Rentabilidad en la agricultura ¿con
más subsidios o con más profesionalismo?.
Polan Lacki Casilla 10095 Santiago
Chile
OFICINA REGIONAL DE LA FAO PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (Santiago, Chile)
1.-
PRESENTACIÓN
2.-
RENTABILIDAD EN LA AGRICULTURA
3.-
LOS CONOCIMIENTOS EMANCIPAN A LOS AGRICULTORES DE LAS DEPENDENCIAS, LOS SUBSIDIOS LAS PERPETÚAN
4.-
UNA TERRIBLE DISYUNTIVA: AGRICULTOR MUY EFICIENTE O EX-AGRICULTOR
5.- EFICIENCIA: SI NO SE PUEDE LOGRARLA CON MÁS RECURSOS ES NECESARIO HACERLO CON MEJORES CONOCIMIENTOS
6.- MENDIGAR PALIATIVOS PERPETUADORES DE DEPENDENCIAS O EXIGIR INSTRUMENTOS EMANCIPADORES DE ELLAS
7.- CÓMO LIBERARSE DE UN ESTADO INEFICIENTE SIN CAER EN LA DEPENDENCIA DE UN AGRIBUSINESS EFICIENTE PERO EXPROPIADOR
8.- EL DESARROLLO DESDE ABAJO Y DESDE ADENTRO
9.- LOS AGRICULTORES DEBERÁN DIRIGIR SUS REIVINDICACIONES A OTROS DESTINATARIOS
10.- UNA BREVE CONCLUSIÓN
1.-
PRESENTACIÓN
Los países de América
Latina están teniendo crecientes dificultades para conceder subsidios y
adoptar medidas proteccionistas en favor de sus agricultores.
Ante tal escenario, agricultura rentable y competitiva inexorablemente tendrá
que ser sinónimo y consecuencia de agricultura muy eficiente, en los aspectos
tecnológicos, gerenciales y organizativos.
Además, debido a la insuficiencia y al alto costo de] crédito rural oficial,
los agricultores tendrán que priorizar el incremento de la productividad o
rendimiento de los escasos factores de producción que ellos ya poseen, antes
de intentar obtenerlos en mayor cantidad.
Lo anterior significa que en los proyectos de desarrollo agropecuario será
necesario poner más énfasis en los conocimientos que en los recursos
materiales; más en el saber que en el tener; más en el Cómo hacer" que
en el "con qué hacer". Esto a su vez requiere concentrar los
escasos recursos de los Gobiernos en la profesionalización de los
agricultores con el propósito de desarrollar su capacidad de solucionar sus
propios problemas, emancipándolos, hasta donde sea posible, de los cada vez
más escasos e inaccesibles créditos, subsidios y medidas proteccionistas. (Severino
de Melo Araujo - Subdirector General-Representante Regional para América-Latina
y el Caribe)
2.-
RENTABILIDAD EN LA AGRICULTURA: ¿con más subsidios o con más
profesionalismo?
La agricultura
latinoamericana está sometida a una profunda contradicción:
a) por un lado, tiene la
urgente necesidad de modernizarse porque si no lo hace sencillamente no podrá
enfrentar la fuertemente subsidiada agricultura de los países
desarrollados;
b) por otro lado, los gobiernos de esta Región, además de no subsidiar y no
adoptar medidas proteccionistas en favor de sus agricultores, están
reduciendo exactamente aquellos recursos y servicios con los cuales
tradicionalmente se ha intentado hacer esta imprescindible modernización.
Desgraciadamente, existen evidencias de que nuestros agricultores tendrán que
seguir enfrentando esta injusta contradicción, por las siguientes razones:
1 . A pesar de los avances logrados en la Ronda Uruguay del GATT, lo más
probable es que los países desarrollados seguirán subsidiando y/o
protegiendo a sus agricultores, ya sea a través de barreras arancelarias o no
arancelarias (sanitarias, ambientales, etc.), entre otras razones porque les
conviene y disponen de recursos para hacerlo, con el agravante de que los
países en desarrollo no tienen el suficiente poder político para impedir que
lo hagan.
2. La adversa pero indesmentible realidad es que los gobiernos de los países
latinoamericanos, aunque quisiesen subsidiar a sus
productores, no
dispondrían de los recursos en la cantidad que sería necesaria para
contrarrestar los subsidios que otorgan los países desarrollados'1.
