Es
un microlepidóptero de la familia Gracillariidae, plaga de los cítricos en
zonas tropicales y subtropicales. Hasta 1986 su presencia sólo se cita en países
de África, Asia, Australia y las Islas del Pacífico. En el año 1993 se
encontró en Florida (E.E.U.U.) y ese mismo año aparece en España en
plantaciones de la provincia de Málaga y Cádiz. En 1994 se encuentra ya en
Granada, Almería, Córdoba, Sevilla, Huelva,
Murcia, Alicante, Valencia, Castellón e Ibiza. En ese mismo año también
es detectado en Túnez, Argelia, Marruecos, Italia y Portugal, así como en
algunos países de Centroamérica.
Se
encuentra fundamentalmente en plantas de la familia de las rutáceas,
especialmente del género Citrus. Es una plaga que ataca a las hojas jóvenes, debido a que la
hembra realiza la puesta en los primordios foliares y básicamente en las
hojas menores de 3 cm de longitud. Las larvas viven en galerías, también
llamadas minas, que son subepidérmicas, produciendo una pérdida de la masa
foliar que se traduce en una reducción del rendimiento y de la cosecha.
Los
adultos miden unos 3 mm, son de color plateado con una serie de bandas
amarillas, y al final de las alas tienen unas manchas negras y un fleco de
pelos. Durante el día la hembra suele permanecer oculta y tienen actividades
nocturnas y crepusculares, cuando las temperaturas son superiores a los 9ºC.
El viento facilita su dispersión que puede llevarla a grandes distancias, lo
que propicia la extensión de la plaga.
Realizan
la puesta de los huevos en las hojas más pequeñas de los brotes tiernos,
cerca del nervio central del haz o del envés, desde que aparecen los
primordios foliares hasta que estas tienen un
tamaño de 3 cm. Los huevos son de color blanco transparente, con forma
lenticular, de unos de 0,3 mm de diámetro.
Después
de la eclosión del huevo la larva traspasa la epidermis, se sitúa debajo de
ésta y empieza a alimentarse y a formar la galería. La oruga es color
amarillo verdoso, pasa por 4 estadios, durante los 3 primeros se alimenta pero
en el cuarto o prepupa únicamente se dedica a construir la cámara pupal.
La
oruga está en continuo movimiento dentro de la galería, rompiendo las células
de la epidermis y alimentándose de su contenido líquido. La galería no es
recta tiene continuos giros y habitualmente sigue en el mismo cuadrante de la
hoja. La galería crece a medida que crece la larva y es transparente, en el
interior se puede distinguir la larva y los excrementos que va dejando.
En
una misma hoja pueden haber varia galerías de diferentes larvas, aunque se
pueden presentar en ambas caras, principalmente se presentan en el envés.
Algunas veces sucede que se cruzan las galerías provocando la muerte de
alguna de las larvas. En bastantes ocasiones sucede que se inician una gran
cantidad de galerías, pero debido a la competencia sólo algunas llegan al
final. En ocasiones se observan galerías en los tallos verdes de los brotes,
en pocas ocasiones se observan galerías en el fruto.
En
el estadio de prepupa construye la cámara pupal al final de la galería, en
el borde de la hoja, segrega seda para formar esta cámara pupal, como si de
un capullo se tratase, provocando un plegamiento de la esa zona de la hoja,
que produce el enrollamiento de la hoja.
Las
condiciones ambientales determinan la duración del ciclo y con ello el número
de generaciones que se producirán en un año. En verano suele ser frecuente
que el ciclo se complete en menos de 15 días; el resto del año la duración
puede llegar a durar hasta unas 6 veces más que en verano. Le favorecen las
temperaturas y humedades relativas elevadas.
Las
plantas que más daños pueden sufrir son las plantas de vivero, las
plantaciones jóvenes, las regadas con riego localizado y aquellas variedades
que tienen un amplio periodo de brotación. Los limoneros son muy atacados. En
los árboles adultos los daños son mucho menos importantes. Los ataques
provocan una disminución del crecimiento. Las hojas y los brotes atacados se
secan como consecuencia de la rotura y el desprendimiento de la cutícula que
deja el parénquima al sol.
En
zonas con inviernos fríos y largos períodos sin brotación causadas por las
bajas temperaturas, la mortalidad del parásito en sus estadios de larva y
crisálida suele ser muy severa, lo que explica la baja intensidad de los
ataques y daños en la brotación de primavera.