El término reforestación es
sinónimo de repoblación forestal y se refiere a la introducción de la masa
forestal en un terreno que ya la poseía con anterioridad en un tiempo
relativamente cercano. Sin embargo, el
término forestación hace referencia a la introducción de una masa forestal en
lugares donde nunca ha existido ese tipo de vegetación.
La repoblación forestal puede
definirse
como el "conjunto de técnicas que se necesitan aplicar para crear una masa
forestal, formada por especies vegetales leñosas (árboles o arbustivas), que
sea estable con el medio, en un terreno cuya vegetación actual es ineficaz en
mayor o menor grado según el uso asignado al territorio, y que adoptando las
características deseadas, cumpla con los fines que de ella se demanden"
(Serrada, 1995).
Se entiende por masa forestal el
"conjunto de vegetales leñosos que ocupan una extensión relativamente
grande y que interaccionan entre sus componentes (viven en espesura), que
evoluciona en relación con su medio y que es objeto de tratamiento para obtener
utilidades de ella" (Serrada, 1995).
Según la definición, el que la
masa forestal sea estable en el medio a lo largo del tiempo implica que su
supervivencia, desarrollo y reproducción no dependan de la intervención humana
constante o intensa, aunque sí se realicen tratamientos selvícolas esporádicos
(control de plagas y enfermedades, podas, clareos, defensa contra incendios,
etc.).
Por otro lado, el concepto de
repoblación forestal lleva implícitos unos objetivos, cuyo establecimiento
constituye el primer paso a seguir a la hora de realizar un proyecto de esta
índole. En líneas generales, dichos objetivos pueden incluirse en uno de los
siguientes grupos: objetivos productores y objetivos protectores, dando lugar
a las repoblaciones productoras y protectoras, respectivamente. Los primeros
están orientados hacia la producción de materias primas o bienes directos
(frutos, madera, corcho, etc.) y los segundos se plantean cuando las
pretensiones se refieren a la obtención de beneficios indirectos derivados de
la simple existencia de la masa (protección del suelo, conservación de la
vida silvestre, etc.). Son estos últimos los que se imponen en las
repoblaciones españolas, destinadas a defender el suelo de la erosión
hídrica o eólica, mejorar las condiciones de desarrollo de la vida
silvestre, etc.
La elección de la especie se
realizará en función del objetivo previamente establecido y del estado de
partida del terreno a repoblar o estación. Dicho proceso se lleva a cabo en
tres etapas: las dos primeras seleccionan las especies compatibles con la
estación, teniendo en cuenta los factores ecológicos y la tercera consiste
en la elección a partir de las seleccionadas en las dos fases anteriores,
atendiendo a criterios económicos.
Una vez elegida la especie o
especies habrá que indicar su ecotipo o procedencia, es decir, de dónde
provienen las semillas, de forma que queden detallados y homologados con la
estación de destino los factores ecológicos y que puedan establecerse
previsiones sobre las características de la masa a crear. Cuando en el país
productor de la semilla de la especie solicitada existan estudios en cuanto a
la delimitación geográfica de las distintas procedencias, debe
proporcionarse la clave de esta clasificación (García Salmerón, 1991). Las
especies de amplia difusión o especies linneanas presentarán una mayor
variabilidad genética que las de difusión más restringida, especies
jordanianas, dada la variabilidad del medio ambiente a lo largo del área
natural aquéllas.
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En la primera etapa, los factores ecológicos a considerar,
siguiendo un proceso selectivo ordenado son: factores fitogeográficos,
factores climáticos, factores fisiográficos y factores edáficos.
La Fitogeografía o Geografía
Botánica estudia la distribución geográfica de las especies vegetales. Por
tanto, el primer paso consistirá en elaborar una lista de especies
autóctonas, junto con las éxoticas compatibles ecológicamente.
Los factores climáticos a
tener en cuenta son: radiaciones, precipitaciones, temperaturas y movimiento
del aire. Los efectos de dichos factores sobre la fotosíntesis y, en
definitiva, sobre el desarrollo, deben considerarse de forma global y no
individual, por lo que es necesario disponer de un Índice Climático o
Estudio Climático que cuantifique la capacidad de un clima para producir
biomasa. Pueden emplearse metodologías basadas en clasificaciones
fitoclimáticas mediante climodiagramas (Allue,1990) o diagramas
bioclimáticos (Montero de Burgos y González Rebollar, 1982; García
Salmerón, 1980). El proceso selectivo utilizando el diagrama bioclimático es
el siguiente (García Salmerón, 1991):
- La primera selección se hace
admitiendo todas las especies cuya IBS (Intensidad Bioclimática
Seca) sea igual o mayor que la IBS estacional.
- La segunda selección utiliza
el factor térmico, teniendo en cuenta su influencia en la actividad
fotosintética. La estación climáticamente óptima, desde el punto de
vista térmico, será aquella que tenga una temperatura básica libre
igual a la óptima, habiendo finalizado la selección. No obstante, esto no
es frecuente que ocurra, por lo que se suele proceder de la siguiente forma:
* Se desechan las especies
cuando TmE-Eme>1 ºC, siendo Tme la temperatura básica óptima de la
especie y TmE la de la estación.