Aunque quisiesen adoptar medidas proteccionistas (como por ejemplo: prohibir
la importación de rubros producidos en el país o elevar sus aranceles de
importación) nuestros gobiernos encontrarían serias dificultades para
hacerlo por la siguiente razón: dichas medidas beneficiarían a una minoría
de habitantes (apenas aquellos agricultores que producen el rubro protegido)
pero perjudicarían a la gran y creciente mayoría nacional constituida por
los consumidores, quienes tendrían que pagar un precio más alto por el
producto protegido. A modo de ejemplo, en Brasil existen 6 millones de
personas dedicadas a la producción lechera (1.200.000 familias) pero son 159
millones los brasileños que necesitan tomar leche y muchos de ellos sólo
podrán hacerlo en la medida que se logre disminuir su precio. Si hacemos
comparaciones similares con otros productos agrícolas en distintos países de
América Latina concluiremos que el enfrentamiento de intereses entre los
mayoritarios consumidores y los minoritarios agricultores -estemos o no de
acuerdo con ello- será cada vez más desfavorable a estos últimos.
3.-
LOS CONOCIMIENTOS EMANCIPAN A LOS AGRICULTORES DE LAS DEPENDENCIAS, LOS SUBSIDIOS LAS PERPETÚAN
Ante un escenario tan
desalentador, solicitar a los gobiernos que contrarresten las distorsiones del
negocio agrícola2 por la vía simplista y cómoda del proteccionismo y de los
subsidios -por mejores que sean las intenciones de quienes lo hagan- es un
planteamiento que además de utópico es altamente perjudicial a los
agricultores porque los induce a reivindicar al Estado lo que éste no está
en condiciones de proporcionarles, en circunstancias que los productores
deberían dedicar todo su tiempo y esfuerzo en forma mucho más objetiva y
fructífera a:
a) identificar las
ineficiencias tecnológicas, gerenciales y organizativas3 que suelen ocurrir
en los distintos eslabones del negocio agrícola, porque son éstas
evidentemente las causas más importantes que les están impidiendo tener
rentabilidad y competitividad;
b) asumir como suya la tarea de eliminar dichas ineficiencias porque esta es
la alternativa más realista para que puedan prescindir de los subsidios y de
las medidas proteccionistas.
Ante la progresiva insuficiencia de recursos fiscales, el conceder subsidios
sería probablemente una de las soluciones más inadecuadas. Estos además de
estimular la ineficiencia tienen el inconveniente de perpetuar la dependencia
que los agricultores tienen del Estado porque no es suficiente concedérselos
una única vez sino que hay que hacerlo en forma recurrente a cada año o
ciclo de cultivo; en circunstancias que lo más lógico y razonable sería
hacer exactamente lo contrario, es decir, promover la eficiencia de los
agricultores para emanciparlos lo más rápido posible de la referida
dependencia.
El escenario actual nos indica que existen muchos motivos para que los
agricultores no sigan depositando demasiadas esperanzas de que su viabilidad
económica será lograda a través de abundantes créditos subvencionados,
refinanciación de deudas, subsidios, tasas arancelarias compensatorias o
elevación del valor del dólar, entre otras razones, porque es virtualmente
imposible que el poder público satisfaga estos reclamos en favor de un
porcentaje significativo de agricultores. No necesariamente porque los
gobiernos no quieran sino porque no tienen recursos, continuidad
adnúnistrativa ni agilidad operativo o porque no conviene (al interés
nacional en su globalidad) hacerlo.
Es necesario decírselo con esta transparencia, porque de lo contrario los
agricultores seguirán pensando que el poder público no los atiende en sus
reivindicaciones por desprecio a ellos o por indiferencia a la agricultura; y
seguirán siendo víctimas de inescrupulosos manejos demagógicos de los malos
líderes rurales y políticos, quienes en el afán de conquistar sus
simpatías y sus votos los ilusionan con utopías que ellos núsmos saben que
son inalcanzables.
