones y tratar en el momento
adecuado. Como atrayentes se han utilizado numerosos productos como la cerveza,
el vinagre o el fosfato biamónico. Se utilizan también las proteínas
hidrolizadas o el trimedlure como atrayentes.
En la actualidad se está ensayando la combinación de tres componentes
para la atracción de hembras, estos componentes son: putrescina, acetato amónico
y trimetilamina.
Estas sustancias son impregnadas en membranas de lenta liberación
que se colocan en el interior de los mosqueros, y suelen permanecer
activas un mes y medio, aproximadamente, dependiendo de las condiciones climáticas.
Actualmente ya hay algunas casas comerciales que disponen de estos productos.
Para este tipo de productos se están utilizando mosqueros de tipo tephri.
En cuanto a la lucha química convencional se aplican pulverizaciones
sobre toda la superficie aunque esto resulta excesivamente caro y además muy
perjudicial para la fauna auxiliar. Se suelen utilizar las pulverizaciones cebo,
que consisten en añadir al insecticida un atrayente alimenticio y pulverizar
las partes más soleadas del árbol. El cebo que más se utiliza es proteína
hidrolizada y los plaguicidas más eficaces son fention, malation, dimetoato y
triclorfon.
En producción integrada se recomienda utilizar el malation. Y se
aconseja realizar el tratamiento químico cuando las capturas de mosca superan
0.5 moscas por mosquero y día.
La dosis de utilización de malation 50% en cítricos es la siguiente:
Clausellina y Okitsu 0.3% de insecticida y 0.3% de proteína
hidrolizada.
En otras variedades será del 0.5%
de insecticida y 0.5% de proteína hidrolizada.
Estos tratamientos se realizarán dejando espacios de 7 a 10 días,
aplicando el producto sobre la cara sur del árbol.
Las épocas de intervención contra la mosca en cítricos pueden verse
en la siguiente tabla:
Para combatir la mosca de la fruta también se ha utilizado la lucha
autocida que consiste en la liberación masiva de machos criados en laboratorio
que han sido esterilizados mediante radiaciones. Estos machos que han sido
esterilizados y combaten con los machos normales y se cruzan con las hembras,
que no dan descendencia. Pero la aplicación de esta técnica no han dado los
resultados esperados y no es utilizada en la actualidad.
En cuanto a la lucha biológica no existe en estos momentos ningún
enemigo natural de la mosca que sea efectivo en las condiciones mediterráneas