* Es preferible el caso en
que Tme>TmE, frente a Tme<TmE.
- Si queda más de una especie
utilizable después de aplicar los dos criterios anteriores, se
seleccionará la de mayor producción, cuando la repoblación es productora,
o la de la más apropiada para luchar contra la erosión hídrica, si se
trata de una repoblación protectora.
Cuando se trata de terrenos
montañosos, los datos recogidos en una estación meteorológica próxima
sólo reflejan de forma aproximada su climatología, por lo que habrá que
tener en cuenta los factores fisiográficos de altitud, orientación y
pendiente, dada su influencia sobre los factores climáticos. La altitud
influye a través de la temperatura, las precipitaciones y la radiación.
Asimismo el gradiente térmico con la altitud depende de la orientación de la
ladera y del sistema orográfico y el gradiente pluviométrico depende de la
situación orográfica general.
Cuando se trata de vegetación
forestal, los factores edáficos tiene una menor influencia que los
climáticos, salvo en casos extremos, debido a la plasticidad de este tipo de
vegetación: las exigencias nutricionales son menores, ya que la madera está
compuesta mayoritariamente por los elementos que puede suministrar el aire y
el agua y, en el caso de las especies linneanas, el grado de adaptación a las
condiciones edáficas es elevado cuando el resto de las condiciones
ambientales le son favorables. Las características del suelo que tienen
verdadera importancia son aquellas que en cierto modo sustituyen al clima: una
alta capacidad de retención de agua y fácil transferencia de humedad de los
períodos húmedos a los secos, equivale a la precipitación en el período de
transferencia; la profundidad sustituye a la precipitación, ya que permite
extraer agua de mayor profundidad, cuando las capas superiores han alcanzado
su punto de marchitamiento. Estas propiedades, capacidad de retención de agua
y profundidad, pueden modificarse hasta cierto punto de forma favorable, a
través de las labores preparatorias del suelo. No obstante, se estudiará el
suelo desde dos puntos de vista:
- Grado de evolución o
degradación, para obtener información sobre el impacto de la repoblación,
su futura evolución tras la repoblación y la posible mejora de sus
propiedades.
- Interpretación de los
siguientes parámetros: profundidad, pedregosidad, textura, estructura,
contenido en materia orgánica, conductividad eléctrica de la solución del
suelo, contenido en caliza activa y reacción (pH).
Una vez conocidas estas
características se coteja con las necesidades de las especies seleccionadas,
descartando aquellas para las que el suelo sea limitante. La presencia de
caliza activa, la permeabilidad y la salinidad, son las características que
con mayor frecuencia resultan determinantes.
Metodologías interesantes a
seguir son: la propuesta por Elena Rosselló et al. (1990) y el
análisis de factores edafoclimáticos integrados para la elección de
especies desarrollado por Gandullo y Sánchez Palomares (1994).
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En la segunda etapa de selección se tendrán en cuenta los factores
biológicos, que engloban: factores fitosociológicos, factores de competencia
con la vegetación actual, la posibilidad de micorrización, el comportamiento
frente a plagas, enfermedades y predadores, e influencias antropozoicas
indirectas.
El estudio de los factores
fitosociológicos supone el conocimiento de la composición florística
actual del terreno, que informa sobre las condiciones estacionales, la
asociación vegetal climácica y el estado de degradación de la vegetación.
Habrá que determinar cuáles de
las especies seleccionadas establecerán una competencia inadmisible
con la vegetación actual.
Con respecto a la micorrización
, ésta viene garantizada por las inoculaciones llevadas a cabo en el
vivero.
En cuanto a las plagas y
enfermedades, algunas especies pueden ser descartadas por su baja
resistencia.
El factor humano, por otro
lado, puede resultar incompatible de forma indirecta a través de su
actividad y, especialmente, la de carácter industrial.
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En la tercera etapa se aplicarán criterios económicos
de selección sobre la lista confeccionada a lo largo de las dos etapas
anteriores. En España, dadas las condiciones predominantes de intensa sequía
estival conjugada con una gran degradación edáfica, es común que al final
de la segunda etapa dicho listado quede reducido a una sola especie. La
aplicación de los mencionados criterios económicos se lleva a cabo en
relación directa con el objetivo de la repoblación.
Entre los factores económicos
que influyen directamente sobre la rentabilidad se encuentran: los costos
de establecimiento y de gestiones técnica y administrativa, las pérdidas por
agentes o susceptibilidad a los no considerados en los factores biológicos,
la cuantía del crecimiento y la utilidad y el valor de los productos.
Independientemente de la
rentabilidad existen factores económicos indirectos que pueden
aconsejar la elección de una especie y que suelen estar relacionados con las
condiciones extrínsecas del monte: distancia del mercado para unos
determinados productos, estructura de la industria de transformación de
materias primas, disponibilidad de mano de obra, etc.
En ocasiones existen razones
económicas ligadas a la necesidad de disponer de un producto con determinadas
características tecnológicas, por razones estratégicas de distinta índole.
Así los factores de tipo tecnológico se pueden referir: a las
características del propio producto porque se adecue mejor a una industria
determinada, o por la situación de demanda del mercado, etc.