4.-
UNA TERRIBLE DISYUNTIVA: AGRICULTOR MUY EFICIENTE O EX-AGRICULTOR
Estas nefastas utopías
populistas deberán ser reemplazadas por plantean-dentos realistas y honestos
que partan por reconocer que ante el adverso escenario recién descrito,
agricultura rentable y competitiva inexorablemente tendrá que ser sinónimo y
consecuencia de agricultura muy eficiente; y que para lograrla la única
solución factible es proporcionar a las familias rurales las tecnologías y
la capacitación para que sepan y puedan corregir o eliminar las graves
distorsiones técnicoproductivas, de gestión predial, de procesamiento, de
almacenaje y de comercialización; porque son ellas, y no necesariamente la
falta de subsidios las que están impidiendo que la agricultura sea una
actividad rentable y competitiva. Mentras las referidas distorsiones no sean
eliminadas, los cada vez más remotos artificialismos paternalistas seguirán
siendo insuficientes e ineficaces. Estas distorsiones provocadas por la falta
de conocinúentos, cuya importancia los productores suelen subestimar
generalmente les causan muchísimo más daño económico que la falta de
créditos, subsidios y proteccionismo que ellos insisten en sobrestimar.
Afortunadamente los agricultores más realistas ya se están dando cuenta que
para tener rentabilidad y competitividad es indispensable que reúnan
simultáneamente los siguientes prerrequisitos:
mejorar la calidad de los
productos cosechados;
reducir al mínimo los
costos unitarios de producción (a través de la disminución del costo de los
factores y del incremento de los rendimientos por unidad de tierra y de
animal); y
aumentar al máximo los ingresos obtenidos en la venta de sus excedentes (a
través de la disminución de las pérdidas durante y después de la cosecha,
de la incorporación de valor agregado y de la eliminación de aquellos
eslabones de intermediación que son reconocidamente innecesarios).
Estos antecedentes significan que, si los gobiernos no están en condiciones
de conceder subsidios y adoptar medidas proteccionistas para contrarrestar las
consecuencias de una agricultura ineficiente (dentro y fuera de las fincas),
deberían como mínimo proporcionar a los agricultores los conocimientos y las
habilidades que ellos necesitan para eliminar las causas que originan dichas
ineficiencias.
Aunque en América Latina existan muchos honrosos y loables ejemplos de
productores muy eficientes, desgraciadamente es necesario reconocer que la
mayoría de los agricultores (no por su culpa evidentemente y a veces sin
siquiera darse cuenta) comete algunos, varios o muchos errores en las
distintas
etapas del negocio
agrícola4 y esta es la principal razón por la cual no tienen rentabilidad y
competitividad. Desgraciadamente, los rendinúentos promedio de la agricultura
y ganadería latinoamericana son tan bajos que por sí solos demuestran en
fortna categórica e indesmentible que:
a) los errores cometidos
por la mayoría de los agricultores y/o de sus obreros son primarios5 5 y son
provocados principalmente por la falta de conocimientos elementales; es fácil
constatar que la corrección de los errores recién descritos no
necesariamente requiere de créditos, insumos y equipos de alto costo; y
b) estos errores podrían ser elinúnados si el Estado, directamente o en
forma delegada, les proporcionase tan solamente la capacitación y las
tecnologías que ellos necesitan para adoptar en forma correcta las ocho
medidas propuestas a partir de la página 14 de este texto; las que, dicho sea
de paso, no requieren de recursos adicionales sino que de tecnologías de bajo
o cero costo para que sean compatibles con los recursos que ellos ya poseen.
Si estos bajísimos rendimientos6 demuestran que las ineficiencias productivas
ocurren fundamentalmente por la falta de conocimientos, habilidades y
destrezas, el camino lógico es corregirlas con tecnologías y capacitación y
no contrarrestarlas con subsidios y medidas proteccionistas; porque mientras
persistan dichos errores, los rendimientos seguirán siendo muy bajos y
consecuentemente los costos unitarios de producción serán tan elevados que
aunque existieran subsidios, éstos no serían suficientes para hacer de esta
agricultura ineficiente una actividad rentable y competitiva. Este es
indiscutiblemente el problema de fondo, el que debido a su contundencia y
evidencia nadie tiene el derecho de seguir ignorando.
La
información, denominaciones y puntos de vista que aparecen son de la exclusiva
responsabilidad de su autor y no constituyen la expresión de ningún tipo de
opinión de parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura
y la Alimentación con respecto a la situación legal de cualquier país,
territorio, ciudad o área o de sus autoridades, o en lo concerniente a la
delimitación de sus fronteras o límites
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